Capitulo 13

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A la mañana siguiente como todas las mañanas, Mia se dirigía a la oficina con un irlandés para el jefe y uno con leche para ella. Como cada mañana, todo el mundo ocupaba los puestos y empezaban a fotocopiar e imprimir las hojas que harían ese día o las cosas que necesitarían. Mia encendió el ordenador y esperó a que la Srta. Yuri fuera a su encuentro para coger el café de su jefe.

-Buenos días Mia, siento molestarte pero hoy tendrás que ocuparte de las cosas de Yuri, está enferma y va a faltar algunos días al trabajo. Espero que no te moleste y puedas hacer ambas cosas, por supuesto todo aquello que no entiendas o sepas me lo puedes preguntar y si necesitas ayuda tenemos una nueva becaria en recursos que te podrá ayudar. ¿De acuerdo?

-Claro señor, no habrá ningún problema. Tome, su café irlandés.

-¿Café? Pensaba que me lo traía Yuri, lo daba hoy por perdido.

-No señor, todas la mañanas lo traigo junto al mío señor.

-Pero a ella le pago un extra a final de mes por los cafés y los ricos bollos que me trae, ¿acaso también son suyos los bollos?

-En realidad son de mi vecina, suele hacer un dulce cada semana y esos bollos me da muy a menudo y demasiados, por lo que no me importa traerle.

-¿Y por qué no me dijo nada?

-Bueno la Srta. Yuri me los suele abonar así que no hay problema señor.

-Bueno, cambiaré la retribución del café, irá a su nómina. Cámbiese de despacho, en cinco minutos le quiero en el mío con la agenda de hoy.

Sin más que decir, se fue a su despacho, Mia recogió todas sus cosas, guardo en un usb su tarea y decidió imprimirla en el ordenador de la Srta. Yuri. Se instaló sin problemas en esa mesa de cristal y con ese gran ordenador empezó a trabajar, imprimó el horario de su jefe y se lo entregó sin problema alguno, ahora era ella la que tenía que ir confeccionando un horario para la semana. Algo fácil si lo comparaba con los dichosos permisos que le denegaba el Ayuntamiento.

A Mia le pareció un puesto demasiado fácil, sus únicas tareas eran, coger el teléfono para su jefe, apuntar citas en la agenda, ordenar papeles y mirar si lo que Mia enviaba a su jefe estaba bien. Eso era todo, esa era la función que tenía la Srta. Yuri, coger el teléfono y programar citas, mientras su trabajo trataba de hacer llamadas al Ayuntamiento, programar derribos o nuevas construcciones, se encargaba de los materiales, proveedores, compradores, reuniones con el jefe. Lo mejor de todo es que ella seguía siendo la becaria y seguía cobrando un salario bastante bajo y la Srta. Yuri era la secretaria de su jefe, la que se llevaba el mérito y la que no hacía prácticamente nada a parte de intentar acostarse con él. Esa era su vida, becaria de la secretaria del jefe.

Llegó la hora de comer, Mia estaba hambrienta, con ganas de un italiano, tan solo recordar la última comida con las chicas allí, la felicidad que había sentido al comunicarles que era mamá. Mamá, esa palabra hacía que mil mariposas revolotearan por su tripa, era algo intenso y delicioso. Recogió el bolso junto a su móvil y se dispuso a salir con las chicas cuando su jefe le interrumpió.

-Mia, ¿te vas a comer?

-Sí Señor, ¿necesita algo?

-Sí, me acaba de llamar un importante empresario y le he dicho que hoy tendría lugar la reunión, parece que está interesado en la Avda. América, lo que significa que puede que vendamos antes de tener si quiera los permisos. Llámale y ponga para hoy sin falta una reunión. ¿De acuerdo?

-Sí señor, tendrá que ser a las seis y media, ya que a las seis tiene la firma de los cheques con el contable.

-Es verdad, bueno no te importa quedarte haciendo horas extra ¿verdad? Siempre viene bien el dinero. Te enviaré por email, un formulario de cómo preparamos la sala de reuniones ¿de acuerdo?

Es míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora