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Oía ruidos aunque muy lejanos. Les costó reconocerlos en un principio pero luego hubo uno que destacó sobre los demás. Un constante pitido suave que sin embargo, le resultaba muy familiar. Quería abrir los ojos pero le pesaban los párpados y un extraño sopor le invitaba a seguir durmiendo un poco más. Debió hacer algo sin darse cuenta porque una voz grave comenzó a llamarle suavemente. ¿Era Derek? Sí, era él. Pero tenía sueño y no le apetecía mucho en ese momento despertarse. Quería seguir tumbado en la cama junto a él. Así, dejo llevarse un poco más por el sueño.

_ Stiles, vamos. Despierta... -le habló Derek mientras tocaba su mano, acariciándola con la yema de sus dedos. Viendo cómo seguía durmiendo, Derek suspiró pesadamente. Casi le tenía ahí y de nuevo le perdía. La espera estaba resultando demasiado frustrante. Llevaban ya cuatro días sin muchos cambios, salvo el hecho de que poco a poco la inflamación cerebral había ido disminuyendo sin que los médicos encontrasen por el momento algún tipo de daño. Disminuyéndole por ese motivo la sedación, esperaron a que fuese el propio Stiles el que despertara.

_ Esto lleva su tiempo, así que no nos queda otra –le comentó Melissa nada más entrar en la habitación con un carrito lleno de varios utensilios y vendas limpias.

_ Juraría que iba a despertarse. Sólo le faltaba un poco.

_ Quizás su cuerpo aún no ha eliminado del todo el sedante pero él es fuerte. Se despertará pronto. ¿Comenzamos? –preguntó tendiéndole un par de guantes de látex a Derek. Éste simplemente asintió para acto seguido, ponérselos. Desde que comenzaron a cambiarle las vendas a Stiles, Melissa nunca lo hacía sola pero al no tener quien le echara una mano para levantar a Stiles lo suficiente como para poder vendarle sin hacerle daño, Derek decidió aquella vez ayudarle. Para sorpresa de la enfermera, éste levantó a Stiles como si pesara igual que una pluma pero con tal delicadeza y cuidado que le hizo sospechar que había algo más que una simple amistad.

Mientras cortaba las vendas, Derek se limitó a mirar a otro lado. Melissa le miró de reojo, siguiendo a lo suyo. Aun recordaba su rostro cuando vio por primera vez las cicatrices y los puntos de sutura que había sobre el cuerpo de Stiles. La rabia que vio incluso en su mirada le hizo actuar rápido para calmarle, recordándole que él no tenía la culpa y que lo peor ya había pasado. Con detenimiento, observó cómo las heridas iban cicatrizando perfectamente para acto seguido, limpiarlas bien y volver a colocarle vendas limpias. Nada más terminar, Derek colocó despacio a Stiles sobre la cama mientras Melissa revisaba las vías del suero y el oxígeno. Con todo listo, salió de la habitación advirtiendo a Derek que no debía estar allí mucho tiempo. Como en días atrás, Derek usó su mejor sonrisa, consiguiendo así que Melissa le dejara por imposible.

Derek sabía que su padre no tardaría mucho en llegar. El sheriff pasaba todo el tiempo que podía pero admitía a su vez que pasar tanto tiempo allí le estaba desquiciando. Malos recuerdos unidos a una extraña sensación de no haber sabido cuidar bien de su hijo le carcomían. Pero el hecho de saber que él iba a verle y que pasaba bastante tiempo en su habitación, conseguían que olvidase todos sus temores y fuese a cerciorarse de que su hijo estaba bien.

_ Esto es muy aburrido, Stiles. Si estuvieses despierto podríamos hablar. Bueno, tú hablarías por los dos. Siempre lo haces. Además, esa máquina me pone de los nervios –comentó mientras se acercó a él para acariciarle el rostro. Aprovechando que estaba a solas con él, volvió a besarle como hacía siempre que tenía oportunidad.

_ Vamos Stilinski. No puede ser que se te hayan pasado ya las ganas de hablar –comentó con ironía mientras apoyaba su frente sobre la de él.

_ En tus sueños, lobo amargado.

Derek se apartó con rapidez al oír a Stiles, descubriendo como éste le miraba somnoliento y sonriendo cansadamente. Reprimiendo las ganas de abrazarle fuertemente, Derek se limitó a besarle de nuevo pero esta vez sin la delicadeza de las veces anteriores. Al separarse, oyó a Stiles reírse suavemente.

El Alfa entre los AlfasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora