Capítulo 26

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Era hora de despertar, o eso decía el despertador de Mia, James de mal humor soltó a Mia y se dio la vuelta, no podía creerse que ella siguiera despertándose tan temprano, no era normal. En cambio, Mia apagó el despertador y se dirigió a la ducha como hacía todas las mañanas, pero de camino a su puerta se detuvo. La noche anterior ella y James lo había hecho, realmente lo había hecho, se dio la vuelta y le observó dormir abrazado a la manta, con el pelo enredado y con sus labios ligeramente abiertos, sonrió ante tal natural pose, de aquel hombre que se expresa prepotente y chulo pero que en esos momentos era muy tierno mientras dormía.

Se dio una ducha rápida y se vistió pensando mucho en qué ponerse, hoy era día de hacer muchas entrevistas, quería un aspecto recto, pero a la vez informal, cómo se consigue eso, pues Mia no tenía ni idea, al final, solo sabía qué zapatos iba a ponerse. Así que en ropa interior y con sus zapatos negros y por qué no decirlo, sexys, se dirigió a la cocina a preparar su desayuno, el del pequeño y el de James si se dignaba a despertarse. De acuerdo era muy temprano, pero en ese momento se dio cuenta que no estaba sola en casa, y que iba en ropa interior y en zapatos cual película porno mala, pero muy mala. Así que se dirigió de nuevo a su habitación y sin hacer ruido con los tacones inspeccionó su armario. Después de otros cinco minutos hablándose sola, decidió que iba a ponerse un simple vestido negro, un poco escotada, pero con una chaqueta disimularía. Se dio la vuelta rápidamente para ir a despertar al pequeño, pero observó como un atento James miraba desde la cama con la boca formando una "o".

- ¿Estas despierto? - Mia se ruborizó ante el pensamiento de que él le haya visto hablándose sola y desnuda mientras descartaba ropa.

- La verdad que no sólo estoy despierto...- James miró hacia abajo, donde las sabanas se alzaban ligeramente.

- ¡Oh por Dios James! - Una ruborizada Mia salía a toda prisa de su habitación, mientras se tapaba la cara con las manos.

- ¡Cómo si no la hubieras visto! – James dando una sonora carcajada, se levantó de la cama dispuesto a ducharse con agua terriblemente fría.

Se vistió elegantemente, como siempre lo hacía, esta vez usó un traje negro, con camisa blanca y corbata negra, no es que quisiera ir a juego con Mia, pero justamente le apetecía el color negro para ese día...

Apareció en la cocina, donde Mia le daba el biberón al pequeño, poco a poco tendría que empezar a darle papillas, pero por ahora ella se negaba hasta la próxima revisión con el doctor. James había mirado por internet y según "San Google", a partir de los siete meses era propicio introducir las papillas poco a poco, según ella, a su bebé no lo criaría "San Google".

James se acercó hacia la cafetera sirviéndose una buena taza de café, tenía que aceptarlo, Mia tenía el mejor café de todo Nueva York, no sabía cómo lo preparaba o cómo lo hacía, pero él había vuelto loca a su secretaria para que le hiciera mil tipos de café de diferentes marcas y clases, y nunca habían igualado al café que le preparaba ella por las mañanas, tendría que contratarla para que le hiciera el café. A él, sólo a él.

-El café está delicioso como siempre Mia- Besó suavemente su cabeza mientras se acercó al bebé para acariciarle la cabecita, parecía que ésta solo crecía, ¿era cosa suya o tenía la cabeza grande? – ¿no tiene la cabeza muy grande para ese cuerpo tan pequeño?

Un extraño grito de indignación salió de los labios de Mia, se levantó rápidamente observando al bebé con cariño y dirigiendo una mirada envenenada hacia James, ¡cómo se atrevía a decirle a su hijo cabezón! Hombre un poco grande la tenía, pero el pequeño había estado enfermo, era normal, tenía que coger todavía mucho peso.

Es míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora