Capítulo 25: Di Angelo.

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—Ven, vamos a bailar —invitó Leo a Calipso, sin espera de una respuesta, se levantó de su lugar y la guío directo a la pista.

Una vez concluida la ceremonia, se dio lugar a la dichosa celebración.

Los chicos estaban sentados en una mesa que se les había asignado. La mayoría de ellos disfrutando de la buena música en la pista de baile, por el otro lado, algunos preferían mantenerse fuera de eso.

—No me ha invitado, se llevado a Reyna, me siento fatal —confesó Piper afligida.

—No te desanimes, puedes bailar con alguien más, están Leo, Nico, Frank y demás invitados a los que puedes conocer, quizá una de ellos sea mejor que él —respondió Annabeth; no muy segura de convencer a Piper con lo último.

—Tienes razón, no todo gira en torno a Jason, si me disculpas, ¡ahora mismo me voy a bailar! —se levantó decidida, sorprendiendo a la rubia en el acto.

—¡Esa es la actitud! —la animó Annabeth—. Ahora, en marcha y ve a divertirte.

—Deséame suerte.

—Eres Piper Mclean, no la necesitas.

—Te he traído algo de ponche, está delicioso —comentó Thalia en cuanto llegó y tomó asiento a su lado.

—Oh, gracias —Annabeth sonrió seguido de dar un sorbo a la bebida. Ese sabor se le hacía familiar... —¡Este es el ponche que había en la fiesta de Halloween! —exclamó ella con entusiasmo al recordar de dónde había probado aquel ponche antes.

—¿Qué?

—Este ponche que estamos bebiendo es del mismo que hubo en la fiesta de Halloween—explicó Annabeth—, estoy cien por ciento segura de que es este.

Thalia asintió, sin mucho interés, mientras daba otro sorbo a su vaso y de un momento a otro terminó escupiendo éste al ver a la persona detrás de Annabeth, mojando de paso a la rubia con dicha bebida.

—El hecho de que ame el sabor de este ponche no quiere decir que también me gusta tenerlo en mi cara.

—Lo lamento, pero, ¿esa no es Rachel?

—¿Qué? —se volvió en dirección hacia donde Thalia miraba.

Definitivamente se trataba de Rachel Dare, aunque no estaba sola, acompañaba a su padre, quien alegremente conversaba con gente que daba pinta de ser colegas suyos.


—Voy a hablar con ella —declaró Thalia mientras se levantaba de la silla.

—Claro... espera ¿qué? No, Thalia.

Pero ya era tarde, Thalia se dirigió ahí, antes de llegar, estando a medio camino tomó su celular y tecleo en este. Pronto el celular de Annabeth comenzó a sonar, ella atendió sabiendo quien era.

—¿Qué pasa?

—Voy a hablar con Rachel a solas, pero mientras lo haga mantendré el teléfono encendido para que puedas escuchar, no voy a ir de nuevo contigo cuando terminemos de hablar, para que no haya sospechas.

—Thalia no es una novela de espías para que actuemos de tal forma, además no quiero estar sola —aclaró Annabeth.

—No me juzgues, pero eso lo hace más emocionante, y si no quieres estar sola, ¡ponte a bailar! No cuelgues, adiós —finalizó.

Annabeth la vio guardar su celular en el bolsillo de su chaqueta de cuero y seguir el paso hacia Rachel. Mientra tanto, Annabeth decidió limpiarse el ponche de la cara con una servilleta.

Cuando hubo llegado, Thalia se acercó hasta Rachel. Al darse cuenta la chica se volvió hacia ella.

Hola Rachel —Annabeth escuchó el saludo de la azabache a través de la línea.

¿Hola?—saludó la pelirroja algo dudosa.

¿Podemos hablar?— preguntó.

Adelante —respondió Dare.

En privado —agrego después.

¡Oh! Claro, vamos a...

Por ahí.

Annabeth miró en ese instante el lugar que Thalia señaló para hablar con la chica. Al ver que señaló cerca de los baños se volvió a voltear hacia el florero en su panorama anterior, para no levantar sospechas (Annabeth no puede creer que le esté siguiendo el juego), y siguió escuchando, sin ponerse el teléfono en la oreja; sino en altavoz.

¿Y de qué quieres hablar conmigo? —preguntó Rachel una vez estuvieron "a solas".

¿Qué haces aquí? —al escuchar eso Annabeth no puedo más que pensar que Thalia había sido demasiado directa.

Siempre tan directa, ¿no? —señaló Rachel con un tono de diversión en su voz.

Ya debería saberlo —respondió Thalia indiferente.

—Bueno, lo que pasa es que mi padre y el señor Di Angelo se conocen, diría que son muy buenos amigos, ya sabes, pues ellos son empresarios, y eso, por tal razón fuimos invitados —respondió a su pregunta Rachel.

Oh, no lo sabía, Hazel no lo mencionó, supongo que tampoco ella no sabía...

Nico y Bianca me conocen Thalia, soy amiga de Bianca Di Angelo.

¿Qué?

Antes de que el señor Di Angelo conociera a Marie, cuando la familia Di Angelo vivía en Italia, mi padre me llevaba de vacaciones allá, a veces me quedaba en su casa, otras no. Cuando iba, pasaba mucho tiempo con Bianca, ya que Nico era algo tímido y bueno, eso lo hacía más complicado, pienso que nunca le agrade... Por esa razón Nico casi ni me habla cuando nos veíamos en la secundaria, no éramos muy cercanos ni lo somos —dijo lo último con algo de lástima—. Y bueno, cuando yo estaba con ustedes no lo mencioné porque, bueno, lo consideraba personal —aclaró una duda que se comenzó a preguntar ella, y tal vez también Thalia.

Okay, gracias por aclarar las dudas... e incluso de más, debo ir por algo de beber... adiós —se despidió Thalia.

Luego de quince segundos, la llamada se cortó. Annabeth levantó la vista para ver dónde se encontraba Thalia, pero ni rastro de ella había.

¿Rachel había dicho la verdad? Fue lo que después se empezó a preguntar Annabeth. Durante los años que conoció a Rachel, que fueron los primeros dos y medio de secundaria, fue cierto que no los menciono, ¿pero habría una razón del por qué hacerlo? ¿Y por qué Nico no fue su amigo? Bueno, quizá aquello sí tenía una respuesta... Tantas preguntas fueron las que comenzaron a inundar su mente, pero aquel no era el momento (mucho menos desde su lugar); sabía que no conseguiría las respuestas.

—Hasta que te encuentro.

—Oh, hola Hazel —respondió con la mirada perdida en aquel florero, se maldijo por ello en cuanto se percató de que se noto ausente, pues Hazel era de aquellas que se preocupaban mucho, y no tardaría en preguntarle qué le pasaba.

—¿Qué te pasa? ¿Está todo bien?

Eso era a lo que se refería.

—Eh... ¡sí!, todo está perfecto, ¿sabes? Tengo ganas de bailar, ven vamos —se apresuró a decir mientras tomaba a Hazel del brazo y se la llevaba a la pista de baile.

La canción en ese momento era más alegre que la anterior.Ambas comenzaron a bailar siguiendo la música, aunque a veces realizaban pasos ridículos; como fingir que marchaban o la macarena, por lo que ambas terminaban riendo de lo que hacían.Pronto comenzaron a moverse de aquí para allá. Hazel tomaba a algún invitado mientras le daban una vuelta, para después hacer lo mismo con otro. Mientras que Annabeth se acercaba y chocaba la cadera con la primer persona que veía.No faltaban las miradas raras que les mandaban algunos invitados a las chicas, por actuar de tal manera. Pero ellas sólo querían poner algo más de diversión a la fiesta.Y su plan había funcionado, pues no tardó la gente que se les unió a su locura.La celebración no podía ser más divertida esa noche.  

T & O es porque te odio || PercabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora