Capítulo 13.

1.4K 52 7
                                    

Vanesa no vuelve a hablarme más en toda la noche. Cuando creo que está dormida salgo en busca de Patri. No aguanto un segundo más sin ver esa sonrisa. Dios, que con solo pensarle me pongo a sonreír.

Al pasar por unas de las puertas de aquel hospital le veo atendiendo a un paciente y decido esperar a que termine. A los cinco minutos sale y me mira sonriente.

-Ya creía que no venías... - Dice con la sonrisa más grande del mundo.

-¿Cómo no iba a venir por ti? - Ríe.

-Ven, cariño... Vamos a un sitio más tranquilo. - Me tiende la mano y yo se la cojo encantada. Le sigo allá donde va. Me lleva a una habitación donde no hay nadie. Cierra la puerta y me empotra en ella pegándose a mí. En ese momento creo que mis bragas ya están muy lejos de mí.

-Te he echado de menos, Patricia. - Digo, desesperada por que me bese.

-Y yo a ti, Malú. No te imaginas cuánto... - Suspira.

-¿Por qué no dejo de sentir que todavía formas parte de mi piel? - Las palabras me salen de la boca como balas. Parece que llevaban tiempo esperando salir para pronunciarse.

-¿Por qué aún sientes dentro de tu pecho todos los latidos de mi cuerpo?

-No sé... Dímelo tú. - Cada vez se está acercando más a mi boca y no puedo evitar morderme el labio.

-Deberías saberlo tú...

-Sí, supongo... Pero no lo sé. - Suspiro. En estos momentos creo que no sé ni quien soy.

-Entonces no intentes buscarle un por qué. Simplemente lo sientes y ya está. A veces las cosas no tienen respuesta. Sólo limítate a sentir, que eso es precioso. - Asiento. - Sé que no viene al caso pero... ¿Sabes qué dije cuando te fuiste de mi casa? ¿Cuándo ambas sabíamos que no ibas a volver? - Niego. - Vuelve, no dejes este vacío... si te vas, el tiempo que tardaré en olvidarte será el que pase sin mirarte. - Acto seguido pega su frente con la mía y yo le imito.

-Y morirme contigo si me matas, y matarme contigo si te mueres... - Ambas sonreímos.

-De sobra sabes que eres la primera, que no miento si juro que daría por ti la vida entera... - Dios, esta chica me mata. Y si me lo dice por Sabina ya me rindo a sus pies...

Le acaricio la cara despacio. Sintiendo como su piel se eriza al tocarle. Es una sensación mágica.

Se acerca a mi boca, se acerca despacio. Y ahí sé que ya no hay marcha atrás. Me besa, me besa tan despacio que ahora la piel se me eriza a mí. Me besa tan bonito que yo me dejo llevar.

Narra Vanesa.

Despierto, nerviosa. Otra pesadilla. Miro a mi lado esperando a que este a mi lado para despertarle y pedirme que me abrace y me diga que todo está bien. Pero no, en aquel sofá no hay nadie. Miro hacia la puerta del baño por si en una casualidad necesitaba ir. Pero tampoco, la puerta está abierta y la luz apagada. Resoplo. Ya sé donde está. Le dijo en mis narices a Patricia que iba a ir a buscarle, y claro, tenía que hacerlo cuando yo me quedase dormida, la muy cobarde. Siento que con la llegada de Patricia no he pasado a un segundo plano, si no a un quinto plano. Ya no soy nada para ella, ni lo seré. Está claro. Rompo a llorar de impotencia. Me hierve la sangre al pensar que ahora mismo otra podría estar besando sus dulces y finos labios. Que otra le está haciendo sentir, y no yo. Lloro aún más. Otra... Otra podría estar haciéndole el amor ahora mismo. Dios, no puedo soportarlo. Y es que ella ahora mismo es tan bonita que parece París, y yo ahora tan rota que parezco Roma.

Volvamos a empezar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora