-¿Has cogido todo?
-Sí, mamá. - Suspiro. Me ha repetido mil veces la lista de cosas que llevo en cada una de mis maletas. Creo que se sabe hasta mejor que yo cada prenda de ropa que tengo.
Me voy a México, para promocionar mi disco y, ya que estamos allí, vamos a hacer un par de firmas de discos, que nunca me he parado por allí, y me apetece bastante. También, ya que estoy allí, voy a aprovechar para quedarme una pequeña temporada, no muy larga, la gira empieza en un par de meses y, aunque me muera de ganas por que llegue el día de arrancar el tour, he pensando en darme un respiro y visitar la ciudad, que siempre que voy no tengo oportunidad de hacerlo por una razón u otra. Vanesa aún no lo sabe, pero prefiero llamarla cuando vaya de camino al aeropuerto, quiero verla pero sé que no va a ser bueno para ninguna de las dos. Necesito respirar y olvidarme de todo, y descansar, demasiadas emociones de todo tipo he tenido ya en este tiempo atrás.
-Mamá, ¿José no debería estar aquí ya? - Antes de darle tiempo a contestar alguien toca al timbre y, por la manera de llamar, deduzco que es mi hermano. Aunque parezca sorprendente sé quien llama con solo oír la forma en la que lo hace, supongo que todos tienen una forma especial de hacerlo.
Me acerco a la puerta, y giro el pomo para abrirla.
-¿En serio tengo que cargar con todo eso? - Pone los ojos en blanco. Qué exagerado es, sólo llevo tres maletas. Hay veces que he llegado a llevar hasta cinco, pero porque me iba más tiempo, evidentemente.
-Vamos machote, tú puedes. - Cojo las dos más pequeñas y me encamino hacia el coche. Abro el maletero y las pongo con cuidado. Sin embargo, mi hermano la tira como si de una pelota de baloncesto se tratase. A veces puede llegar a ser demasiado infantil.
-¡Canasta!
-Como me hayas roto algo me lo pagas, graciosillo. - Me subo al vehículo y rápidamente saco mi teléfono para marcar el número de Vanesa. Mi hermano hace lo mismo y ponemos rumbo al aeropuerto.
Un tono, dos tonos, tres tonos...
-Creía que ya no querías saber nada de mí... ¿Cómo estás? - Murmura preocupada.
-Muy bien... Quería contarte algo, Vanesa.
-Dime, cariño. - Suspiro. No me gusta que me llame así porque caigo a sus brazos siempre que utiliza un apelativo cariñoso para referirse a mí. Y es algo que odio porque no lo puedo controlar, por eso sabía que era mejor decírselo por teléfono.
-Me voy a México.
-¿Cuánto tiempo?
-Tres semanas o un poco más, no lo sé.
-¿Qué? ¿Cuándo pensabas contármelo? - Eleva un poco su tono de voz.
-Lo estoy haciendo ahora. - Suspira.
-¿Cuándo te vas?
-Voy de camino al aeropuerto.
-Ah, que no piensas despedirte de mí. De puta madre, eh. - Sabía que esto iba a pasar, lo sabía.
-Vanesa, lo último que necesito ahora mismo es verte. Caería a tus brazos y no quiero que eso ocurra. Ya hemos tenido suficiente, ¿no te parece?
-No, no me parece. Porque yo sí necesito verte. ¿Qué cojones voy a hacer tanto tiempo sin ti?
-Lo mismo que has estado haciendo hasta ahora.
-Lo único que echo es echarte de menos. De verdad, no entiendo por qué no has dado la cara, deberías de estar diciéndome todo esto en persona, mirándome a los ojos. - Cierro los ojos y respiro. Si estuviese mirándole a los ojos no me saldrían las palabras. Cualquiera es capaz de perderse en ellos, pero nadie es capaz de volver a encontrarse.
-Hablamos cuando vuelva, ¿de acuerdo? - Lo digo dulcemente, esperando que me entienda y me dé un poco de tiempo.
-Sólo una cosa más. - Me quedo callada esperando que continúe. - Te quiero, Malú.
Y yo no sé qué pasó en ese momento, pero algo pasó. Una gran explosión se produjo en mi estómago, aquello parecían águilas revoloteando en mi interior. Lo ha dicho con tanta verdad que no he podido evitar que algo se despertara en mí, lo ha dicho con tantísima verdad que estoy empezando a creérmelo como una tonta. Como la misma tonta de siempre, y lo peor de todo es que quiero creérmelo de verdad, y ojalá esta vez lo haya dicho porque realmente lo sentía. No porque comenzaba a darse cuenta de que me estaba alejando de su vida. Pero eso sólo es lo que yo quería que creyese. Ahora estoy más cerca que nunca de ella. O eso, es lo quería creer yo.
-¿A qué hora sale tu avión? - Pregunta José después de estar un rato esperando sentados en esas sillas tan incómodas que hay en el aeropuerto.
-Dentro de veinte minutos. - Suspiro. Hemos llegado muy temprano. Aunque bueno, en estas cosas es mejor llegar mucho antes de la hora prevista.
Al cabo de unos cinco minutos aproximadamente alguien me susurra al oído.
-Dime, ¿qué voy a hacer sin ti? - Sonrío al reconocer aquella inconfundible voz. Abrazo a Vanesa sin pensármelo un segundo más.
-Y yo, ¿qué voy a hacer contigo? - Cierro los ojos respirando su aroma, huele increíblemente bien, me encanta su perfume, podría pasarme horas y horas oliéndolo, siempre que fuese desde su cuello, claro. Me acaricia el pelo con dulzura y yo me dejo hacer.
-Conmigo puedes hacer todo lo que quieras, mi amor. - Dios, otra vez no. Y esta vez susurrándome en el oído. No sé qué me pasa últimamente que con cada palabra que me dice Vanesa me derrito lentamente. Mis piernas y manos comienzan a temblar y no lo puedo remediar. Me separo de ella y en un acto reflejo le miro los labios. No sé cómo ni por qué, mis labios comienzan a acercarse a los suyo de una forma bastante peligrosa. Sin más preámbulos, chocan por un momento y el eco que se produce al hacerlo me invita a querer más. Vuelvo a juntarlos sin pensármelo dos veces. Me encanta la humedad que generan al juntase. Conozco de ellos cada línea, cada curvatura, cada movimiento y cada sonrisa. Lo conozco a la perfección y seria capaz de retratarlo en un folio en blanco sin observarlos.
El beso se torna lento, sin prisas, de esos besos que dicen todo lo que no se puede decir con palabras.
-No es por estropear el momento pero tu avión sale en diez minutos, Malú... - Menos mal que José se había quedado a pesar de mi insistencia en que se fuese, de no ser por él hubiese perdido el avión.
-Te voy a echar muchísimo de menos, Vanesa... - Junto mi frente con la de Vanesa.
-Y yo a ti, Malú. - Le abrazo fuerte y le susurro muy bajo que le quiero. Emboza una sonrisa y vuelve a besarme. Y ahí me doy cuenta de que no hace falta que me diga que ella también, con aquel beso está todo dicho.
Me despido de José y pongo rumbo hacia mi avión. México me espera. Y un cúmulo de sentimientos que yo no me esperaba encontrarme allí.
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Volvamos a empezar.
FanfictionParece que todo cambia pero el tiempo no se ha dignado a hacerlo con nosotras. O tal vez contigo. Dejemos todo atrás, las promesas incumplidas y los "te quieros" rotos. Qué tal si... ¿Volvemos a empezar?