XXVIII

11.4K 1.7K 66
                                        

Frunciste el ceño y pusiste la espalda recta contra la silla, mordiste el interior de tus mejillas y finalmente volviste a mirarme.

Eras todo seriedad.

—¿Por qué nos haces esto?

Trataste de culparme, idiota, lo hiciste.

—¿Qué estoy haciendo además de rescatar mi dignidad, Caleb?

Negaste con la cabeza, chasqueando la lengua, y me miraste con reprimenda, como si estuviera completamente desquiciada.

—Tenemos planes, Lyla, tenemos un futuro...

Teníamos —te corregí, manteniendo mi cordura a raya—. Y no eran más que mentiras.


Un café para olvidarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora