Después de ciertos demonios, no cualquier infierno te quema.
Las personas dañadas son peligrosas, ellas saben cómo hacer que el infierno se sienta como en casa.
Aquellas pequeñas gotas saladas seguían resbalando por mis mejillas, tampoco ayudaba el dolor que sentía en ambas muñecas que seguían aprisionadas por el alambre.
En el lugar que nos encontrábamos comenzaba a faltar oxígeno. Apreciaba como la respiración de Lucy se iba ralentizando junto a sus sollozos. Viré mi cuerpo hacia ella, colocándome de costado.
—¿Qué está pasando Kylie? —preguntó, sollozando.
Y lo peor de aquella tristeza es que no podía contestar a esa pregunta porque ni yo lo sabía.
—No lo sé, Lu... —suspiré. —...ahora estoy muy asustada...
Lucy tragó saliva y viró la mirada hacia otro lado, dejando la mirada perdida.
—Lucy, mírame... —susurré. —...tienes que calmarte, vamos a salir de esta.
—¿Como estás tan segura?... —preguntó. —...además, ¿quiénes son? ¿los conoces?
Asentí con la cabeza, afirmando a una de sus preguntas.
—¿Cómo es posible? —preguntó, frunciendo el ceño.
—Uno de ellos es Justin Bieber, con eso te lo digo todo. —susurré.
—No vamos a salir de esta, Ky. —negó con la cabeza.
—¿Por qué dices eso? —pregunté.
—Una vez que entras en su juego, no hay salida.
—¿De qué estás hablando?... —pregunté, confusa. —...¿de qué juego me estás hablando?
—Nosotras somos títeres en su juego, Ky... —tragó saliva. —...si quieres salir de esta, tenemos que hacerlo antes de que sea tarde. Necesito que cojas mi móvil del bolsillo trasero de mis pantalones.
Lucy facilitó la hazaña dándose la vuelta y ambas nos posicionamos de espaldas a la otra, por lo que destensé mis dedos antes de sostener el teléfono móvil en mis manos. Nuestros rostros fueron iluminados por el teléfono móvil y viré mi cabeza todo lo que pude para desbloquearlo.
—Mierda, Lu... —gruñí. —...tu contraseña.
—Cero, ocho, cero, seis... es el día en que empezamos a salir Tom y yo... —sonrió ante su recuerdo. —...lo extraño tanto en estos momentos, que olvidaré el error que cometió al dejarme correr hacia a ti y dejar que nos llevaran con ellos.
Me dispuse a insertar la contraseña, hasta que escuché sus palabras.
—Espera... —tragué saliva. —... ¿Tom estaba contigo cuando nos secuestraron?
—Sí... —asintió con la cabeza, sollozando. —...se supone que tenía que hacer algo, ya que él es...
—¿A quién se supone que tenemos que llamar? —pregunté exasperada, interrumpiéndole.
—Llama a Andrew, su padre es policía... —comentó, controlando su llanto.
Viré nuevamente la cabeza para buscar en los contactos y inicié la llamada, colocando el altavoz.
—¿Lucy?... —dijo una voz tras el teléfono. —...¿a qué se debe tu llamada, nena?
De repente el vehículo en el que nos encontrábamos frenó de golpe provocando que el teléfono se desprendiera de mis manos y recibiendo un golpe seco con el extintor que había a un lado.
—¿Has escuchado eso? —preguntó Justin.
Mi respiración se volvió frenética, y me olvidé por completo lo que era respirar correctamente.
—¿Lucy? —volvió a hablar aquella voz, tras el teléfono.
Justin se bajó del coche haciendo resonar la puerta siendo cerrada.
—¡Andrew!... —gritó. —...¡tienes que ayudarnos, Just-
La puerta de donde nos encontrábamos fue abierta, provocando que un golpe de aire nos golpeara contra el rostro.
—¿Andrew?... —preguntó Justin, malhumorado. —...¿quién diablos es Andrew?
Pude sentir como Lucy se estremecía ante sus rugidos provocando que no abriera la boca para responder.
—¿Me vas a responder, perra? —gruñó, sosteniendo su cabello en un puño.
Lucy volvió a sollozar, intentando librarse de su agarre.
—¿Lucy?... —se escuchó nuevamente, tras el teléfono. —...¿qué está pasando?
Justin viró su cabeza hacia mí y me estremecí ante la tensión que irradiaba su mirada. Recorrió la mirada por los huecos de donde nos encontrábamos hasta que el teléfono móvil fue visible ante sus ojos, de inmediato, liberó el cabello de Lucy con un fuerte empujón que provocó recibir un duro golpe en la cabeza con la superficie en la que estábamos apoyadas.
Justin sostuvo el teléfono móvil visualizando la pantalla antes de llevarse el teléfono a su oído más próximo.
—Así que tú eres Andrew... —susurró junto a una sonrisa maliciosa. —...no, Lucy no se puede poner en estos momentos, ve a follarte a otra.
Lanzó el teléfono móvil fuera de nuestro alcancé, tras finalizar la llamada.
—¿Me creíais tan imbécil?... —nos preguntó, observándonos. —...¿ese era tu teléfono?
Lucy asintió con la cabeza, sin articular palabra.
—¿Y el tuyo? —me preguntó.
—No funciona, cayó al mar... —tartamudeé. —... ¿no te acuerdas?
—Cariño, los demonios viven en mi interior y este infierno puede quemarte como no me digas donde tienes el puto teléfono. —siseó, con la respiración agitada.
Mi mirada señaló el bolso que tenía amarrado alrededor de mi cuerpo y tras fulminarme con la mirada, me lo arrebató partiendo el asa, en un raudo de tiempo.
—¡Te a dicho que no funciona!... —gritó Lucy. —...¿eres sordo o qué?
—Cody. —susurró Justin, sin apartar la mirada del interior del bolso en la búsqueda del teléfono móvil.
Cody apareció frente a nosotras de un momento a otro con una jeringuilla en una de sus manos, mi respiración se atascó al momento que la otra mano retuvo la nuca de Lucy manteniendo su cuerpo inmóvil por unos segundos en los que inyectaba la jeringuilla y vaciaba su interior.
Mis manos comenzaron a temblar y mi respiración comenzó a acelerarse de la misma cólera, antes de que retirara su brazo lejos de ella conseguí clavar mis dientes firmemente en su brazo.
—¡Serás perra! —gruñó Cody, sosteniendo su brazo.
Justin comenzó a carcajear ante la situación provocando que frunciera el ceño a la espera de otra reacción alternativa más belicosa.
—¿Te hace gracia? —cuestionó Cody, airado.
—Admite que a sido gracioso... —comentó, encogiéndose de hombros al mismo tiempo que cerraba la puerta del maletero. —...la chica tiene carácter.
Dejé de luchar contra la oscuridad, y me di cuenta que siempre fui parte de ella.
—¿Recuerdas cuándo éramos pequeñas y nada nos importaba?... —preguntó Lucy. —...me encantaba esa realidad.
Me gustaría despertar para hacerme saber que esto es un completo sueño, o peor una pesadilla.