Se entornaron tus ojos, intuitivos, y tu mano sujetó la mía. El contacto me quemaba, y no de una manera agradable. Era casi imposible no alejar mi mano con violencia, pero fui capaz de retirarla con prudencia.
Te odié más por tener que contenerme.
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Un café para olvidar
ContoLyla sabía que un café no sanaría su corazón. No le devolvería el tiempo, ni las sonrisas. No purgaría sus lágrimas. No enmendaría sus sueños rotos. Pero, al menos, le concedería eso a Caleb. Sería la última cosa que haría por él. Le daría un café...