Capítulo 21

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-Café, necesito café...


Una Mia enterrada en el cuerpo de James exigía claramente una dosis de cafeína a las 6 de la mañana, un hastiado James, no dejaba que saliese de la cama tan temprano, se negaba a que ella le despertase a esas horas como llevaba haciendo los últimos tres días, era viernes, último día de una semana en donde había pasado de todo. Simplemente, James quería un poco de tranquilidad antes de volver al trabajo, tenía demasiado trabajo acumulado que hacer y tan solo quería estar con ellos tranquilamente. Aunque en parte, por eso es que tenía tanto trabajo acumulado por hacer...

Habían discutido cada mañana desde el martes y siempre era por la misma razón, por madrugar y por la diminuta cama que Mia tenía. Ella no lograba verle sentido a la última parte ya que había dormido durante mucho tiempo con Adenilton y él jamás se quejó de que la cama fuera pequeña. Entendía que madrugar era algo que no le gustase, lo entendía, pero para ella era algo normal, siempre había tenido que madrugar en su vida, tanto cuando vino aquí a estudiar y trabajar, como cuando estaba con su familia. Por aquel entonces, no había horarios, se despertaba en cualquier momento que necesitaran ayuda, no importaba qué día era o qué momento sería, ella se levantaba y marchaba a trabajar con su padre.


-Mia basta. Disfruta de una hora más durmiendo tenemos tiempo de sobra. Por favor, duérmete.


El hecho de que James se diera media vuelta y dejara libre a Mia, ante un bufido prolongado por parte de él, no le gustó demasiado a ella. ¿Desde cuándo él tenía tanta confianza con ella? Ni siquiera se habían besado a lo largo de la semana, qué decir de acostarse, eso era algo que simplemente le hacía sonrojarse.

Había sido una semana muy dura para ella, el bebé requería cuidados específicos y mucha atención, además la Srta. Yuri había regresado al trabajo el miércoles comportándose con ella más cortante y exigente, pedía cosas estúpidas cada pocas horas, se creía que ella era la que debería traerle café o simplemente dejarse pisotear porque palabras textuales de ella ayer jueves "no eres nadie querida, simplemente nadie.".

También estaban los padres de James, que aparecían cuando menos lo esperaba, en la calle, en la guardería, en el hotel, en su trabajo. Siempre con una sonrisa y una amabilidad que en muchas ocasiones esta semana le ayudaron a mantener su genio a raya, la señora Jane sabe cómo hablarle y tratarle para no hacerle estallar, pero ella simplemente quería volver a sus tardes en soledad, estar simplemente sola, tumbada en el viejo sofá de salón mirando el techo como si la vida dependiera de ello.

Para colmo los dos meses que le quedaban de contrato como becaria ya habían vencido, y la semana que viene sería la última en trabajar si su jefe no impedía lo contrario, cosa que por ahora parecía imposible que se acordase de ella ya que con la Srta. Yuri enfrente de su despacho y Mia recluida en ese pequeño cuarto dudaba que supiera de su existencia. Por lo que parece, no iba a ser un buen día para ella.

Mia se levantó, no sin antes recoger los zapatos del día anterior de James, estaban esparcidos por la habitación, así como sus calcetines, lo que tenía de guapo lo tenía de desordenado. ¿Cómo haría para mantener limpio su piso? No creía que él limpiase, por lo que probablemente tenía a un ejército detrás de sus calcetines y zapatos. Antes de dirigirse hacia la ducha, escogió lo que se iba a poner para la oficina, nada difícil, falda negra, blusa rosa, y por último arropó a James quien simplemente balbuceó sin percatarse de la situación de agotamiento de Mia.

Se dirigió al cuarto del bebé, donde él descansaba tranquilamente con su mantita azul y su precioso nombre bordado en ella. Había sido una buena compra, era tan dulce cuando dormía, comía, simplemente se le caía la baba en cualquiera de sus circunstancias. Era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo. Parece que hoy iba a ser un día triste y melancólico, tan triste y melancólico como lo es el tiempo. Nubes grises tapaban el cielo iluminado con la luz tenue de las farolas, donde se ven los pocos árboles que hay en la calle agitarse con ferocidad, parece que el verano realmente acaba.

Es míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora