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Se detuvo en un semáforo en rojo. Su celular sonó. Lo sacó del bolsillo del pantalón.

—¿Quién es?— Contestó.

—Christian— Habló él. —¿Dónde estás Bieber?— Preguntó. Justin suspiró entrecortadamente. Aún no había calmado al cien por ciento ese doloroso llanto, acompañado del nudo en su garganta.

—En Manhattan— Le avisó. —¿Dónde están ustedes?—.

—Estamos en Queens. En la vieja casa de Ethan. Ven hacia acá— Pidió.

—Bien. Giro y voy— Iba a colgar, pero Christian habló.

—Oye viejo... te oyes mal. ¿Todo bien?— Preguntó desconcertado. Justin suspiró. Prefirió callar.

—Allá les cuento— Y colgó. El semáforo se puso en verde. Dio vuelta en la próxima calle. A lo lejos pudo divisar una gran cantidad de bomberos. Aún estaban apagando el hotel Coutyard. Wow. En cuántos problemas estaban metidos. Pero eso no era lo peor. Había algo que en verdad le asustaba, y no se trataba de los policías o los detectives que estuvieran buscándolo. Se trataba de ella... la única chica que amaba y había perdido: Rosalyn Mester.

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El camino de vuelta a casa había sido el más silencioso de sus vidas. Nadie había pronunciado ninguna palabra. Lo único que rompía el silencio eran las lágrimas de Rosalyn. James intentaba consolarla con un abrazo, pero no podía. Johán solo se concentraba en el camino lo mejor que podía. Y ahí estaban de vuelta, con una decena de policías listos para revisar la casa.

—Esperaremos en el auto— Habló finalmente Johán. Rosalyn y James no dijeron nada. Ella simplemente se hundió más en el pecho de su hermano. Cerró sus ojos.

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Tocó de nuevo la puerta. Esta finalmente se abrió. Ethan apareció frente a sus ojos.

—¡Joder!— Exclamó, asustado. —¿Qué mierda te pasó Bieber?— Sin esperar respuesta, lo jaló del brazo y lo hizo entrar a la casa. Luego cerró la puerta. —¡Christian, ven!— Gritó. Justin no pronunciaba ni una sola palabra. Pero su expresión lo decía todo. Estaba destrozado por dentro y por fuera. Tenía los ojos hinchados y rojos de tanto llorar. Estaba pálido. Apenas se movía. Era un Justin sin fuerzas. Un Justin que ellos no conocían. Un Justin hecho pedazos. Ethan lo hizo que se sentara en el sillón. Él se sentó a su lado. Incluso herido de la pierna por el balazo recibido, Ethan podría tener más fuerza que Justin en ese momento. Christian llegó corriendo.

—Dios...— Susurró al verlo en ese estado. Justin tenía la cabeza agachada. —¿Quién te destrozó?— Preguntó. Justin no respondió.

—Oye Justin— Habló Ethan. —¿Qué pasó allá? Cuéntanos...— Pidió. Justin negó con la cabeza y pasó sus manos por su cabello.

—La perdí— Dijo débilmente. Christian y Ethan se quedaron boquiabiertos.

—¡¿Qué?!— Preguntó Christian sin poder creerlo.

—La perdí. Justo lo que oyeron. Perdí a Rosalyn. Ella no quiere volver a verme nunca— Susurró de nuevo. Ese asfixiante nudo se volvía más grande al recordarlo.

—Pero... pero, joder... tiene que ser broma— Ethan no sabía ni que decir. —¡Estaban perfectamente bien cuando se fueron!—.

—No— Justin alzó la cabeza para verlos a ambos. —No es ninguna jodida broma. Richard mató a su madre. Ella dijo que yo tengo la culpa de todo. Está destrozada. Me odia por haber aparecido en su vida. Me odia, porque gracias a que la secuestramos, todo esto sucedió. Su madre está muerta. Por eso no quiere volver a verme. Yo solo le traigo problemas. ¿Lo entienden?— Los ojos se le volvieron a cristalizar. Los chicos tragaron saliva. Dios.

—Valla...— Susurró Ethan.

—Valla mierda— Completó Justin. Christian suspiró dispuesto a hablar.

—Si algo sé, es que ella te ama. Está confundida. Necesita tiempo para recuperar el aliento, al igual que tú Justin. Ella perdió a su madre y tú a tu padre. Sé que no es lo mismo, pero simplemente estamos metidos en muchas broncas. Lo mejor será que le des tiempo... estoy seguro de que ella querrá volver a verte. Déjala que se recupere de esto. También tú necesitas estabilidad. Al igual que nosotros. La policía nos busca. Lo mejor será que estén separados mientras esto termina. Estoy seguro de que volverán, no puedes perderla— Finalizó Christian. Justin dejó escapar una lágrima, pero la limpió de inmediato. En cierta forma, las palabras de su amigo lo tranquilizaron. Pero ese dolor no se apartaba de él.

—Quizá tengas razón— Susurró Justin. —Pero tengo miedo... ¿Saben? Ella me dejó en claro que nunca quería volver a verme. Tengo miedo de que eso sea cierto. Y que cuando yo vuelva... me rechace—.

—Eso no pasará— Aseguró Ethan. —Hay que darle tiempo al tiempo, Bieber—.

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Los policías empezaron a salir de la residencia Mester. Ya la habían revisado por completo. Johán, James y Rosalyn se bajaron del auto y se dirigieron a uno de ellos.

—Están seguros. Pueden entrar— Avisó el detective Frank. Johán asintió.

—Gracias— Susurró. De pronto, llegó el detective Gates, con una tela rasgada en sus manos. La estiró pedazo por pedazo. Rosalyn la observó. Oh, no. Era la pintura que Justin le hizo.

—¿Qué es esto?— Preguntó extrañado. Rosalyn sintió que le estrujaban el corazón. Maldita sea.

—Una vieja pintura. Puede tirarla— Sugirió. Él asintió.

—Bien— Dijo Gates.

—Revisamos la casa y no hay nada extraño o fuera de lugar. Señorita Mester... ¿Está segura de que no sabe algo? ¿Quién mató a su madre? Este caso se nos ha dificultado demasiado. No podemos encontrar a los responsables de esto aún. Hace rato hubo una explosión en la 4th Street. Creemos que ellos están detrás de esto. ¿No tiene idea de donde está Justin Bieber?— Preguntó Frank esperanzado. Rosalyn se quedó quieta. Se puso nerviosa. Demonios. James volteó a verla, esperando a que hablara.

—No— Susurró ella. James sequedó atónito. Negó con la cabeza, en desaprobación. Ella agachó la mirada.¿Por qué seguía encubriéndolo? ¡Él era el culpable de todo! Si, si había unarazón... y era muy simple: Lo amaba. Y eso... sería realmente difícil de borrar.    


Detrás de los Mester. 1temDonde viven las historias. Descúbrelo ahora