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No recordaba haberse sentido más nerviosa y emocionada en toda su vida. Esas preciosas mariposas se pasearon en su estómago con velocidad. Los latidos de su corazón aumentaron. Y Justin... él sólo la miraba, con sus intensos ojos mieles, esperando su respuesta. Lo observó detenidamente. No pudo creer a sí misma que tenía a un chico tan guapo pidiéndole ser su novia. Esto había pasado tan rápido... tan inesperado. Estaban haciendo el amor, y ahora le pedía eso. Tan espontáneo, pero tan... hermoso e inolvidable. Nunca había vivido algo como eso.

-Si...- Susurró. En el rostro de Justin apareció una enorme sonrisa.

-Espera... repítelo- Pidió él. -Quiero asegurarme de que esto no es un sueño, y que cuando despierte, estaré de nuevo en casa de Richard...- Se lamentó. Quizá fuera algo tonto, pero realmente necesitaba pedírselo. Su vida había sido prácticamente una mierda, hasta ese día en que ella decidió aparecer... para cambiarlo todo. Ella sonrió. Dejó un dulce beso sobre los labios de él.

-Puedo asegurarte de que no es un sueño... también lo pensé... pero si lo fuera, ¿Cómo podría hacer esto?- A continuación, volvió a besarlo con extrema suavidad. Lento... exquisito. Él la hizo girar en la cama, quedando ahora Rosalyn encima. Rieron. Él la abrazó fuerte por la espalda. No separaron sus bocas, el perfecto beso continuó, hasta que ella decidió morderle el labio inferior. Oh, era tan delicioso. Justin soltó un quejido, pero sonrió. Estaba gustándole que hiciera eso.

-¿Entonces?- Preguntó él, separándose de sus labios. Se miraron fijamente.

-Si, si quiero ser tu novia, Justin- Dijo, ruborizándose ligeramente. Él sonrió de nuevo... una sonrisa de alegría, satisfacción. Le acarició la mejilla.

-Gracias...- Susurró él, casi inaudible. -Voy a darte lo mejor de mí, voy a cambiar. Lo prometo, Rosalyn. Por más difícil que sea, lo haré- Prometió, con ojos de sinceridad. Ella asintió con la cabeza.

-Sé que lo harás, confío en tí- Volvió a darle un pequeño beso en los labios. Justin le impidió separarse, tomándola de ambos costados del rostro. Ambos sonrieron mientras se lo daban. Mientras se brindaban suaves caricias y besos... algo los sobresaltó. Tres toques a la puerta. Se separaron y voltearon al mismo tiempo.

-¿Quién se atreve a interrumpir un momento hot?- Dijo Justin, en tono de burla. Ella rió. Se quitó de encima de él y buscó su ropa entre la cama, para ponérsela. Demonios... seguían desnudos. Él hizo lo mismo, empezó a buscar su ropa por el suelo y a ponérsela. Volvieron a tocar la puerta. -¡Ya van!- Avisó Justin. Terminó de ponerse los pantalones y se puso la camisa. Pero aún estando con ropa, era notable su agitación y su cabello despeinado... cualquiera que lo viera diría que ese chico acababa de tener sexo salvaje. Abrió lentamente la puerta, encontrándose con aquél hombre de la recepción, con el mismo que se había peleado la noche anterior, pero le había pedido perdón.

-Lamento molestarlos, pero en una hora hago el corte. Deben salir antes o les cobraré este día- Avisó. Justin asintió con la cabeza.

-Oh, claro. Ya nos íbamos de echo, sólo me ducharé...- Sonrió ante el pensamiento del tiempo que perdió, por haberse entretenido en otras cosas. Cosas realmente calientes. -Salimos en unos 20 minutos, gracias- Finalizó Justin. El señor asintió y se dio la vuelta, marchándose.

-¿Qué pasa?- Preguntó ella, peinándose nuevamente frente al espejo del baño. Si, realmente su cabello estaba alborotado. Sonrió maliciosamente. Se sintió curiosa al recordar... como Justin la... acariciaba y... oh Dios, mejor tragó saliva y sacó esos pensamientos, o lo tumbaría en la cama de nuevo.

-Tenemos una hora para irnos, me ducharé rápido- Avisó él. Se metió al baño de nuevo y cuando pasó detrás de ella, le acarició la cintura. Se mantuvo detrás de ella, esperando su reacción. Se observaron a través del espejo. Justin sonreía maliciosamente. Ella hizo como que nada pasó, pero joder... sus manos ahí... ¡No otra vez! Siguió peinándose, se mantuvo quieta.

-¿Vas a ducharte o seguirás mirándome a través del espejo?- Preguntó ella. Justin rió. Hundió su cabeza en el cuello de ella. La olió.

-Podría mirarte todo el día y no me aburriría...- Confesó. Ella sintió que se ruborizaba. Que lindo era, Dios. -Que bien hueles, muñeca- Susurró. Ella se estremeció. Maldito hombre de palabras sensuales.

-Ya báñate Justin... se hará tarde- Advirtió ella, ignorando sus halagos. Él la apretó de la cintura contra su... pantalón, si, su pantalón. Una oleada de deseo se paseó por su vientre. Demonios.

-Esto aún no se baja... eso es un problema- Susurró él, directo a su oído. Ella se mordió inconscientemente el labio inferior. Esas palabras habían sido tremendamente excitantes, pero no podían salirse de control de nuevo.

-Y si sigues tocándome, durará más en bajarse- Dijo ella, sarcástica. Justin soltó una risa. -Anda, metete a la regadera o te meteré yo- Amenazó.

-Prefiero que me metas tú... oh si, oh si- Animó él. Ella empezó a reírse, contagiándolo. Sus risas invadieron el cuarto de baño.

-Ya, anda, hablo enserio. Se nos hará tarde, Justin. Tenemos cosas que hacer- Dijo ella, controlándose. Justin suspiró. La soltó de la cintura y le dio un beso en la mejilla.

-Bien, tú ganas. Pero esto no se quedará así- Se lamentó. Se acercó a la regadera y la abrió. Ella rodeó los ojos, divertida. Salió del baño y cerró la puerta. Se acercó a la cama y sujetó su bolso. Lo abrió y buscó sus pinturas, para maquillarse un poco. Mientras colocaba un poco de rímel, algo le impidió continuar. Su celular... estaba sonando. ¿Qué? ¿Cómo era posible? Le había sacado el chip, esto no tenía sentido. Lo sacó de su bolso, pero se percató de que no era el suyo el que sonaba. Era el de Justin... que estaba en el tocador, junto a la cama. ¿Quién será? Se preguntó. Decidió no meterse en lo que no le importaba. Siguió pintándose, pero el celular volvió a sonar. Y no una... 4 veces. Maldición. La curiosidad se apoderó de ella. Escuchó que la regadera aún estaba encendida, él no había salido. Así que decidió estirar su brazo, tomarlo y mirar en la pantalla. La curiosidad se convirtió en celos al leer lo que la pantalla decía... 'Paris llamando'. ¿Paris? Mierda. Ojalá solo fuera el nombre de una ciudad.

-

-Entonces está diciéndome que... ¿No hay manera de saber donde están?- Preguntó Lizbeth, totalmente desesperada. Johán la tomó de la mano, para calmarla.

-Por ahora no, señora McCartney. Estamos haciendo todo lo posible por rastrearlos, pero no será fácil. Recuerde que también tenemos en marcha otra búsqueda, la de los compañeros de secuestro, que aún desconocemos sus nombres- Le informó Frank. Lizbeth negó con la cabeza.

-Esto es una pesadilla- Susurró ella. Johán la abrazó. -Tengo miedo de que algo le pase... de que ese chico pueda dañarla. No entiendo todo esto. ¿Por qué nos abandonó? ¡Somos su familia!- Se lamentó ella, con los ojos cristalizados.

-Ella no nos abandonó, mamá. Nos dejó en la nota que no nos preocupáramos por ella... que nos amaba... recuérdalo mamá. Rosalyn no es tonta, en mis 19 años de vida, es la chica más inteligente que conozco. Y no porque sea mi hermana, en verdad lo es. Ella sabe lo que hace. Estoy seguro de que tiene algo en mente... algo bueno- Avisó James, con palabras de esperanza.

-Esperemos que tengas razón, hijo. Hay que tener fé en ella. No tenemos nada más que hacer por ahora...- Finalizó Johán.

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Richard detuvo el auto.

-¿Es aquí?- Preguntó Ethan. Todos observaron sorprendidos aquella antigua casa, abandonada.

-Si- Afirmó Richard. -Es aquí donde viví con Lizbeth McCartney... y también es aquí, donde ella creyó haberme matado...-.


Detrás de los Mester. 1temDonde viven las historias. Descúbrelo ahora