No aguanto más, necesito ir a casa de Vanesa, le he demostrado lo suficiente, sabe que me cuesta la propia vida sacar a la luz mi vida privada, que es como un secreto que siempre he querido guardar, porque es lo más preciado para mí. Y ahora que lo hago, que saco a la luz mi alma desnuda, no sabe valorarlo. Le voy a dejar las cosas bien claras, o se queda, o se va para siempre. Pero esto no puede seguir así.
Pongo rumbo a su casa y antes de salir del coche respiro hondo varias veces y hago un pequeño texto en mi cabeza de las palabras que van a salir de mi boca. Llamo un par de veces y, para mi sorpresa, me abre una chica semidesnuda de la cual yo no sabía de su existencia. Y que, también, se ve mucho más joven que Vanesa.
-¿Quién eres? - Pregunto con cierto tono de rabia.
-¿Y tú?
-¿Dónde coño está Vanesa? - Le doy un pequeño empujón a la chica y entro en la casa. Subo al ver que en la planta de abajo no se hallaba.
La encuentro en la cama, no sé muy bien si está desnuda pero sus hombros los tiene al descubierto y eso me da mucho que pensar. Observo el suelo y hay varias prendas de ropa en éste, mi cara en estos momentos es un auténtico cuadro. Me echa en cara que no la he llamado después de todo mientras ella se tira a otra. Alucinante.
Me acerco a ella con paso decidido y musito.
-¿Y ahora quién tiene que demostrar a quién? - Aprieto la mandíbula y los puños con rabia.
-¿Perdón? - Ríe.- Yo no te tengo que demostrar a ti nada.
-¿Quién coño es esa chica, Vanesa? - Mi respiración comienza a ser irregular a causa de la ira y la impotencia que me provoca esa situación.
-¿Es de tu incumbencia? - Pregunta con total tranquilidad, como si no fuese con ella. Y eso cada vez me pone más histérica.
-¿Sabes qué? Que no, que no es para nada de mi incumbencia. Al igual que lo que hagas a partir de hora, ahora si que me has perdido, Vanesa. Y para siempre.
Bajo las escaleras lo más deprisa que puedo. Esa chica, la cual no conozco, está sentada en el sofá. Pero vamos, como Pedro por su casa. Ay, pero si no es de mi incumbencia lo que haga y deje de hacer, qué tonta Malú.
-¡Malú! ¡Espera! - Grita bajando las escaleras. Muy bien, ahora viene el momento donde se arrepiente y blablabla. Tonterías, no dice lo que realmente siente. Como siempre.
-¿Qué?
-Lo siento...
-Mira, Vanesa... Ya somos demasiado mayores para saber lo que debemos hacer y lo que no. Has decido esto, muy bien. Te apoyo. No soy absolutamente nadie para meterme en tu vida ni cambiar lo más mínimo de ella. Supongo que fui alguien importante para ti, pero el pasado, pasado está. No voy a perder el tiempo en alguien a quien no le importo, alguien que no sabe valorar mis acciones y alguien que me pregunta si lo que hace es de mi incumbencia. ¿Sabes? Hubiese dado mi vida por ti si así entendías de una puta vez que eres mi vida entera. Que te necesito como el aire y que este mundo se me viene muy grande si no me coges de tu mano. Pero, ¿sabes qué más? Que todas estas palabras te entran por un oído y te salen por el otro. Y yo ya no estoy para aguantar estupideces de una niñata inmadura que no sabe lo que quiere. - Suspira. Sé perfectamente que la he dejado sin argumentos porque cada palabra que ha salido de mi boca le han llegado como balas. Porque sí, la verdad duele.
-Lo siento, Malú... De verdad. Y no, esto no es lo que parece, ella solo es una amiga. Nada más, sabes que te quiero a ti. Y sí, admito que me he comportado fatal y que no me daba cuenta de todo lo que hacías por mí. Y lo siento, soy una estúpida por no saber valorarte. - Miro al sofá para ver a esa chica pero no se encuentra ahí, ya no está. Y la verdad, no la he visto moverse en ningún momento, será que no me he dado cuenta.
-¿Has terminado?
-Supongo...
-Perfecto. - Coloco mi mano sobre el pomo de la puerta y la abro despacio. Pero antes de que pueda abrirla del todo, vuelve a hablar.
-No, no he terminado. - Me agarra de la cintura y hace que me gire hacia ella, pegándome a su cuerpo. Coloca una de sus manos en mi nuca y me besa como nunca antes lo había hecho.
Aquel beso era húmedo, nuestras lenguas comenzaron a buscarse una a otra, como si se necesitasen, como si no pudiesen vivir sin rozarse. Sus dientes atraparon mi labio inferior y lo iba soltando despacio, sin prisa, y eso me hacía delirar y, al mismo tiempo, retorcerme de placer. Quería más, necesitaba más, ese iba a ser nuestro último beso y tenía que disfrutarlo como nunca. Sus labios eran el caramelo que deseaba saborear toda mi vida. Y sin ellos ya no podría vivir. Son mi droga y separarme de ellos es como caer en mi propia muerte, en tan solo unos segundos ya tendría el síndrome de abstinencia. Mi alma pareció cobrar vida, como si volviese a encenderse después de tanto tiempo, me estaba haciendo sentir, y no sé si prefería confesárselo o callarme. Definitivamente, prefiero callarme a confesar que me hace sentir. El beso cada vez era más húmedo y nuestras bocas no tenían la más mínima intención de separarse, y yo tampoco quería que eso ocurriera. Pero sí, al cabo de unos segundo se separaron. Juntamos nuestras frentes, evitamos sonreír pero no pudimos ganar la batalla. Me escondí en su cuello y ella se limitó a besarme el pelo. Y os puede parecer una tontería, pero es lo más tierno que he visto en mi vida. Y la verdad, me encantaba que lo hiciese. Una vez leí que los besos en el pelo significaban dependencia y necesidad de tener a alguien para siempre. Y que, sino solamente te besa y juguetea con tu melena, quizá está deseando que le digas cuánto le quieres. Aunque eso con Vanesa nunca lo he tenido muy claro.
Me separé y ahí comprendí que ya era suficiente y que debía marcharme. Pero no me fui sin antes dejarle un dulce beso en sus labios, esos que ahora abría ante cualquiera.
Y ella también comprendió que debía marcharme. Al menos, unos días, hasta que pasase toda esta locura que estábamos viviendo. Y aún quedaba lo peor, los periodistas en la puerta de casa, supongo que todavía no se han enterado pero no tardarán mucho más en hacerlo y en plantarse en la puerta de nuestras respectivas casas.
Ahora sí, sin más preámbulos, me monté en mi coche y me fui. Pero me fui esperando volver a verla pronto y, de nuevo, volver a besar sus labios, esos a los que me he vuelto adicta. Aunque me dijese yo misma que esa era la última vez. Pero que ambas sabíamos que no iba a ser así.
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Volvamos a empezar.
FanfictionParece que todo cambia pero el tiempo no se ha dignado a hacerlo con nosotras. O tal vez contigo. Dejemos todo atrás, las promesas incumplidas y los "te quieros" rotos. Qué tal si... ¿Volvemos a empezar?