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La colina. Fue lo primero que pasó por su mente. Si bajaba por ahí, seguramente la alcanzaría, pero tenía que correr rápido. No lo pensó dos veces, empezó a bajar con toda la velocidad que podía.
Luego de largos minutos, llegó. Estaba justo a lado de la cascada. Ahora, tenía que buscarla. Empezó a desviar su mirada hacia todos lados, empezó a caminar de un lado a otro. Había árboles, árboles y más árboles. No la veía. Demonios. Caminó más. No podía haber ido muy lejos. Hasta que a lo lejos, la escuchó. Si, la escuchó toser. Empezó a seguir su voz. Solo unos pasos más, la vió. Hincada en el suelo, tosiendo mucho. ¿Acaso le había pasado algo? Llegó hasta ella.

–Levántate, no vine para más juegos. –Habló él, con voz fuerte. Ella alzó su mirada y lo vió. No respondió. –Te dije que te levantes. –Repitió él. De manera repentina, la vio tocarse el abdomen. Se percató de lo que pasaba. Estaba sangrando. Sus manos le temblaban.

–Mierda, ¿Qué te hiciste? –Le preguntó. Pero apenas lo dijo, ella cayó al suelo, desmayada.
–Joder. –Susurró Justin. Caminó rápido hasta ella, la levantó y la cargó en sus brazos. Estaba empapada. Tenía claramente una herida en su abdomen. Tuvo el impulso de levantarle la blusa, para observarla bien. Si, definitivamente era una herida profunda. Una rasgadura. Seguramente se la hizo al caer al agua, con alguna roca. Empezó a caminar de vuelta a la casa, con ella en sus brazos. Vaya, se dio cuenta de lo liviana que era. No pesaba mucho, era muy delgada. La observó detenidamente. Dios, era tan... bonita. Lo pensó, si, pensó eso y muchas cosas buenas sobre ella. ¿Por qué? Ni el mismo lo sabía. Sentía ganas de matarla por la forma en la que ella le había hablado. Quien diría que una chica tan angelical por fuera, tuviera ese valor por dentro. Se rió al pensarlo. Pero también sentía un extraño impulso por protegerla. ¿Qué demonios era esto? Prefirió sacudir sus pensamientos. Siguió caminando, hasta que visualizó la casa, a lo lejos. Apresuró su paso. Llegó. Al entrar, Ethan caminaba en círculos por la sala.

–¡Joder, Bieber! ¿Por qué mierda tardaste tanto? –Se quejó, al verlo. Justin llegó hasta la sala y acostó a Rosalyn en un sillón.

–Ella es lista, se aventó a la cascada. Tuve que correr por ella. Mira lo que se ha hecho. –Le señaló la herida en su abdomen. Ethan se quedó boquiabierto.

–Mierda, ¡No! Si Richard ve esto, se encabronará con nosotros. –Dijo Ethan preocupado.

–Lo sé, joder, lo sé. –Respondió Justin. –Tráeme algo, una venda, ¡Muévete! –Pidió él. Ethan corrió hasta el baño. A los pocos segundos, regresó, con una venda y un poco de alcohol.

–Toma. –Le dijo. Justin tomó ambas cosas. Le levantó de nuevo la blusa, dejando ver su pequeño abdomen. Ella seguía desmayada. De manera rápida, puso algo de alcohol sobre la herida. Ella se quejó y abrió inmediatamente los ojos.

–¡Ah! ¡No! –Gritó ella. Intentó levantarse, pero Ethan la sujetó de los brazos, mientras Justin abría la venda.

–Tranquila, vamos a curarte. –Prometió Justin. Ella empezó a moverse y patalear. Justin tuvo que subirse encima de sus piernas. –No me dejas opciones. ¡Deja de moverte, carajo! –Dijo, empezando a enojarse. –No puedo hacer esto, con una mierda. –Bien, ahora sí estaba enojado. Ella dejó de moverse, el miedo regresó a ella.

–No quiero nada de ustedes, ¡Suéltenme! –Gritó ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Aparte del miedo que sentía, le ardía muchísimo la herida.

–No me importa lo que digas, quédate quieta. –Dijo él.

Ella se quedó callada, su respiración estaba agitada. Justin terminó por abrir la venda, la pasó por detrás de la espalda de ella, luego la amarró a toda su cintura. La apretó varias veces para que no se soltara.

Detrás de los Mester. 1temDonde viven las historias. Descúbrelo ahora