026: Quiero hacerte el amor como un ángel y robarte el corazón como un demonio.

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Con el tiempo aprendes a volar con las alas dañadas.

Dos personas heridas, siempre se sabrán cuidar mutuamente, ellos no le desearán ese sufrimiento a nadie.

En cuanto abordamos en el avión privado el calor volvió a invadir nuestros cuerpos, sentía cómo el calor subía por mejillas potenciando su color natural y me deshice de todos los tejidos que me cobijaban del frío del exterior.

La cuadrilla se fue situando en uno de sus respectivos asientos, logré visualizar un asiento alejado de todos ellos para poder tener un lugar donde descansar tanto físicamente como mentalmente y mi cuerpo se dejó caer sobre el asiento a un lado de una de las ventanillas, abrochándose el cinturón de camino.

Mis ojos se cerraron sintiendo como mi cuerpo comenzaba a relajarse y tras el despegue, antes de desabrocharme el cinturón siento como la mano de Justin sujeta la mía con firmeza.

Será mejor que vayas a descansar. —susurró, observándome detenidamente.

No estoy cansada. —mentí.

No era una pregunta. —entornó los ojos.

¿Y dónde puedo descansar? —suspiré la mismo tiempo que rodaba los ojos.

Vamos... —sostuvo mi mano y me llevó a una habitación que proporcionaba el avión privado para el descanso del vuelo que me temía que sería largo. —...aquí podrás descansar sin que te moleste nadie.

Justin... —pronuncié su nombre llamando de su atención antes de que se marchara. —...¿a qué te referías con que no querías que te detuvieran de nuevo?

¿Qué no entiendes de esa pregunta? —tragó saliva.

¿Cuántas veces te han detenido? —formulé la pregunta adecuada, esta vez.

No me he parado a contarlas... —se encogió de hombros. —...¿por qué este interrogatorio?

¿Y aún así te merece la pena seguir en esta vida? —pregunté, frunciendo el ceño.

Mira Kylie, no entiendes nada de lo que a esta vida se refiere... —lamió su labio inferior. —...pero entiendo tu punto de vista, sólo tienes que entender el mío. Desde que estoy en este mundo de mierda mi vida nunca a sido fácil, nací con un lado oscuro y no quiero decepcionarte, pero estoy atado al infierno.

No te preocupes, todos tenemos un lado oscuro, como tú. —me encogí de hombros.

No es esa clase de lado oscuro... —hizo una mueca. —...lo malo de mi lado oscuro es que se aclara cuando te ve.

Ambos nos quedamos observándonos sin articular palabra tras escuchar su declaración segundos atrás, mis ojos siguieron sus movimientos hasta que desapareció de mi vista cerrando la puerta tras de si y tragué saliva sintiendo como un nudo se atascaba en el fondo de mi garganta.

Sin pensar mucho en lo ocurrido mi cuerpo se colocó a lo largo de la cama para poder descansar de todo lo acontecido, no sabía lo que ocurriría ahora que estaba alejándome de Oakland y me martirizaba por ello.

Logré descansar la mente durante un considerado tiempo, hasta que me despertó algo y lo más extraño de todo era que mis ojos eran lo único que podía mover de todo el cuerpo. Apenas era capaz de respirar, sentía un gran peso que oprimía el fondo de mi pecho y observé por el rabillo del ojo una pequeña sombra situándose en el borde de la cama para observarme.

No podía moverme ni gritar para pedir ayuda y me sentía impotente por no poder reaccionar, lo único que podía hacer era sollozar por dentro porque no sentía las lágrimas caer.

shadow boys ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora