El hospital...

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Cuando fui al hospital la enfermera me sonrío y me contó de los nuevos tratamientos que le hicieron mientras yo no estaba.

Me dijo que el respirador se lo habían sacado pero que el suero lo tendría y que ella seguía hablando sobre su abuelo y de un muchacho, un muchacho que ella llama Alan, al oír ese nombre solo asentí y me dirigí a la habitación 130.

130.

¿Por qué 130?

Ese número me recuerda a ella, a  mi abuela... Me recuerda a su casa siempre con ese aroma a pan casero, me recuerda a sus historias sobre el abuelo y sus hijos, me recuerda a sus mimos, me recuerda que ya no está.

-¿Muchacho? ¿Me escuchas, chico?- Me dijo una voz bastante lejana a dónde mi mente se encontraba.

-Sí... Sí, sí, ¿Qué sucede?- Dije levantándome del asiento.

Estaba ese hombre con su prominente barriga y su reluciente calva y esa sonrisa que me hacía creer que estar en el hospital a las 12:30 a.m no era tan malo como mamá trataba de pintarlo.

-¿Qué pasa Luis?- le dije desperezándome.

-Quiero que veas esto... ¿Juliana te contó de la tía?

Yo lo miré perplejo y espere a que continuará.

-Bueno, por tu cara veo que no... Angela tiene unas cuantas tías hermanas de Fabian, el padre, la cosa es que está tía viene encabronada porque justamente hoy desea recordar que tiene una sobrina saliendo de terapia intensiva.

-Okey, hasta ahora no me sorprende en nada esa actitud de esta mujer reclamando ver a su "querida" sobrina, ¿Qué es lo que falta decirme?

-La mujer quiere tomar el mando y cambiarla de hospital...

Lo miré y solté una carcajada.

Así qué eso quería ¿eh?

-No comprendo por qué te ríes... Esto es serio.

-¿Por qué? Es la tía, la madre o el padre deben poder hacer eso y ellos vienen rara vez y si vienen.

-Nico... La mujer vino con papeles firmados por el juez, ella, ella es la nueva tutora legal.

-¿Qué? No... No puede ser... Luis... Angela no debe pasar por algo así, acaba de perder a su abuelo, a su hermano y ahora que sus padres la dejen al cuidado de la tía... No, no puede ser.

Luis me miro y en el momento que iba a decir algo se escuchó en el parlante el pedido del neurólogo Martinez.

Él sonrió y se dirigió para la sala de emergencia donde de seguro debían traer un herido en algún accidente.

Lo "bueno" de este hospital es que hay diferentes áreas, los de terapia intensiva, los de gravedad en la ala izquierda y en el segundo piso está maternidad, aparte de la otra división donde se atienden pacientes con enfermedades leves.

Es enorme si uno se pone a pensar.

Y para colmo es uno de los mejores hospitales en Argentina... 

Realmente no comprendo a su tía, trato y no, no hay una respuesta coherente a todo esto.

Supongo que toda está situación no es lógica, unos padres dándole su única hija a su tía, es... Es una locura.

Entre estos pensamientos y aquellos me dormí sentado frente a la camilla de Angela.

*-*-*-*

-Ey...Nico-Decía una voz bastante lejana a mí.

Yo solo me acurruqué.

-¡NICO!- Gritó esa mujer y sentí que unas manos se posaban sobre mis hombros y me sacudían.

Yo solo di un pequeño gemido y cerré con fuerza los ojos.

-Nicolas, o te dejas de hacer el tarado o vas a arrepentirte de jugar con tu madre.

-¿Ma?- Dije aun con los ojos cerrados y la boca reseca.

Traté de acomodarme pero tenía una pierna acalambrada.

-Mierda... - Abrí los ojos y estaba mi mamá, MI mamá acá-¿Qué haces acá?

-Nada, no llegabas y supuse que otra vez estarías en este bendito hospital ¿Cómo está?

Ella volteo para mirar a Angela, yo me paré con mi pierna de "goma" y le sonreí con pena.

-Angela será cambiada y transferida a una clínica... Su tía así lo ordenó, hoy será su último día acá.

Mi mamá me miro y ambos sabíamos lo que significaba: 

No la podría visitar tan seguido a menos que me den una autorización.

-Hijo... Estoy segura de que te permitirán visitarla.

-Ma... No importa, yo... Ya era hora de que olvidará esto, no puedo seguir viniendo a verla y fingir que ella despertará y me recordará, soy solo un enfermero amable para ella, nunca... Nunca recordará nuestras tardes, no recordará las llamadas, los mensajes, no me va a recordar.

-Ay, Nico...- Me dijo tratando de abrazarme pero me alejé.

-Vamos ma, tenemos un día bastante largo.

Me acerqué por última vez a la cabecera de Ange y le di un beso en la frente y por un segundo creí, creí que había sonreído solo por mí.


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