Capítulo 4

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Me toca salir a cantar y estoy muy nerviosa. Las palabras de Vanesa me han dejado atónita, no me lo esperaba y, si os soy sincera, me ha encantado. Ella siempre me sorprende y lo sigue haciendo, realmente es increíble. Estos meses que he estado sin ella lo he pasado muy mal. Y la verdad... sigo enamorada de ella, nunca he dejado de estarlo y creo que siempre estaré hasta las trancas por ella.

Bebo agua, me presino y lo hago tantas veces que hasta parece una coreografía. Salgo al escenario y todos gritan, ya echaba de menos esto, subirme aquí y hacer que olviden los problemas por un ratito. Acabo mi canción, saludo a todos y bajo las escaleras. Tengo muchísimas ganas de ver a Vanesa, que me diga que lo he echo muy bien, como siempre solía hacer en cada concierto y que me bese tanto que desgaste mis labios... Pero me tengo que contener, al menos por ahora, me hizo bastante daño y no pienso ponérselo tan fácil.

NARRA VANESA

Estoy en su camerino, no sé que hago aquí pero necesito decirle que lo ha hecho increíblemente bien, como siempre. También me gustaría besarle y decirle cuánto la amo... Pero ella ya no siente nada por mí, sólo me ve como una amiga más, o eso creo.

Entra y al verme me sonríe.

-Vaya, no te esperaba aquí.

-Yo tampoco me esperaba estar aquí... Lo has hecho muy bien, como siempre. - Sonrío.

-Muchas gracias, cariño. - Me abraza. ¿Qué? ¿Cariño? Ya ni siquiera me acordaba de cómo sonaba esa palabra de su boca, refiriéndose a mí. En sus brazos creo volver a nacer de nuevo, sus brazos son como esa medicina que hace que te sientas mucho mejor y no, no quiero separarme de ella. Pero para mi desgracia ella lo hace...

Por unos segundos me mira a la boca ¿qué pretende? ¿quiere hacerme sufrir más?

-Eh... ¿quieres tomar algo?

-No, me toca ahora salir a cantar y mejor no.

-Mucha mierda. - Se ríe. Y os juro que es la melodía más preciosa que he podido escuchar en toda mi vida.

Miro el reloj esperando no llegar tarde. Quedan cinco minutos para que me toque salir a cantar.

-Me tengo que ir ya...

-Suerte, preciosa. - Me abraza.

-Muchas gracias, bonita. - Me guiña un ojo. Creo que ésta mujer quiere matarme lenta y dolorosamente.

Salgo de allí más feliz que una perdiz por lo que me ha dicho. Me subo al escenario y doy todo de mí y más.

Al bajarme del escenario ahora es ella quién me espera en mi camerino.

-Vaya, no te esperaba aquí. - La imito.

-Yo tampoco me esperaba estar aquí... Lo has hecho muy bien, como siempre. - Ahora es ella quién me imita a mí y no puede evitar contener la risa.

-¿Quién eres tú para imitarme? ¿Eh?

-Malú, encantada. - Sonríe.

Me acerco a ella y comienzo a hacerle cosquillas, tiene muchas y sé que las odia.

-Para, para, por favor. - Se ríe a carcajadas.

Paro en seco y nuestras bocas quedan muy cerca. Noto que me mira a los labios continuamente. Me voy acercando poco a poco, se moja los labios, sonríe.

-Te invito a mi casa a tomar una copa. - ¡¿Qué?! ¡¿Me va a dejar así?! Dios, a veces es tan cruel...

-Vale.

-Vamos. - Se levanta y camina hacia la puerta. Yo no puedo evitar mirarle el culo.- No me mires el culo. - Joder, si ni siquiera se ha girado...

-No lo hago, creída.

- Sí, sí... - Sonríe.

-Anda, vamos.

Ambas nos montamos en nuestros coches y yo le sigo hasta su casa. Nos bajamos y entramos. Danka parece que se alegra de verme, las demás siempre a su rollo... Y bueno, el gato... es un gato.

-Siéntate. - Veo que va a la cocina, supongo que a por algo de beber.

Me siento y observo la casa. Está todo igual desde que me fui. No ha cambiado nada.

Viene y trae una botella de vino y dos copas. Se sienta mirando para mí con las piernas en forma de indio. Sirve las copas. Me mira... me mira... me mira.

-Vanesa...

Volvamos a empezar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora