020: De quién me debo proteger es de ti.

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Cuando estás en el infierno, solamente el diablo puede ayudarte a salir.

Las peores pesadillas son las que sentimos despiertos.

Mi respiración se entrecortó mientras que mis ojos no lograban pestañear ni para desprenderse de las lágrimas que iban acumulándose en ellos, la mano en la que estaba sujetando el revólver no dejaba de temblar provocando que el revólver se desprendiera del calor de mi mano y se desplomara contra el suelo, al igual que mis piernas se desvanecían contra la superficie del suelo.

¿Kylie? —susurró Taylor, aproximándose con sumo cuidado.

Negué con la cabeza respondiendo a lo que tal vez su cabeza se preguntaba, una lágrima cayó por mi mejilla hasta posicionarse en el borde de mi labio superior, pero gracias al temblor que mi mandíbula ejercía se deslizó por ella hasta adentrarse a mi boca.

Al mismo tiempo que degustaba el sabor salado de mis lágrimas observaba el cuerpo inerte de Tom, el cual se encontraba desplomado sobre la superficie del suelo sin mover un solo músculo de su cuerpo. Era la única culpable de la falta de aire que entraba y salía de sus pulmones, de su falta de pulso y de la sangre que brotaba fuera de su cuerpo exánime.

Lo he matado... —sollocé, sintiendo mi cuerpo impactar contra el suelo. —...he matado a una persona.

Mi cuerpo se estremeció al sentir junto a mí el calor de uno de los presentes, no sabía de quién se trataba, pero lo único que deseaba era cerrar los ojos para no volver a abrirlos de por vida.

Sabía que no se trataba de un sueño, estaba viviendo la peor de mis pesadillas por lo que acuné con mis manos la parte anterior de mis piernas junto con mi cabeza, la cual sostenía mis piernas.

Será mejor que salgamos de aquí cuanto antes... —mumuró, Justin. —...encargaros del cuerpo.

No me importó que Justin me acogiera en sus brazos para levantarse y salir de aquel lugar cochambroso, una ráfaga de viento impactó contra mi rostro al salir al exterior.

Logró colocarme sobre el asiento del copiloto de la furgoneta por lo que descansé mi cabeza sobre la frescura del cristal, podía observar mi reflejo a través del cristal y mis manos trataron de alcanzar mi reflejo pero en cuanto mis dedos palparon el cristal pude apreciar la oscuridad de mis ojos, jadeé atemorizada.

Aquel demonio con aspecto de ángel, era yo.

Tragué saliva, sentía la pesadez en mis ojos y el cansancio se acumulaba en mi organismo, logré descansar mis ojos durante un pequeño tiempo.

Al despertar de mi ensueño mi cuerpo agradeció la comodidad de encontrarse sobre un colchón y mis ojos observaron a la persona que se encontraba sentada en el borde de esta, observándome detenidamente.

¿Por qué lo has hecho? —preguntó.

¿Qué es lo que he hecho que no te a gustado? —fruncí el ceño.

Sabes a lo que me refiero, Kylie... —mumuró. —...¿cuál es el motivo que te a armado de valor para disparar con una pistola a un tipo?

No sabría decirte. —susurré, negando con la cabeza.

Puedes intentarlo... —lamió su labio inferior. —...tengo todo el tiempo del mundo.

El momento en el que vi que el peligro te acechaba, me armé de valor para disparar porque al pensar que podía perderte algo dentro de mí se encendió... —tragué saliva. —...tampoco pensé en las consecuencias de lo que hacía. En ese momento necesitabas que alguien cuidara de ti, que se asegurara de que no te pasara nada y al ver que nadie reaccionaba, yo quería ser ese alguien.

¡Cuántas veces tengo que decirte que no necesito que nadie cuide de mí, sé cuidarme solo joder!... —gruñó. —...tenías que haber pensado con la jodida cabeza. ¿Y si en vez de no haber logrado dispararlo a tiempo, te hubiera disparado a ti?

¡He acabado con la vida de una persona, por el amor de dios!... —sollocé. —...y en lo único que piensas es en lo que hubiera ocurrido.

Logré reunir fuerzas para levantar mi cuerpo de la cama y solté un suspiro, codiciado.

No sé como demonios lo hice, pero lo hice... —negué con la cabeza. —...sentí que algo tomaba posesión de mí.

En todos nosotros vive un demonio... —murmuró. —...algunos días controlas al demonio y otros días él te controla a ti.

Negué con la cabeza al mismo tiempo que me sentaba en el borde de la cama restregando mis manos contra mi rostro, un peso se instaló a un lado del colchón y sentí como su brazo pasaba por mis hombros para formar un abrazo de costado pero lo aparté de inmediato, levantándome de la cama.

No... —negué con la cabeza. —...no me abraces.

Pero, ¿por qué? —frunció el ceño.

Por que me haces sentir protegida... —susurré. —...y, sin embargo, de quien me debo proteger es de ti.

¿Qué? —tragó saliva.

Desde que he entrado en tu vida, únicamente me a traído problemas sin yo crearlos y siento que mi ánimo está por los suelos en estos momentos... —sollocé. —...no sé el motivo por el que estoy aquí, tampoco sé lo que me depara el futuro, no sé nada de mi familia y no puedo salir de estas cuatro paredes salvo con alguno de vosotros. No sé porque me habéis retenido aquí, pero ten por seguro que lo voy a averiguar.

Pronto sabrás el motivo por el cual estás aquí... —lamió su labio inferior. —...y si en ese entonces quieres marcharte, estarás en todo tu derecho. No voy a retener a una persona en contra de su voluntad.

Es lo que has echo en un principio... —negué con la cabeza. —...no hay diferencia alguna.

Era por tu seguridad. —susurró.

¿Por mi seguridad? —fruncí el ceño.

Mi mirada se quedó observando un punto fijo de la habitación y sentía como una lágrima traicionera se deslizó por mi mejilla para que poco después se precipite hasta alcanzar la superficie del suelo.

Me estremecí al sentir la respiración de Justin impactando contra mis labios secos y sellados, nos encontrábamos a escasos centímetros del uno del otro. De repente, sentí la textura de sus labios contra los míos, sus labios eran delicados y el sabor de sus labios me impregnaba por completo, dejándome llevar.

Justin soltó un pequeño gruñido al sentir el roce que provocó su mano contra una parte de mi trasero, la suavidad de sus dedos rozaban la piel desnuda de mis brazos. Su cuerpo acogió el mío con lujuria y vehemencia, impactando mi espalda contra la comodidad del colchón.

Mi deseo por él crecía cada segundo que pasaba, sentí la ansiedad de sus besos mojados sobre la parte de mi cuello. Su mano vagó por mi cuerpo dejando expuesto parte de mi estómago, sus dedos lograron alcanzar el botón de mis pantalones y bajó la cremallera.

Reaccioné de inmediato, deteniendo sus movimientos con mi mano libre provocando que sus labios dejaran de rozar mi cuello.

Sólo relájate, sé que quieres esto tanto como yo. —susurró.

Asentí con la cabeza, soltando el agarre de mi mano sobre su brazo y su mano sin pensarlo dos veces se adentró perdiéndose entre mis pantalones, me abrió las piernas con tan solo un ligero toque con sus dedos.

Sentí el toque de sus dedos contra la parte más sensible de mi cuerpo, el simple roce de sus dedos contra mi clítoris me llevó a la locura y cuando pensé que habíamos terminado, sentí como uno de sus dedos se adentró entre mis pliegues, sin previo aviso.

Amar es peligroso. —susurró.

Sé de eso. —tartamudeé, respirando contra su cuello.

Ella no se enamoró nunca, y ése fue su infierno. Él, sí, y ésa fue su condena.

shadow boys ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora