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Tus ojos cafés, del mismo tono del brebaje que se encontraba en mi taza, se encontraron con los míos desde la distancia.

No lo soporté, Caleb. No era tan fuerte.

Aparté la mirada, robándole fuerzas a la nada, y esperé, como un criminal que aguarda su sentencia, tu llegada.

Un café para olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora