Capítulo 28.

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-Vaya, ¿cómo tú por aquí? - Pregunto al ver a Noelia en el aeropuerto. Ya la había visto antes, cuando entré, pero no era el momento de pararme.

-He venido a despedir a mi hermano, pero ya me iba. - Asiento.

-Yo he venido a... - Me corta.

-Ya sé a qué has venido. A despedirte de aquella chica.

-Sí, eso. Ya me has visto. Y por cierto, vaya mirada que le has echado. - Río.- Parece que la ibas a matar.

-¿Sabes qué? Ni yo mato por celos, ni tú mueres por mí. - Coge su bolso y desaparece entre la multitud. No entiendo su actitud, no sé por qué cojones está así conmigo, se supone que no le he hecho nada.

Me quedo bastante asombrada sobre su comentario pero decido no darle importancia y volver a casa. Al llegar veo a bastantes periodistas en la puerta de mi casa. Qué extraño. Cuando me dispongo a bajar del coche todos cuchichean y los flashes comienzan a cegarme. Al instante me doy cuenta del por qué están allí, ya se habrán enterado de que Malú se va México y como somos la "pareja" del momento toca esto. Aunque realmente no seamos pareja. Me encamino hacia mi casa y empiezan a hacerme preguntas, algunas las consigo entender y otras no.

-Sabemos que Malú se acaba de ir a México, ¿vienes de despedirla? - Pregunta una voz.

-¿Podrías confirmarnos tú la relación? -Pregunta otra voz totalmente de diferente. Decido responder para que así se vayan, espero que funcione.

-Esto es parte de mi vida privada. Aunque sé que vosotros vivís de esto yo necesito mi privacidad. Por lo tanto, no voy a responder a ninguna de vuestras preguntas que tengan que ver con Malú. Si me permitís, tengo cosas que hacer. - Abro la puerta de mi casa y entro rápidamente. Al cabo de un rato creo oír que algunos se van, si es que no se han ido todos. Aquí desde luego no van a conseguir nada. Aunque me extraña bastante que no hayan ido al aeropuerto. Bueno, o es que yo tenía mejores cosas que hacer que preocuparme de quien se encontraba allí. Definitivamente, no me importa. Ya se sabe todo. Y lo peor o lo mejor de todo esto es que me da igual. Siempre he querido mostrar de alguna forma a mi pareja, aunque no de la forma tan bestial como lo ha hecho Malú. Nunca me ha gustado esconderme, ¿para qué? Eso no es vida, y no podíamos seguir así. La verdad, me alegro muchísimo de esos arrebatos de locura que le dan. A veces pueden llegar a ser increíbles o totalmente desastrosos. Pero en este ha acertado de pleno, y estoy muy orgullosa de ella.

Me paso toda la tarde componiendo, van saliendo pequeñas cosillas que me gustan muchísimo, aunque rara vez no me gusta algo si lo hago pensando en Malú.

A la hora de la cena me sorprende mi amiga Carmen, trae dos cajas de pizza y helado de chocolate. Automáticamente, al ver el helado se me ilumina la cara, era justo lo que me apetecía. Nos saludamos con dos besos y un buen abrazo. Toma asiento mientras yo voy por algo de beber, al dejarlo todo sobre la mesa tomo asiento yo. Y me dispongo a hablar.

-¿Qué tal? - Pregunto mientras sirvo coca cola. Al mirarla se encoge de hombros.- ¿Eso qué quiere decir? ¿Carlos?

-Sí... Otra vez me ha dicho que me mira y que... se acuerda de su ex. Y yo ya no sé qué hacer, me tiene harta ya. - Hace aspavientos con las manos y me alejo un poco. Mejor prevenir que curar. - Porque esto ya pasó una vez, ¿y ahora otra vez? ¿De qué va este?

-Carmen, yo ya te dije que eso pasa, tú no te preocupes. Pero... ¿Siguen trabajando juntos?

-No, pero dice que últimamente se la encuentra mucho por la calle. - Sí, últimamente, claro. Madre mía la que se me viene encima.

-¿Pero siguen teniendo trato?

-No, él dice que no le habla. Vaya, que ni le saluda ni nada. - Menudo es Carlitos. Que sigue en el mismo plan que la otra vez. Y la otra que no lo ve, y mira que se lo he dicho veces, pero ya se dará cuenta ella solita.

-Claro... Eso tiene que ser verdad. No vayas a desconfiar tú lo más mínimo eh.

-No sé tía... - Agacha la cabeza y le beso el pelo, para después abrazarla.

-Además, que él no te merece. Déjalo, que es un soso.

-Oye, ¿donde has comprado el ambientador ese? Que bien huele... - Respira tanto que casi me deja sin oxígeno. Que exagerada es, por dios. Y ya se le han quitado todos los males, qué barbaridad. - Esto es una maravilla eh...

-Carmen, no es el caso. - Cada vez que viene me pregunta que cuál es el ambientador que uso. Que todos le gustan. Estoy por regalarle uno por su cumpleaños, porque vaya tela.

-Sí, vamos a comer, que tengo hambre. - Cada vez tengo más claro que es bipolar.

Pasamos la noche comiendo helado, con la manta, el moño y viendo las típicas películas de amor que al final siempre acaban bien pese a todo lo que han pasado los protagonistas. Cuando se va me voy a la cama, aunque no consigo dormirme. Pienso en lo mucho que he echado a Malú de menos en poco menos de 24 horas. Tres semanas sin verla para mí es demasiado. No aguanto ni de coña. Sonrío al acordarme de algo. Cojo mi agenda y reviso estas tres semanas que quedan por delante. Perfecto, una semana la tengo libre entera. Y creo yo que México me espera.

Despierto feliz, el día amanece bastante bien, muy soleado. Al darme cuenta de lo que pensé anoche decido llamar a Ana, mi manager, para comunicarle la locura que iba a hacer. Al buscar su número entre los contactos me pongo nerviosa, y me sale la risilla tonta.

-Dime, malagueña. - Sonrío, siempre suele llamarme así.

-Voy a hacer una locura. Espero que no te parezca mal. - Suspiro.

-Pues depende... Cuéntame.

-Voy a ir a México, a ver a Malú. Una semana, justo la que tengo libre. - La oigo levantarse y abrir un cajón. A continuación, si no me equivoco, la escucho pasar páginas, una a una.

-Una semana, Vanesa. Ni un día más, que te conozco. Sino tendré que ir yo para allá y traerte de la oreja. - Río. En estas cosas siempre se pone en modo mamá, aunque no me extraña, yo también lo haría. Porque es cierto que más de una vez no le he hecho caso y me he venido varios días después de lo previsto.

-Que sí, mami. En una semana me tienes aquí, dándote muchos besitos.

-Sí, no sabes tú nada. Anda, corre a comprar los billetes.

-¡Te quiero! - Suelta una carcajada.

-Y yo malagueña, y yo.

Cuelgo y rápidamente me visto. No quiero perder ni un minuto más. Me monto en mi coche y me dispongo a ir a comprarlos. Cuando lo tengo en mis manos sonrío como una tonta. Ya voy por ti, mi vida.

Volvamos a empezar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora