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<<Con el paso de los años, ha sido mi privilegio recordar las aventuras de mi distinguido amigo, el Sr. Sherlock Holmes, y a veces ha sido difícil elegir cuál de sus numerosos casos compartir con mis lectores.
Algunos son muy delicados para narrar, mientras que otros son muy recientes para el público. Pero en todas nuestras numerosas aventuras juntos, ningún caso empujó a mi amigo a tales extremos mentales y físicos como el de "La novia abominable"...
—Porque no es la caída lo que te mata Sherlock, de toda la gente tú deberías saberlo. Nunca es la caída...
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—Es el aterrizaje.>>
—Aterrizamos señor.
Descubrimientos, sacudidas, despedidas y más que nada confusión, todo había pasado en menos de 24 horas. Dejando un desorden imposible de componer. No sabía que pasaba con exactitud, todo se encontraba nebuloso y turbado al tratar de regresar, hasta que ese hombre tocó su brazo para avisarle que habían llegado, despertándolo de ese sueño que lo estaba consumiendo.
—Aterrizamos. —repitió.
Abrió con lentitud los ojos buscando una respuesta coherente. —¿Dónde estamos?.
