Capítulo 14

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La semana pasó volando para Mia, donde todos los días se encargaba de llevar un café irlandés para su jefe y uno con leche para ella, como siempre hacía. La Srta. Yuri no apareció en toda la semana, cosa que sorprendía a Mia y a la vez agradecía por no tener que aguantarla un día más. El verano se iba acabando, dando paso al mes de septiembre, donde las noches eran más frescas y empezaba a anochecer un poco antes, este era el último mes que Mia estaba como becaria, se habían pasado los dos años volando y tenía la esperanza de que su jefe le renovase, si no, con un bebe a cuestas estaría en una situación muy incómoda.

Era viernes, último día de la semana y con la cuenta atrás de la llegada del bebe, el lunes iría a recogerlo al hospital después del trabajo, ya tenía todo preparado para él, los pañales, bodis, la cuna, el puf azul a juego con las paredes, solamente faltaba un pequeño armario donde guardar la ropa del bebe y todo estaría completo. Soñaba con ese momento, tenerlo en sus brazos y enseñarle donde iba a vivir en los próximos años.

Pero bueno, por ahora se dirigía a la oficina y como no, con un café irlandés y uno con leche, eso sí, esta vez había traído unos cuantos pasteles que su vecina le había pasado esta semana, la verdad que la Sra. Graice llevaba toda la semana pasándole pasteles y tartas diarias, la mayoría de chocolate, un par de días se quedó en su casa a cenar con la escusa de traer tarta.

Al llegar a la oficina fue una de las primeras en llegar y se dispuso a encender el ordenador de la Srta. Yuri e imprimir la agenda que tenía su jefe para hoy. Había sido una semana larga y solo quería terminar cuanto antes el día y volver a la cama.

-Buenos días Mia-su jefe entro a la planta y se paró enfrente de Mia, mirando con deseo los nuevos pasteles que tenía Mia sobre la mesa.

-Buenos días señor, mi vecina volvió a traerme pasteles, si quiere coger adelante. –Sabía que no se podía resistir, la debilidad por los dulces le podía.

-Sí, cogeré un par, dile de mi parte que son deliciosos, y por favor Mia, te he dicho unas cuantas veces que no me digas de usted, eso solo déjalo para cuando estemos rodeados de señores trajeados, mientras tanto no.

-Lo siento señor, es la costumbre.

-Desacostúmbrate entonces, bueno me cojo uno más que estoy hambriento.

-Por mí se los puede llevar todos, aun tengo en casa dos pasteles de chocolate y un tiramisú.

-La Sra. Graice es un ángel, lástima que no sea mi vecina.

Con ese pensamiento se adentró en su oficina, con eso y con cuatro pasteles de chocolate, cosa que sabía Mia que le durarían lo que tardase en sentarse. A la hora de la comida vendría por más y si dejaba alguno, estaba claro que se lo llevaría a su casa.

Durante toda la semana Mia no pudo dejar de pensar en lo que pasó el lunes con James, desde entonces, ella se había preguntado si respondió bien a James, si haberle pegado tan sonora bofetada estuvo bien y si no debía llamarle para pedirle disculpas, aunque claro, se acordaba de las palabras “todas matarían por entrar en este coche” y se le pasaban las ganas de llamarle, cómo una persona puede ser tan egocéntrico, cretino y chulo, desde luego su hermano Jace era todo lo contrario, una persona con quien a ella le encantaría tener una amistad y, la verdad que el chico no estaba nada mal, todo había que decirlo. Por qué no llamaba a Jace para cenar, tal vez iba siendo hora de salir de su cueva y poder socializar un poco más con alguien que no sea su bicicleta estática y los pasteles de la Sra. Graice.

-Buenos días, Black&Red en qué puedo ayudarle.

-Buenos días, verá soy Mia Suárez quería hablar por favor con Jace Black.

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