CAPITULO 39

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Como dice el dicho: Después de la tormenta viene la calma. Después de una semana entera de fuertes lluvias, el sol había salido en la ciudad de Filadelfia. Ya eran casi 2 semanas de la partida de Justin, y _______ no había tenido comunicación alguna con él. Había sido difícil, mucho. Había llorado, si. Pero sabía que tenía que ser fuerte, ella se lo había prometido.


Ese día, _______ asistiría a la oficina en la que Justin solía trabajar, pues sacaría todas sus cosas.


Llevaba un pequeño vestido, lucía fresca y linda. El sol estaba a su máximo esplendor. Se puso unos lentes de sol que hacía mucho no usaba. Entró. Mucha gente recorriendo la estancia. Subió por el elevador hasta el cuarto piso, donde Justin laboraba. Caminó hasta la recepción.


-Buenas tardes- Dijo aquella linda chica al instante. -¿Puedo ayudarle?- Preguntó.


-Si, por favor. ¿Dónde está la oficina de Justin Bieber? He venido a sacar sus cosas- Aclaró ella. Aquella chica frunció las cejas.


-¿A sacar sus cosas? ¿Ya no trabajará más aquí?- Preguntó sorprendida.


-No, se ha ido a otra ciudad. ¿Me podrías decir?- Preguntó, insistente. La rubia miró a _______ con cara de desprecio, luego sonrió.


-Segunda oficina a la derecha- Señaló un pasillo. -Ah, lindo vestido- Alagó. _______ sonrió no muy alegre. Luego observó a su tarjeta de presentación que colgaba en su pecho.


-Gracias... Karen- Se dio la vuelta y se fue. Karen, quien era compañera de trabajo de Justin, se sintió ligeramente celosa. Siempre había sentido algo por él, aunque ni el mismísimo Justin lo supiera. Había sido callada y reservada con él, pero cuando tenía la oportunidad, le hablaba. Ver que una bella mujer llegaba para llevarse las cosas de él, no le pareció muy simpático.


_______ llegó hasta la oficina de Justin. La puerta estaba sin llave. Entró. Todo estaba silencioso. Papeles sobre el escritorio, a decir verdad, muy desordenado. Empezó por los cajones del escritorio, ahí había muchos documentos de él. Tomó una caja y la puso sobre el escritorio, para comenzar a guardar las cosas, y de paso, le daría una limpiada al lugar. Valla que lo necesitaba.


Dejó su bolso junto a la caja, se quitó los lentes y empezó. Instantes después, dos pequeños toques a la puerta la hicieron alzar su vista.


-Disculpa... ¿Te dieron permiso de entrar aquí?- Preguntó un chico, que estaba recargado en el marco de la puerta. _______ alzó su vista. Era un hombre de escasos 23 años, alto, corpulento, de tez blanca y cabello negro, peinado hacia arriba. Ojos oscuros e intensos. Llevaba puesto un elegante pantalón de trabajo y camisa blanca, zapatos negros y buen porte. Traje para oficina.


-Si- Contestó ella, fría. Él sonrió levemente. Lindo.


-Perdona que te lo diga pero... ¿Qué haces?- Preguntó curioso. -Mi oficina está junto a esta y he oído unos cuántos ruidos de acá- Dijo sin dejar de sonreir.


-Perdón si te molesté. Estoy arreglando este desastre, si no te importa... ya casi me voy- Aclaró ella, sin mirarlo. Él se apartó del marco de la puerta y entró.


-Tranquila, está bien. Pero...- Observó todo el lugar. -Es bastante desorden. ¿No necesitas ayuda?- Preguntó cortésmente. Ella alzó su mirada para verlo.


-No te preocupes, estoy perfectamente bien- Dijo nuevamente, con ese tono de frialdad. Estos días no estaba para hacer amigos.


-De acuerdo. Si me necesitas estaré a lado. Hasta luego- Y sin más, salió de ahí. _______ suspiró. Se lo había quitado de encima, no le había importado ser descortés.

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