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Dejó el celular sobre la barra de la cocina.

—¿Por qué no me lo dices en persona?— Gritó Justin hacia la solitaria sala. Luego dio pasos hacia el frente. —¿Por qué no sales y me enfrentas?— Se atrevió a decir. Su eco fue lo único que invadió la casa. No había ni un ruido más que el de él. Se armó de valor y empezó a recorrer toda la casa, buscándolo. Entró a cada una de las habitaciones y los armarios. Incluso el patio de afuera. ¿Cómo era posible que no hubiera nadie? O mejor dicho, no podía verlo. Eso solo lo inquietaba demasiado. Todos sus sentidos estaban alertas. Además, ahora sabía otra cosa. Si aquél hombre decía la verdad, los chicos estaban en la cárcel. La mente empezó a darle vueltas. ¿Quién los había delatado? Y... ¿Por qué? ¿Acaso había alguien del que se hubiera olvidado? ¿Alguien que estuvo observándolos a cada paso? Trató de recordar cualquier cosa. Cualquier detalle. Por más mínimo que fuera. Pero no obtenía respuestas. Caminó de nuevo hacia la cocina. Se paró frente a la barra. De manera repentina, el celular volvió a sonar. Tembloroso, se fijó en el número. Era él otra vez. Negó con la cabeza y dejó de nuevo el celular sobre la barra. No contestaría. Fue a todas las puertas de la casa y las cerró con candado. Se dirigió al sillón de la sala y se acostó. Alcanzó una cobija y se dispuso a dormirse. El día de mañana podría hacerse cargo de esto. Necesitaba pensar con claridad, pero por ahora sólo estaba nervioso y con cierto miedo recorriéndolo. Ya amanecería con la mente abierta. Cerró sus ojos. Su respiración se tranquilizó, al igual que sus latidos. No había ningún ruido en lo absoluto. Lo último que pensó fue en ella. En lo solo que se sentía sin su compañía. Con sus pensamientos en Rosalyn, se quedó profundamente dormido. Pero si el creía estar solo esa noche, estaba completamente equivocado...

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Juéves por la mañana. El sol apenas salía y Rosalyn pudo escuchar los gritos de su hermano a través de la puerta.

—¡Tienes 35 minutos si no quieres llegar tarde!— Le avisó con apresuro. Ella gruñó. Abrió los ojos y lo primero que vió, fue la preciosa pintura que Justin le había hecho. La había colocado detrás de su puerta, de tal manera que cada que despertara, la viera desde su cama. Quedaba perfecta allí. Sonrió y la amargura de cada mañana desapareció milagrosamente. Empezó a arreglarse, dispuesta a un nuevo día de escuela.

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8:26 am. Estaba en su primera clase. Recibió un mensaje a su teléfono celular. Algo extrañada, se aseguró de que la maestra Collins no la viera y lo sacó de su bolsillo. Era un mensaje de texto. Presionó abrir. 'Es Juéves. No tienes modelaje hoy. Encuéntrame en Central Park al salir de clases, junto al lago. Te tengo una sorpresa. -Justin'. Una sonrisa inconsciente apareció en su rostro al leerlo, acompañada de un revoloteo en su estómago. Solo él podía hacerla sentirse así.

—Señorita Mester, ¿Puede repetir lo que dije?— Pidió la maestra Collins. Demonios. Solo pudo negar con la cabeza, mientras se dedicó a escuchar el castigo que tendría que realizar en la hora de comer. También le quitó su celular, sólo hasta que las clases terminaran. Bien, sin receso ni celular entre clases por hoy, sólo hasta salir. Pero vería a Justin y ahora, eso era lo único que le importaba.

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Su celular sonó, haciendo que abriera los ojos. El sol de la mañana entraba por la ventana, pegándole directo en el rostro. Se talló los ojos y observó el reloj arriba del televisor. Eran las 10:14 am. Valla, había dormido demasiado. Algo irritado se acercó a la barra para revisar su teléfono. Era un mensaje. 'Ve a Central Park hoy a la 1 frente al lago, esperaré por ti. ¿Quién dice que no podemos romper las reglas otravez? -Rosalyn'. Sonrió al leerlo. La propuesta sonaba... más que tentadora. Tenía un trato con Johán. Pero con ese mensaje... a la mierda el trato.

