7. Los "amigos" ahora son enemigos que minan mi cordura

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Ya era la segunda clase del día y seguía sintiéndome completamente sola, Nicolás había prometido comer conmigo en el almuerzo pero sinceramente aquello no había sido suficiente, seguía sintiéndome completamente sola, pero sobre todo seguía deseando ir detrás de Adrien y decirle cuanto le amaba, no importaba las veces que me rechazaba, si, me enojaba, si, odiaba que lo hiciera pero ¿Qué importaba? De verdad le amaba y quería seguir besandole, quería seguir sintiendo sus manos sobre mi rostro, sobre mis brazos. Aquellos pensamientos me trajeron a la memoria un antiguo sueño, el más vivido a decir verdad... Podía sentir las manos del Adrien de mis sueños en mis caderas, sus manos tibias al contacto con mi piel, su boca delineando la piel mis piernas y luego él...

—La clase terminó —Me avisó una chica haciendome sobresaltar—.

—Gra-Gracias —Tartamudee saliendo de mi ensueño—.

Miré a mi alrededor percatandome del detalle que era la última en salir, suspiré pesadamente, recogí mi bolso y me preparé para salir. No era bueno para mi tener aquellas fantasías y mucho menos en clases, quedaría como una tonta, una absoluta tonta, quizás ya había quedado de esa manera.

En las afueras del salón los alumnos caminaban libremente, sin preocupaciones aparentes, solo preocupados por donde sería su estúpida siguiente clase ¡Que facil sería! Pero claro, yo amaba lo difícil (nótese el sarcasmo en mi oración). Cerré los ojos por unos segundos pero fueron los suficientes como para que dos personas me tropezaran y mi espalda golpeara con fuerza el piso, las risas a mi alrededor no tardaron en oírse. Abrí los ojos para ver a un grupo de cinco chicos reirse a carcajadas, entre ellos se encontraba Marlon, quien me miraba con cierto matiz de suficiencia.

Genial —Susurré arrodillandome en el suelo mirando mi bolso a un metro de mi—.

Las risas no aminoraron mientras me levantaba del suelo visiblemente adolorida,  mi coxis dolían intensamente, las lágrimas se agruparon en mis ojos con rapidez.

— ¿Ahora qué? ¿La nena va a llorar? —Preguntó uno de los chicos con burla haciendo que los que presenciaban aquello rieran de nuevo—.

Apreté mi boca y me obligué a calmarme, nadie me vería llorar aquel día, mi orgullo estaba lo suficientemente herido como para permitirle a otros pisotearlo más. Me colgué el bolso a mi hombro, le di una mala mirada a Marlon y a su grupo de amigos y seguí mi camino.

¡Perfecto! Lo que me faltaba para hacer mi estadía allí más perfecta. Mis codos me ardían por lo que me permití mirarlos.

—Demonios —Codos sangrantes ¿Algo mejor?—.

Resoplé completamente molesta, mi garganta tenía un nudo que parecía querer explotar pero no lo permitiría, jamás, Adrien ya se había encargado de pisotear mi orgullo y hacerme llorar lo suficiente como para volver a caer a esa altura. Ahora lo que debía hacer era enterrar todo y seguir adelante, solo eso me quedaba, era mi única opción.

En el momento que llegué al salón la clase estaba por comenzar, por lo que la mayoria de los pupitres ya estaban ocupados, solo quedaba uno delante, odiaba los asientos delante de la clase. La clase comenzó y con ellas pedazos de papel mojados en una repugnante saliva, sentía mi cabello llenos de ellos por lo que con disimulo (de mi hacia el profesor) comencé a quitarmelos, las lágrimas volvieron a invadir mis ojos pero logré contenerlas de nuevo.

Cuando la clase acabo casi pude oír el canto de los angeles, me apresuré para llegar pronto al salón o donde sea que sirvieran las comida, cuando un par de manos me sentaron de nuevo.

—Hola niña —Me saludó una voz completamente desconocida—.

Respiré profundamente y le miré, este chico en cuestión era de cabello negro, tez bronceada y ojos marrones, nada especial, su amigo igual.

Devotus [Versión Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora