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El lugar completo quedó en silencio, todo debido a la presencia de ese hombre que permanecía inmóvil en las escaleras, pareciendo que vigilaba cada uno de nuestros movimientos.
—¡Por Dios Sherlock! ¿Qué haces parado ahí? Me asustaste.
Expresó John agitado, el tono en que lo dijo me causo un poco de gracia al ver su reacción, pero no me atreví a mostrarlo por lo tenso que se sentía el ambiente.
Sin embargo, él hombre continuaba ahí sin decir ni una sola palabra a pesar de que John le había hablado. Esto comenzaba a tornarse extraño.
Gracias al sonido de una puerta abriéndose de lado de nosotros, terminó aquel silencio incómodo; una mujer vestida con una larga bata de dormir salió de una habitación. No era difícil adivinar que ella era la casera, la señora Hu...¿Hu... Qué?
—¿Qué pasa aquí? ¿Por qué tantos gritos? —preguntó alterada.
—Simplemente Sherlock señora Hudson...
Claro, Hudson.
—Sabe que le gusta ser dramático.
La mujer se acercó con sigilo a los escalones —. Oh Sherlock, ¿Qué haces levantado a estas horas?
El hombre quitó la vista de nosotros para verla...
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—Estoy mirando que clase de gente esta metiendo a mi departamento —. Habló después de un tiempo, dando a relucir su voz gruesa.
Pero esperen... ¡¿DIJO SU DEPARTAMENTO?!
—Silencio Sherlock —gritó John para calmar la situación.
—¿Silencio? Oh vamos, ambos sabemos que a la señora Hudson le encanta meter a cualquier tipo de gente con falta de intelecto. Y podemos notarlo a simple vista cada vez que viene el señor de la cafetería con quien dice “salir”, el señor Chatterjee. Lo que me pregunto es: ¿Aún sigue con él sabiendo de sus esposas secretas, verdad? —dice con tono sínico —. Porque debe ser demasiado tonta para continuar con esa farsa de relación.