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12:45 am. El detective Gates se encontraba tecleando en la computadora de su oficina. Tenía mucho trabajo. Tomaba su café con tranquilidad, cuando el teléfono sonó. De manera instantánea se activó la contestadora. Le pareció algo extraño. Presionó '1' para escuchar el mensaje. 'Ya tiene a dos, pero le falta una pieza para armar el rompecabezas. Bieber estará en el lago de Central Park en 15 minutos. Le recomiendo que se de prisa'. Era una voz masculina, algo ronca y completamente desconocida. Se quedó perplejo. ¿Quién podría ser? ¿Cómo sabía que ya habían arrestado a Christian y a Ethan? Bien, esto era más que extraño. De la manera más rápida posible, se levantó de su asiento y se dispuso a conducir directo a Central Park.

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El bonito sonido del agua del lago la relajó completamente. Estaba sentada sobre el césped, justo enfrente. Cada que iba a Central Park quedaba más fascinada por la hermosa vegetación que había. Flores por doquier, árboles frondosos, en fin. Pero sobre todo, tranquilidad. En ese preciso momento, estaba sola, observando el lago. Esperando a Justin con todas sus ansias. No recordó haberse sentido tan relajada en mucho tiempo, sin saber que esa relajación, terminaría pronto.

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Era la hora y se encontraba frente a Central Park. Se bajó de su lamborghini y se dirigió al lago. Caminó por los senderos. No había nada de gente a esas horas, lo cual era ligeramente extraño para un día tan caluroso y al mismo tiempo fresco. Se dirigió al largo puente que conducía al lago. Justo cuando iba a la mitad, pudo divisarla a lo lejos. Sonrió enormemente. Estaba sentada sobre el césped, tan quieta y relajada. Pero sobre todo, hermosa. Fresca. Perfecta para él. Ansioso, apresuró su paso. Pero entonces, se detuvo en seco. Pudo ver a un chico acercarse a Rosalyn. Entonces, ella se giró para verlo. Primero pareció sorprendida, pero luego sonrió, le besó la mejilla y lo abrazó. ¿Qué? El corazón de Justin por poco se le sale. Unos celos impresionantes se apoderaron de su ser. Pero más que celos, era confusión. Ella le había mandado un mensaje a él para citarlo ahí. ¿Por qué estaba viéndose con otro? Esto no tenía sentido. Rosalyn lo invitó a sentarse junto a ella, y el hizo caso de inmediato. Justin sintió un nudo en su garganta. Sus ojos se acuaron. Lo supo. Estaba engañándolo. Pero seguía sin tener sentido. ¿Por qué lo había citado ahí? Esto era cruel, era horrible. Su mandíbula se apretó duramente. Estaba enojado, encabronado. Quería ir a darle una paliza a ese tipo. Ella era suya y de nadie más. Así que sin echarse para atrás, empezó a caminar decididamente hacia ese lugar. Pero ni tres pasos pudo dar, cuando una silueta masculina se posicionó frente a él para impedirle el paso.

—Por fin lo encuentro, señorBieber— Habló él con voz rígida. —Queda bajo arresto por el asesinato deRichard Bieber, robo a mano armada, más el secuestro y asesinato mismo de másde 15 jóvenes— Pronunció mientras le colocaba las esposas. Justin se quedó quieto,frío, inmóvil. No pudo siquiera gesticular. —Tiene derecho a guardar silencio.Cualquier cosa que diga puede y será usado en su contra en un tribunal dejusticia. Tiene el derecho de hablar con un abogado. Si no puede pagar unabogado, le será asignado uno a costas del Estado— Finalizó Gates. Entonces, lamente de Justin finalmente se abrió. La realidad estaba ahí. El mensaje de ellahabía sido un completo engaño. Rosalyn no solo acababa de romperle el corazónen pedacitos, también lo había traicionado. 


Detrás de los Mester. 1temDonde viven las historias. Descúbrelo ahora