Volvamos a empezar.

Capítulo 15.

Ganas de tirarme no me faltaban, ya me daba igual todo, incluso toda esa gente que me quería. La vida sin ella no tiene ningún sentido, pero debía ser fuerte, debía superarme a mí misma y demostrarle que todo no gira entorno a ella y, que si ella me lo pagaba de esa forma yo no iba a entrar en su juego. Está jugando sucio y prefiero no meterme ahí, no vaya yo a mancharme. Me ha decepcionado de una forma muy cruel, ahora pienso que esos acercamientos, esos ahora te intento besar pero te quedas con las ganas, no era nada, solo un simple juego, un puto juego, como siempre. Se supone que si estás "enamorada" de una persona no tienes ojos para otra, o eso para mí es estar enamorada, no sé que concepto tiene Malú de esa palabra, es más, podría llegar a decir que ni siquiera conoce su significado. Nunca ha dado nada por nadie, nunca ha dado su brazo a torcer, es muy orgullosa, y si te empeñas en que no lleva la razón puedes acabar jodido. A veces te lo pintan todo de colores, pero resulta ser que de cerca todo es de color negro. A veces, solo a veces, dos personas podrían llegar a amarse y, estaba claro que Malú y yo no estábamos en ese grupo de personas. Nunca le he visto tener un mísero detalle conmigo, salíamos a cenar de mes en mes y porque era yo la que pagaba. En navidad, con la familia, ni puto caso. Bueno, en navidad y en todas las estaciones del año y no sabéis cómo duele eso, que tú lo des todo y no recibas nada a cambio, que tampoco es que esté muy de acuerdo con esa frase, das porque quieres, no para recibir algo a cambio, pero es que de ella no recibía absolutamente nada, y eso duele. Normal que me costase con otra, pude encontrar un poco de amor en alguien que conocía de hacía tres días, y joder, que esa chica me ha dado mucho más que Malú en todo el tiempo que estuve con ella, y eso es lo peor de todo.

Sin pensarlo más me inclino un poco hacia delante y suelto una de mis manos, quedando solo con una agarrada. Respiro hondo. Miro hacia abajo, el miedo y el vértigo comienzan a inundar todo mi cuerpo, pero aunque parezca raro, me gusta esa sensación.

-¡Vanesa! - Escucho unos pasos acercarse hacia donde me encuentro. Y por la voz puedo reconocer que es Malú.- Vanesa por Dios, quítate de ahí.

-Eres una hija de puta. - Me sale con un tono de rabia que no esperaba ni yo, ya estaba harta de tener que callarme todo como una gilipollas.

-Lo sé, Vanesa. Soy una completa hija de puta. Pero estoy hasta las trancas por ti... - Suspira.

En un movimiento ágil consigo meterme para dentro. Me acerco a ella, despacio, observándola.

-¿Pero cómo te atreves a decir eso? ¿Eh? Hace diez minutos te estabas tirando a otra y ahora resulta que estás enamorada de mí, ¿no? - Río sarcásticamente.- eres una imbécil a la que solo le gusta jugar y jugar. Me das tanto asco, Malú...

-¿Te doy asco? - Lo dice mordiéndose el labio superior intentando contener las lágrimas que luchas por recorrer sus preciosas mejillas.

-Sí, Malú. Y lo peor es que no haces nada por remediar eso. Siempre consigues impresionarme, pero para mi desgracia, para mal. Nunca he tenido un puto detalle tuyo. Ni siquiera por mi cumpleaños, ah, sí - Río.- un puto reloj de veinte euros, eso es lo único que he recibido de ti. Y ahora dirás que es mentira, te pondrás a decirme todo lo que precisamente no has hecho por mí, porque realmente no tienes nada que nombrar, nunca has hecho nada por mí. Ni siquiera has estado a mi lado en los momentos más importante para mí, o en los peores. Aunque claro, ahí poca gente está, y para qué iba a estar mi novia... Si quieres que crea tus palabras ya puedes ir demostrandomelo porque ya no me creo nada de lo que sale de tu boca.

Tras esas palabras tan duras que me han salido, me voy, dejándole sola. Esta vez a mi habitación, me tumbo en la cama y decido quedarme con Morfeo, que él resulta que me quiere más.