Salió con prisa de la biblioteca. Eran las 8:10pm. La fiesta de Zac, recién comenzaba. Subió a su camioneta blanca con prisa, se miró en el retrovisor. Suspiró por última vez, y vió en el asiento copiloto el fólder. «Tranquila ________, lo harás». Arrancó el auto y empezó a conducir hacia su destino.
-J
Justin llegó hasta la entrada de aquél lugar. Idéntico al 2011. Hombres altos y bajos, pero todos con una característica en común: rudeza. Sí, todos eran problemáticos. Lo único que querían era ganar. Justin arrastró su motocicleta hasta la franja que marcaba la salida. Buscó con la mirada a Liam, pero él aún no llegaba.
-¿Tu nombre?- Preguntó un hombre de unos 40 años.
-Justin Bieber- Respondió él. Éste lo anotó en una lista.
-3 vueltas, Bieber. Creo que ya sabes las reglas, no desvíos, no paradas, nada. Fijo en las 3 vueltas hasta llegar a la meta. En 10 minutos comienzan. Suerte chico- Dijo él alejándose.
Justin respiró profundo, tomo el aire necesario. Ajustó su chaqueta y tomó el casco en sus manos.-
La música se escuchaba desde una cuadra antes. Se estacionó justo enfrente de la enorme casa. Tomó el folder antes de bajarse del auto. Caminó hasta la puerta y sin tocar, entró.
Muchos de los chicos la miraron, otros le sonrieron. Fijó su mirada en su objetivo: Zac. Siguió caminando alrededor de la casa, hasta encontrarlo, sentado en un sillón. Tal como lo esperaba, estaba con Vanessa. La chica con la que la había engañado y destrozado completamente.
-Hola- Dijo ella con tono alto. Ambos alzaron la mirada a verla. Zac se quedó atónito.-J
-5 minutos, todos a posición- Gritó el mismo hombre de minutos atrás.
Todos se posicionaron en hilera. Los nervios de Justin se iban desvaneciendo, en realidad, se sentía más seguro de sí mismo que otros años. Él siempre participaba y, esta vez, ganaría.
Volteó la mirada hacia los hombres que estaban a su lado, sus motocicletas eran más grandes, notablemente. Uno de ellos, volteó a verlo y se quitó el casco.
-Que hay, Bieber- Dijo guiñándole un ojo. Justin se quedó perplejo, sintió un coraje que le recorrió todo el cuerpo, quería bajarse de la moto y ahorcarlo de una vez. Era él.-
-___... ________- Pronunció Zac tartamudeando, y se puso inmediatamente de pié. -¿Qué haces aquí?- Preguntó.
-He venido a traerle algo a tu novia- Indicó ella. Vanessa se puso de pié y tomó a Zac del brazo. Él rió.
-Ella no tiene nada que recibir de tí, ¿No te cansas de mi, verdad cielo?- Preguntó él sonriente.
-Ella merece saber la verdad, ¿O acaso te da miedo, querido?- Dijo ella sin temor alguno.
-No te atreverías... además, yo no tuve la culpa de nada- Pronunció el con tono diferente, ahora se notaba su preocupación.
-Tú tuviste la maldita culpa de todo- Sus ojos se tornaron lagrimosos. -Mi hijo murió por tu culpa, ¡POR TU CULPA!- Gritó ella. Al instante algunos a su alrededor los miraron, incluyendo a la sorprendida de Vanessa.
-¿Hijo? -Pronunció Vanessa apenas entendible, soltándose del brazo de Zac.
-No, yo...- No sabía que decir.
-Aunque lo niegues las veces que quieras, tengo en mis manos la verdad. Vete al infierno, Zac- Con estas palabras, apunto de romper en llanto, ________ jaló a Vanessa del brazo y la arrastró hacia afuera de la casa. Ahí la miró fijamente antes de estirar el brazo para darle el fólder.
-Es una copia... una copia del acta de mi hijo fallecido- Dijo con un nudo en la garganta, de tan sólo recordar aquél día en que su hijo murió en un accidente, a causa de la irresponsabilidad de su padre... le partía el alma por completo, y saber que Zac fue el culpable, la partía aún mas.
-No lo entiendo... ¿Por qué nunca me lo dijo? ¿Por qué nadie sabe de esto, ________?- Se preguntó ella intrigada.
-Él me quitó todo... lo siento, no puedo decir nada por ahora- Sintió que se desvanecería, así que se dio media vuelta y se fue. Se subió rápidamente a su auto, respiró profundo pero fue inútil, las lágrimas cayeron en un dos por tres.
El dolor que sentía era inmenso. «Este bebé será todo para mí, no sabes cuánto te amo ________». Palabras, palabras y más palabras. Los recuerdos de Zac la inundaron. Le prometió amor eterno, que cuidaría a Kevin más que a nadie. Pero ese día, ebrio y sin conciencia, chocó.
Temblorosa sacó las llaves de su auto y lo encendió. Pisó el acelerador con fuerza, quería sentir adrenalina. Eso le quitaba las ganas de... morir.