Al acabar el concierto me dirigí a los camerinos. Tenía un hambre y una sed que me mataba, y no precisamente de comida. Pero para mi sorpresa, mi comida no se encontraba allí. Decidí esperar un buen rato después de estar con los fans, pero nada. Revisé mi móvil y ninguna señal de ella, y qué queréis que os diga, yo no iba a ir a buscarla. La chica de hielo aún sigue, y seguirá como continúe con ese carácter.
Los de la banda me propusieron ir a tomar algo a cualquier bar de por aquí cerca, ya que habíamos llenado todo el recinto. Mis ganas de ir eran pésimas, por lo tanto no fui. Me disculpé y prometí que otra vez será, que no me encontraba en condiciones de ir a tomar algo. Y ellos, preocupados, me dijeron que me fuera a casa, y eso hice.
Una vez más, de tantas, la casa se me quedaba enorme, y yo no sabía qué hacer para llenar ese vacío. Me di una ducha y tiempo después me fui a la cama, pero no conseguía dormir, demasiada adrenalina en mi cuerpo. No era la primera vez que me pasaba, ni iba a ser la última, estaba claro. Cerré los ojos e imaginé miles de historias, que no os puedo narrar porque pensaréis que estoy loca. Y así, a las cuatro de la mañana conseguí dormirme.
A la mañana siguiente no tenía otra cosa que ver Titanic y hartarme de llorar. Ah, y ponerme hasta las cejas de helado de chocolate. Menos mal que hago deporte. A la hora de comer recibo una llamada de mi madre, invitándome a comer en casa. Tenía puchero, y cómo iba a negarme yo a tal cosa. Al llegar, me abre mi padre, a quien saludo con dos besos y un abrazo.
-¿Mamá? - Pregunto al ver que no la encuentro por ninguna parte.
-¡Estoy arriba! - Subo con desgana y la encuentro en la que era mi habitación.
-¿Qué haces aquí? - Entre sus manos sostiene una pequeña caja que, al verla, consigo reconocerla.
Se la quito de las manos y la abro con cuidado. Contiene fotos, cartas y algún que otro detallito de la que hace mucho tiempo era mi novia. Observo todas y cada una de las cosas que guarda la caja. Sin duda, esos momentos fueron increíbles. Y ya me gustaría a mí volver a verla. Seguro que sigue tan guapa como siempre.
-¿Sigues teniendo contacto con su madre? - Espero tener un sí por respuesta y que, al menos, me diga donde vive para ir a visitarla.
-Casualmente me la he encontrado hoy, y me ha dado esto para ti. - Me entrega un pequeño papel doblado. Al abrirlo descubro que hay un número de teléfono.
-¿Es de Noelia...?
-Sí, hija. Es de ella. - Sonrío como un niño pequeño al que le acaban de regalar algo nuevo.- Te dejo sola, que por esa cara deduzco que vas a llamarla. - Sale y cierra la puerta. Y yo, rápidamente marco su teléfono.
Un tono, dos tonos, tres tonos...
-¿Sí?
Al escuchar su voz me quedo totalmente paralizada. No soy capaz de articular palabra. Me he quedado totalmente en blanco y no sé qué decir. Respiro hondo las veces que me es necesario. Y por fin soy capaz de decir algo.
-Soy... Vanesa.
Ahora es ella la que se queda callada. Y es que, si os digo la verdad, después de seis años, su voz me sigue revolviendo. Casi como la primera vez que la vi y juré que era la octava maravilla del mundo.
-Joder, cuánto tiempo. - Suelta una risilla nerviosa y yo la imito.
-Dicen que lo bueno se hace esperar, ¿no?
-Pero yo a ti te he esperado mucho tiempo. Y entonces no es algo bueno, es mucho mayor que eso. Es... No sé, eres tú. Y con eso es suficiente.
Desde luego, que esta chica nunca dejará de sorprenderme. Y para ser sincera, no quiero que deje de hacerlo. Dicen que el primer amor nunca se olvida. Que es una persona que perderás siempre. Alguien con quien naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan a la razón, y les impedirán, siempre, alcanzar un final feliz. Se rendirán y buscarán a esa persona que acabarán encontrando. Pero que no pasará ni una sola noche sin necesitar un beso suyo, o tan siquiera, discutir una vez más... Te librarás de él o ella, dejarás de sufrir, conseguirás encontrar la paz (le sustituirás por la calma), pero no pasará un día en el que desees que estuviera aquí para perturbarlo. Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien a quien aprecias. No lo digo yo, lo dice Paulo Coelho. Y quién soy yo para negar sus palabras.
-Yo te llamaba para ver si... si querías quedar a tomar algo. - Mi nerviosismo está pudiendo conmigo.
-La duda ofende. ¿Dónde y cuándo? - Sonrío triunfal tras haber conseguido lo que quería.
-A las cinco en... ¿Nuestro sitio de siempre?
-Allí estaré.
-Allí te espero. - Río y cuelgo.
Aún quedan tres horas, pero ya estoy nerviosa, y me sudan las manos. Espero no estar tan nerviosa cuando la vea, al fin y al cabo ella siempre ha conseguido calmarme. Pero creo que esta vez no lo hará.
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Volvamos a empezar.
FanfictionParece que todo cambia pero el tiempo no se ha dignado a hacerlo con nosotras. O tal vez contigo. Dejemos todo atrás, las promesas incumplidas y los "te quieros" rotos. Qué tal si... ¿Volvemos a empezar?