Capitulo 3

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Cuando Mia entro a su pequeño piso, se dio cuenta que reinaba el caos, el más completo caos, ¿le habían robado?, se dirigió corriendo a su pequeño joyero escondido en el armario, era de su abuela y en él tenía las joyas que ella le había regalado cuando era pequeña, al morir su abuela las conservo como si eso pudiera devolvérsela. Cuando se sentía sola por las noches, abría el pequeño joyero de piedrecillas lilas con un espejo en el interior donde guardaba las joyas en paredes de terciopelo rosa y cantaba amargamente la canción de cuna que su madre y abuela le cantaban cuando ella era pequeña. Todas las joyas estaban en su sitio, sus preciados zapatos también, al menos los quince pares que más le gustaban, los otros podría volver a comprárselos.

Lo que se fijó es que ahora tenía más espacio en el armario, que raro parecía que toda su ropa estaba allí, pero le sobraba bastante espacio, miró hacia la cama y fue en ese mismo momento cuando se dio cuenta que su sexy novio le había dejado, se había ido, entro en el baño como si fuera a encontrarlo detrás de la cortina de la ducha pero  no, él ya no estaba, aquel brasileño de piel bronceada, abdominales esculpidos en piedra y pelo oscuro, ya no estaba, le había dejado.

Emma siempre le dijo que él era un vago y un aprovechado, pero a Mia le volvía loca como era en la cama y siempre tenía la casa limpia él apenas manchaba, le gustaba salir de fiesta y no sabía cómo lo hacía pero siempre tenía dinero para entrar en las mejores discotecas de la ciudad, además él no trabajaba así que por otro lado Mia podría seguir manteniendo el piso sin dificultad,  como hasta ahora venía haciendolo. Pero Adenilton se había largado, así de fácil, se había ido en cuento se había enterado de los planes de Mia, no quería ser padre de alguien que no era su hijo, de echo no quería ser padre ni de sus propios hijos si los tuviera, a no ser que vinieran acompañados de dinero, mucho dinero.

Mia desesperada le llamó al móvil encontrándose con un intenso silencio al otro lado del teléfono, él no quería saber nada de ella, no le servía. Llorando por su soledad y por todo lo que había ocurrido aquel día, la muerte de Emma, su pequeño solo en el mundo y ahora su novio la dejaba sin decir adiós, ella no merecía ni siquiera un adiós. Con esas tristes palabras se durmió mientras lloraba sobre la mojada almohada.

A la mañana siguiente, Emma fue a uno de los mejores buffet de abogados de Nueva York, necesitaba ayuda si quería conseguir la custodia del bebe. Pensaba hacer horas extra si era necesario, pero ella conseguiría al bebe, nadie se lo podría quitar y mucho menos la familia de Emma. 

Cuando llegó hasta el edificio, se quedó maravillada, un edificio de 72 plantas de altura, todas ellas acristaladas, haciendo que reflejara elegancia y poder por allí donde mirases. Entró en el edificio y allí donde posaba su vista era asombro lo que mostraba Mia, la primera planta era una recepción gigante, con grandes cristaleras y una mesa enorme de cristal donde cinco chicas y tres chicos uniformados atendían a la gente y hablaban por teléfono por una especie de auricular negro. Mia se acerco vacilante ante una chica rubia con sonrisa impecable y un pañuelo en el cuello negro y rojo, al igual que sus compañeras.

-Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla?

-Buenos días, soy Mia Suárez he quedado con el abogado Jace Black.

-Muy bien, un momento por favor- la rubia de sonrisa impecable, y empezó a teclear rápidamente. Mia miraba disimuladamente hacia los otros recepcionistas y se dio cuenta que allí todos eran guapos, altos y rezumaban elegancia por cada poro de su piel. – Sí, a las 9:00 a.m. ¿verdad?, suba al piso 70 verá que al salir del ascensor hay un mostrador dirigiese allí por favor. Pase un buen día.

-Gracias, igualmente.- cogió el identificador y se lo colgó en el cuello.

Mia se dirigió impaciente hacia el ascensor, le intimidaba estar en ese edificio. Cuando subió al ascensor no paraba de darle vueltas a la cabeza, de que algo no iba bien, miraba a su alrededor pero no conocía a nadie, así que supuso que eran nervios e intento tranquilizarse alisándose la falda que llevaba. Al salir del ascensor vio una recepción más pequeña que la de abajo, había una rubia con el mismo pañuelo negro y rojo. Esta le indicó a la sala en la que le estaban esperando, golpeo la puerta y entró.

- ¿Puedo pasar?

-Por supuesto que sí, mi hermano ya se iba ¿verdad? – Jace Black miró penetrantemente a su hermano con algo de ¿ira tal vez?

-Sí, ya me iba, luego hablamos- sin mirar si quiera a su hermano se dirigió a su despacho, cruzó la mirada con Mia y se quedó maravillado ante la mujer que tenía delante. Una hermosa mujer morena, con rasgos latinos, pecho generoso y cintura marcada, se imponía con unos altos tacones negros falda de tuvo negra y blusa rosa chicle, el pelo moreno claro, lo llevaba recogido en una hermosa coleta alta. Era perfecta, con esa mirada aniñada y asustada, era la mujer más perfecta que había visto.

-James, te vas a ir ¿o qué?- su hermano perdía la paciencia cada vez que le observaba mirar a una mujer de esa manera, como si la desnudara con la mirada, estaba claro que era el mujeriego de la familia, pero ella era una cliente, podría ser una buena cliente con dinero.

-Buenos días Srta...

-Suárez, Mia Suárez, un placer y usted es...-se quedó estática sin saber que más decir, era un guapísimo moreno, altísimo, ella iba con tacones y el le pasaba casi la cabeza, ojos penetrantes y se notaba que estaba en forma con aquel traje azul a medida. Y qué sonrisa, de esas que quitan el hipo, era impresionante y parecía que él lo sabía por la forma en que la miraba.

-Soy James Black, abogado y uno de los jefes de esta maravillosa empresa.

-Y yo soy Jace Black su nuevo abogado- Jace al ver el poco caso que le hacia su hermano decidió meterse por medios para que nada le pudiera estropear ese importante trabajo. – Por favor, Srta. Suárez, tome asiento, ¿desea algo para tomar? ¿Café, te, agua?

-Un café estaría bien, gracias

-Claro, un momento mi secretaria se lo hará a su gusto. ¿Quieres algo más James?

-¿Eh?

-¿Si quieres algo más?

-No, no ya me iba...Ha sido un placer conocerla Srta Suárez, espero volverla a ver.-Y sin más que decir se fue a su planta sonriente como si no hubiera discutido con su hermano por aquella estúpida reunión familiar. 

 “Lo inevitable rara vez sucede, es lo inesperado lo que suele ocurrir. John Maynard Keynes”

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El de la foto es el sexy de James Black <3

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