Último capítulo.

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El timbre de casa suena justo cuando estoy en la ducha, no me apresuro a abrir porque sé que no será importante. Pero el timbre suena constantemente y el molesto ruido empieza a desesperarme. Me seco un poco el pelo y me pongo mi albornoz para ir un poco más tapada que con una toalla. Grito desde la planta de arriba un ya voy que no parece oír. Enfadada, abro la puerta y antes de que pueda pronunciar palabra, se lanza a mis brazos. Apenas me da tiempo a observar su rostro, pero no dudo de quien es conociendo tan bien el singular olor de su pelo. Tras unos segundos bloqueada, le rodeo la cintura con mis brazos lo más fuerte que puedo, como si fuese posible que nuestros cuerpos se unieran y pudieran formar uno para no tener que separarse jamás. Inclino la cabeza y presiono mis ojos contra su hombro, intentando mantener la compostura y que ninguna lágrima brote por mi rostro. No puedo evitar temblar al volver a sentir su cuerpo pegado al mío, a pesar de que nos vimos por última vez hace escasos días, pero no pude despedirme como me hubiese gustado.

-Te echaba mucho de menos... - Susurra menos de un segundo antes de buscar mi boca. Cuando nuestros labios vuelven a juntarse un gran estallido se crea en mí. Alzo mis manos para posarlas a ambos lados de su cara para profundizar aún más el beso. Y parece que todas las estaciones se han juntado en mi cuerpo, porque no sé si tengo frío, calor, ganas de saltar o de explorar todo su cuerpo. Y así me siento cada vez que me besa. - ¿No vas a dejar de temblar? - Murmura formando una sonrisa entre sus labios cuando hacemos una pequeña pausa para recuperar el aliento. Y sí, estaba temblando, pero entre tantas emociones juntas no me he dado ni cuenta.

-No vuelvas a hacerme esto... - Suspiro. Y esta vez soy yo quien busca su boca porque no aguanto sin besarla ni un segundo más.

-Perdóname por haberme puesto así, a veces me comporto como una auténtica imbécil.

-Malú, no te preocupes por eso ahora, estás aquí conmigo y en este momento es lo único que me importa. - No puedo reprimir más las ganas de lanzarme a sus brazos. Y juro que me quedaría en ellos a vivir, que cuando la abrazo se me olvida todo y es la mejor manta para un día de invierno. Sus brazos son mi cura y sus labios mi mayor herida, pero si os soy sincera, no podría vivir sin ninguno de ellos.

A veces recorremos historias, y cada una de ellas nos aporta algo diferente a nuestra vida, unas hacen más daño que otras pero al fin y al cabo las vives con la misma intensidad.
Cada trayecto tiene momentos de cualquier tipo: Risas. Lágrimas. Miradas que terminan bajo una simple sábanas u otras que prefieren hacerlo con un portazo. Manos que se entrelazan o que solo saben cerrar los puños y dar golpes. Pies que vuelan o se entierran en el suelo. Mares por los que navegas o solo te ahogas. Lluvia para compartir manta un día de invierno o para helarnos por dentro. Sueños cumplidos o pesadillas que no paran de perseguirnos. Todo se queda tatuado en nuestra piel, a veces han cicatrizado y a veces aún siguen desangrándose. Pero forman parte de nosotros, de lo que somos, hemos aprendido de cada una de ellas, ya sea como debilidad o como batalla.

Mi historia con Malú siempre ha tenido desvíos, subidas y bajadas, pero lo que tenía claro, es que estaba en lo más alto cuando ella me acompañaba, en cambio, caía a lo más bajo cuando ella se alejaba. Subía a lo más alto, y caía a lo más bajo, era y es como una auténtica montaña rusa. Siempre me asusta la caída, pero nunca puedo evitarlo. Ella estaba en cada esquina y yo seguía sus pasos. Pero hay veces en las que no encontraba sus huellas y siempre me encontraba en el mismo abismo, pero justo en ese momento ella conseguía salvarme para que no saltara.

- ¿Te quedas unos días aquí, en mi casa? - La mira detenidamente y se lo piensa.

- La mía es más grande, y están mis perras... - Me pone una carita de pena para que ceda a su preposición y no puedo evitar soltar una carcajada para luego comérmela a besos y decirle que no me importa el lugar si estoy con ella.

Volvamos a empezar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora