Frunciste el ceño y pusiste la espalda recta contra la silla, mordiste el interior de tus mejillas y finalmente volviste a mirarme.
Eras todo seriedad.
—¿Por qué nos haces esto?
Trataste de culparme, idiota, lo hiciste.
—¿Qué estoy haciendo además de rescatar mi dignidad, Caleb?
Negaste con la cabeza, chasqueando la lengua, y me miraste con reprimenda, como si estuviera completamente desquiciada.
—Tenemos planes, Lyla, tenemos un futuro...
—Teníamos —te corregí, manteniendo mi cordura a raya—. Y no eran más que mentiras.
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Un café para olvidar
Short StoryLyla sabía que un café no sanaría su corazón. No le devolvería el tiempo, ni las sonrisas. No purgaría sus lágrimas. No enmendaría sus sueños rotos. Pero, al menos, le concedería eso a Caleb. Sería la última cosa que haría por él. Le daría un café...
