XIX

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El celular te sonó y dejé de parecer importante nuevamente.

Tu mundo se redujo a algo donde yo no tenía cabida.

Y la verdad es que nunca la tuve, Caleb.

Lo nuestro no era amor.

El amor no lastima ni engaña.

Entre tú y yo no había nada más que una delirante aberración. Un absurdo capricho mío, una viciada y perniciosa mentira tuya. 


Un café para olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora