014: Tienes un ángel en el alma y mil demonios en la cabeza.

3.6K 249 14
                                    

En la cruda oscuridad, al demonio, le gusta jugar a que es un ángel.

El miedo mutila con más rapidez que cualquier otra arma de guerra.

El sonido estridente de una ola impactar contra la orilla en la que me encontraba a escasos metros provocó que me sobresaltara. La suela de mis zapatos se enterraban en la liviana y fría arena, me arrodillé agarrando un puñado de arena mojada, tras unos segundos fui abriendo la palma de mi mano y observaba como se desvanecía.

Un cierto aroma impregnó mis fosas nasales impactando sensiblemente contra estas, fruncí el ceño reconociendo aquella olor la cual provocaba estragos en mí y un déjà vu me invadió, negué con la cabeza al observar lo que estaba ante mis ojos.

El vehículo atezado que irrumpe en mis sueño estaba aparcado en medio del parking, las llamas ascendían hasta convertirse en ceniza y volver a descender hasta caer sobre este de nuevo. Mis piernas consiguieron moverse hacia el lugar del incendio y a comparación de la vez anterior logré apreciar los mismos individuos que se encontraban en el interior del vehículo vociferando a los cuatro vientos luchando contra las llamas que quemaban su piel, mi vista se centró en la parte trasera del vehículo donde se encontraba el pequeño inconsciente.

Si no juegas con fuego, te morirás de frío.

Sin demora, abrí la puerta de los asientos traseros con sumo cuidado y con los ojos entrecerrados, alargué ambos brazos logrando desabrochar el cinturón de seguridad que retenía su cuerpo en contra de su voluntad, lo sostuve por la cintura para guiarlo contra mi pecho y retrocedí mis pasos hasta alejarnos lo más posible de las llamaradas.

Frené mis pasos al darme cuenta que había llegado a la orilla de la playa, por lo que me arrodillé junto a él en mis brazos. Una pequeña ola se aproximó a donde nos encontrábamos y agarrando en un puño el agua que cabía en esta, eliminé la suciedad de su rostro consiguiendo que el pequeño despertara de su ensueño y lentamente abriera los ojos.

Su mirada conectó con la mía tras pestañear durante unos segundos, sonreí a duras penas por la terrible situación consiguiendo que su mirada y la mía se desconectaran. Fruncí el ceño al momento en que el pequeño se deshizo de mi agarre, colocó sus pies sobre la arena para colocarse en pie, mi mirada se fijó en las pequeñas gotas de agua que resbalaban por sus mejillas y que reflejaban el fuego que se avecinaba tras nuestras espaldas.

Sus ojos expresaban suma tristeza al observar las llamas quemar cada vez más el vehículo en el cual se encontraban personas cercanas a él, su mirada descendió hasta contactar con la mía logrando observar el color de estos, fruncí el ceño al reconocer aquel destello y el pigmento de aquellos ojos acaramelados.

—Nuevamente vuelves a cometer el mismo error. —susurró una voz ronca, tras de mí.

El metal frígido repicó contra el occipital de mi cráneo provocando que mi respiración se tornara dificultosa, mis ojos se cubrieron de lágrimas acumuladas y observé el temor en los ojos del pequeño, el cual nos observaba con una de sus manos en la boca.

—No... —negó con la cabeza, el pequeño.

—¿Qué has dicho enano? —cuestionó aquella voz ronca.

—No le hagas daño. —tartamudeó.

—¿Y quién me va a obligar a no hacerlo?... —preguntó, lanzando una carcajada. —...¿tú?

El pequeño frunció el ceño y en un momento de descuido echo a correr hacia el sujeto mordiendo su pierna fuertemente provocando que un grito brotara de su garganta y la pistola se deshiciera de su agarre cayendo sobre la arena.

—¡Maldito mocoso! —le abofeteó provocando que el pequeño cayera de espaldas por el fuerte impacto.

El sujeto logró aferrarse a la pistola apuntando al pequeño con ella, mi corazón casi se desboca ante tal extrema situación y sin pensarlo me lancé sobre él provocando que la bala de metal impactara contra mi pecho en un raudo de tiempo.

Mi cuerpo se sobresaltó desde la superficie en la que me encontraba.

Que raro que sólo me acuerde de mis pesadillas y me olvide de mis sueños.

El pecho me quemaba por dentro como si la pesadilla que había tenido segundos atrás se volviera realidad, mi rostro no mostraba ninguna expresión porque por dentro sentía el peor dolor, se trata de ese dolor que provoca tus lágrimas, las meras ganas de verte sufrir, ese del que eres presa y no puedes hacer que se detenga.

Algunas lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos apagados y sin vida, mientras escuchaba una voz a la lejanía tratando a lo que tenía dentro, lo dejara ir. Lancé un suspiro, tratando de seguir con la lucha contra aquello que me estaba reteniendo provocando escozor en mi interior.

La voz de Justin se hacía más constante a mi alrededor, abrí mis ojos para encontrarme con su mirada la cual transmitía preocupación. Finalmente, cada uno de mis intentos por mantenerme fuerte son completamente inútiles y ahora mis lágrimas logran escaparse sin ningún control.

Sin pensar mis brazos se envolvieron alrededor de la figura de Justin formando un abrazo, sorprendentemente no rechazó mi modo de afecto. Este dolor cada vez quemaba con más intensidad, el mundo parecía desaparecer de mi alrededor y no lograba ver más allá de aquellas cuatro paredes y del infierno que me estaba consumiendo.

Mi rostro desapareció en el hueco ovalado del cuello de Justin, quién carraspeó la garganta incómodo por la situación pero agradecí que no expresara aquella incomodidad con hechos o palabras soeces, pero después de todo, ya no había nada que me hiciese más daño.

Tienes un ángel en el alma y mil demonios en la cabeza—susurré, alzando la mirada.

Logré escuchar una melodiosa risa brotar desde su garganta y me sorprendí al sentirla por primera vez.

¿Por qué dices que tengo un ángel en el alma? —preguntó, frunciendo el ceño.

Por que me estás sosteniendo con tus manos a la par que me dijiste esta tarde que no te gustaban las muestras de afecto, de ningún modo. —susurré, de vuelta. 

Al mismo momento que le respondí sus manos se desvanecieron dejándome únicamente con el recuerdo de su suave toque sobre mi piel. Sujeté mi cuerpo con mis brazos contra el suelo y agaché la cabeza observando la superficie el sueño por míseros segundos ya que sentí un agarre firme sobre mi brazo izquierdo empujándome a colocarme en pie y guiándome hacia la cama donde él dormitaba.

Me tumbé a lo largo de la cama con cierta timidez, y más al sentir como Justin se colocaba a un lado mío del mismo modo.

¿Cuando podré irme de aquí? —le pregunté, con cierto temor.

¿Te acuerdas de lo que te dije al traerte aquí? —respondió con otra pregunta.

Olvídate del rescate, te quedas conmigo.

¿Te puedo hacer una pregunta? —pregunté, de nuevo.

Adelante. —asintió con la cabeza.

¿Por qué me retienes aquí, sin ningún motivo? —cuestioné, tragando saliva.

Es por tu seguridad... —susurró. —...por lo que deberías dar las gracias.

¿Por qué debería darte las gracias al agarrarme en contra de mi voluntad? —fruncí el ceño.

Kylie... —susurró, observándome. —...Lucy no es quién tu crees que es.

shadow boys ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora