Capitulo 9

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“Puede ser que no tenga ni un peso en mi bolso, pero tengo una sonrisa en el rostro y eso vale más que todo el dinero del mundo. Don Ramón” (Actor de la serie Chavo del 8).

Creo, que por hoy es suficiente, apagaré el ordenador, evitaré mirar la mesa de la Srta. Yuri que esta de un humor de perros desde ayer, sin embargo, yo no puedo dejar de sonreír. A parte de que es viernes, lo que significa que tengo todo el finde libre, por fin mi bebe es mío, por fin puedo decir que tengo un hijo. Aunque la verdad que no tengo a mucha gente a la que decirlo, Emma era todo lo que yo tenía en Nueva York, pero en la oficina me llevo muy bien con algunas compañeras, después de dos años no esperaba menos de mi.

Invité a Maddie, Alice y Rose a comer, casi siempre estamos juntas las cuatro para comer, somos como las cuatro mosqueteras dentro del trabajo, me ayudaron mucho cuando llegué aquí, sobre todo Maddie. Alice es de estatura normal con un rubio intenso y una dentadura perfecta, es una mujer casada y con hijos, buena esposa, mejor cocinera, no he probado unos espaguetis con salsa carbonara y boletus mejores en toda mi vida, y mira que a mí la salsa carbonara ni fu ni fa, pero esa me encanta, además con boletus, no sé le da un toque especial.

Rose, bueno ella simplemente es una mujer luchadora, ha sacado a su familia adelante con el sudor de su frente, se separó cuando nació su tercer hijo, tiene tres varones, Alex, Will y Albert. El pequeño es un dulce de tan solo 2 años, su marido le maltrataba, no era algo que todos los días hiciera, pero al nacer su pequeño, supo que no podía tolerarlo más. Desde entonces, Maddie siempre dice que tiene la sonrisa pegada a la cara y que siempre ayuda aunque no pueda. Conmigo desde luego se ha portado muy bien, me acogió junto a Maddie dándome instrucciones de cómo tratar a la Srta. Yuri y fue muy amable al aceptarme en el grupo que tenían.

Bueno, digamos que la Srta. Yuri es un poco ligera, ella quiere acostarse con el jefe desde tiempos inmemorables, el pasa de ella o eso creemos, él está casado y tiene una altísima hija que pronto acabará la universidad.

El caso, es que me emocioné en la comida, bueno en realidad nos emocionamos todas, siempre soñé con ser mamá, no de esta forma por supuesto, pero siempre quise serlo.

-Bueno, chicas os he invitado a comer porque tengo que deciros algo muy importante y espero que os haga tan felices como a mí me está haciendo.

-¿Tiene algo que ver con ese coche de ayer?-Preguntó una curiosa Alice.

-¿Coche? ¿Qué coche? Sigo teniendo la misma tartana.

-Jaja no cielo, lo que Alice se refiere es que ayer saliste a comer en un coche elegante, con un señor que te abría la puerta uniformado.

-¡Ah! Frank, si pero no, él es mi abogado, bueno en realidad su hermano es mi abogado, él es el abogado de los padres de Emma, tenía que firmar unos papeles, porque bueno, SOY MAMÁ

-¿Ha dicho mamá?

-¿Mamá?

-¿Cómo que mamá?

Se miraban entre sí, sin logar entender lo que estaba sucediendo, hasta que al fin me miraron y...

-¡¡¡ERES MAMÁ!!! – todas al unísono gritaron en mitad del restaurante. Se levantaron de la mesa felicitándome y dándome besos.

Después de aquello me estuvieron dando consejos, de cómo cuidarlo, qué comprarle cuando salga del hospital y demás cosas. Creo que fue ahí cuando entendía los 5.000$ para el bebé, pero ¡cómo necesita tantos pañales! Creo que me haré socia capitalista de alguna marca de pañales y así igual me hacen oferta.

Al llegar al hospital, hablé con el doctor como siempre hacía, me comentó que si no se infecta a más tardar tres semanas tendría el bebé en casa. Después me dirigí pensando en todo lo que tenía que preparar en mi casa para el bebe, el necesitaría una cuna, los dichosos pañales, y ropa, mucha ropa, en especial bodies porque, por lo que me dijo Rose, sus niños estaban más con bodies, que con calcetines. Me dirigía hacia allí sin ver, me sabía los pasillos de memoria, después de tantos meses, saludé a la enfermera y le hice señas para que me llevara al bebé a la salita para poder estar con él. Al darme la vuelta vi sin ver a un hombre alto, que salude por educación y me dirigí hacia la salita, cuando entré mi bebé, estaba agitando sus manitas al aire queriendo coger los juguetes que tenía en esa cunita.

Es míoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora