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—¡Es aquí!— Avisó ella. Gates detuvo el auto. 

—¿Segura?— Preguntó Frank. Rosalyn asintió. 

—¡Si, por supuesto!— Abrió la puerta de la camioneta y se bajó rápidamente. Las demás patrullas apenas se estacionaban detrás de ellos. 

—Señorita, ¡Espere! No puede ir sola, alguien debe acompañarla— Avisó Frank. 

—No, estaré bien, confíen en mí— Pidió ella. Corrió hasta la puerta de entrada. 

—¿Nadie va a respaldarla?— Preguntó un policía. 

—Pues al parecer, no. A mi señal entraremos— Avisó el detective Gates. 

El otro hombre asintió. Rosalyn entró a la casa, la puerta estaba sin llave. Todo estaba silencioso. Apenas dio dos pasos hacia el frente, se topó con algo en el suelo, que le impidió el paso. Giró su vista hacia abajo. 

—¡JUSTIN!— Gritó ella.

Él estaba tirado, inconsciente. Sintió como su pulso se aceleraba al verlo. Sangraba de la nariz, del labio y de la ceja. Estaba lleno de tierra de la ropa. Al parecer lo habían pateado muchas veces. No se movía. Su pecho subía y bajaba demasiado lento. Rosalyn se aterró al verlo así. Corrió hasta la puerta y gritó por ayuda. Se agachó junto a él y empezó a moverlo. 

—¡Despierta! ¡Maldita sea! ¿Qué te hicieron?— Sintió que un nudo se formaba en su garganta. Las lágrimas llenaron sus ojos. Le dolió tanto verlo así. ¿Por qué? No lo conocía, es cierto. Pero quería conocerlo... quería apoyarlo... quería ayudarlo... le dieron muchísimas ganas de abrazarlo, así que no lo pensó dos veces. Se recostó en su pecho y lo abrazó con fuerza.

—Vamos, reacciona— Susurró ella. 

De pronto, sintió como su cuerpo se movía debajo de ella. Alzó su mirada. Justin abría los ojos poco a poco. 

—Sabía que volvería a verte...— Susurró él, con un hilo de voz. Ella sonrió pero al mismo tiempo sintió algo en su estómago. 

—Oh, Dios. ¡Estás bien!— Dijo ella, con una emoción recorriéndola. Se miraron de nuevo... oh, que bonita sensación. Pero no duró mucho. De pronto, los policías entraron a la casa. 

—¡Aléjese de él, señorita Mester!— Dijo uno de ellos, jalándola del brazo. 

Rosalyn se resistió pero él la levantó. —No, no, ¡Suélteme!— Gritó ella. 

Entre dos policías la sujetaron con fuerza. —No puede estar cerca de él, es un delincuente— Dijo Gates. Un policía levantó a Justin poco a poco y lo esposó. Él apenas podía mantenerse en pié, estaba tambaleándose. 

—¡Está muy herido! ¿Qué no ven? ¡Quítenle las malditas esposas!— Gritó ella. 

—Ya viene una ambulancia, cálmese señorita. Lo llevarán al hospital Velmarth. No podemos quitárselas, está bajo arresto ahora— Dijo Frank.

Los policías sacaron a Justin de la casa. Rosalyn seguía sin poder creer todo esto, estaba desesperada y enojada. 

—¡Ustedes no entienden! Tienen que encontrar a Richard Bieber y a los otros, ellos son los responsables, ellos golpearon a Justin, entiéndanlo— Se soltó del amarre de Gates. 

—Nuestro equipo está buscándolos, salieron de aquí hace algunos minutos, las llantas de la camioneta están en la tierra. Haremos lo posible por encontrarlos, pero usted también entienda que el joven Bieber es parte de esto. Irá a la cárcel de cualquier forma, no importa lo que haga o diga— Avisó Gates. Rosalyn negó con la cabeza. 

Detrás de los Mester. 1temDonde viven las historias. Descúbrelo ahora