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[Narra compi]

¿Donde está el jodido hielo en está mierda de casa? Mi mano rebuscada en el congelador en busca de algo frío que poder colocar sobre mi ojo morado.

"No te vuelvas a acercar a mi Dulce si no quieres acabar bajo tierra"

Eduardo, maldito cabrón hijo de puta.
Al fin encontré una bolsa de guisantes para poder colocar en mi ojo, guisantes jodidamente pasados.

"¿Sabes que? En realidad no voy a parar hasta veros a todos bajo tierra"

Eso sonó lo suficientemente psicópata para mi, allí fue cuando mi puño besó su nariz y su codo acaricio mi ojo.

Pi, Pi, Pi, Pi

¿Que Puto sonido es ese? Era jodidamente insoportable. Entonces caí en la cuenta. El bendito teléfono. Como si mis pupilas se convirtieran en el símbolo del dólar, arrojé los guisantes Satanás sabe donde y me lancé hacia el comedor en busca del teléfono de oro.

-Compi al habla- hubo un silencio en la línea donde sólo podía escucharse una respiración -¿Hola?- una voz carraspeante tosió -Dentro de dos días a media noche, en la fábrica de cemento abandonada en las afueras de sagunto.- Después la línea fue cortada. Raro, jodidamente raro. Dejé el teléfono en su sitio, no quería volver a ser arrojado de un coche en marcha. Lo próximo que haría sería llamar a Yavé.

[Narra Deniss]

El agua ardiendo recorría todo mi cuerpo. Joder. He dicho que si. Una sonrisa involuntaria salió de mis labios.

Mío, mío, mío, por fin mío.

La sonrisa de fue de mi rostro al instante ¿Que te hecho? Un nudo de colocó en mi estómago.

Mi vida es demasiado complicada. ¿Sabré llevar una relación?

No.

O quizás si.

¿Y qué hago ahora cuando salga?¿Le beso?¿Le digo algo? Obviamente le tendré que decir algo. Bueno, esto era lo que quería ¿no?

Cerré el agua de la ducha y me envolví en una toalla azul. Abrí la puerta del baño que daba a mi habitación y comencé a cepillarse el pelo.

Creo que lo mejor es que deje de pensar.

[Narra Yavé]

-Mama, no puedo ir. Tengo que quedarme con Deniss.

-Pero viene tu hermano mayor y te necesito en casa. Oh vamos, traete a Deniss. Pero ven mañana a la inauguración por Dios. Por tu madre.

La línea de quedó en silencio, la galería de arte de mi hermano mayor. Vaya pedazo de aburrimiento.

-¿Yavé?

-Es una fiesta de las estúpidas ¿Verdad?

-Si a estúpida te refieres a traje de chaqueta y vestido largo. Si.

Resoplé

-Por mi. Valeria tiene muchas ganas de que vengas ¿Verdad?

Mi hermana gritaba entusiasmada por la otra línea.

-Esta bien, iré.- dije rendido.

- Pasado mañana a las 8 tienes que estar en casa y nos vamos toda la familia, traete a Deniss.

Y corto la línea, cosa que solía hacer yo. Genial.

Dejé el teléfono junto a los papeles y me Levante para coger un cigarrillo. Justo cuando tenía el cigarrillo entre mis dedos volvió a sonar el teléfono. Tiene que ser coña.

-¿Que?

-Han llamado.

La voz de compi hizo que mi cuerpo quedará estático, eso lo complicaba todo.

-¿Cuando?

-Dentro de dos días a media noche.

Tiene que ser una puta coña, eso es demasiado pronto. Justo cuando las cosas iban como la seda.

-¿Yavé? No me jodas.

-¿No es demasiado precipitado?

-No, más rápido vendrá el dinero.

Las escaleras comenzaron a sonar. Deniss.

-Vale. Luego te llamo.

Y allí estaba ella, parada en las escaleras mirándome algo ¿Avergonzada?

-Hola.- dijo tímida.
-Hola- dije sonriente.
-¿Haces algo mañana por la noche?- negó con la cabeza -Pues tienes que acompañarme a una inauguración- abrió sus ojos asustada -¿Quien va?- dijo con la misma expresión -Mi familia, mi hermano mayor inaugura una galería de arte- y ella seguía estática y con cara de horror -Deniss, no hace falta que les digamos nada, serás mi amiga, iremos despacio ¿Vale?- ella asintió relajando todos sus músculos -¿Y qué a pongo?- dijo cogiéndome de la mano y arrastrándome hacia arriba. Entramos a su cuarto y abrió su armario -¿Que te vas a poner tu?- me senté en la cama, vamos para rato -Traje. Tienes que ir de largo, mañana podemos comprar algo- Cerró el armario- Levanta de la cama- me Levante de la cama y esta se abrió sin desmontarse mostrando un sin fin de cajas grandes. -No se cual ponerme- abrió una caja y sacó un vestido largo violeta. No puede ser. -¿Todas esas cajas son vestidos?- pregunté incrédulo -Si- y abrió otra caja y sacó un vestido largo azul -Tú padre tenía razón cuando decía que eras una adicta a las compras- volvió a sacar un vestido rojo y largo de otra caja y lo sujeto sobre ella mientras se miraba al espejo -No son comprados, mi madre es diseñadora, siempre cogía lo que me gustaba de la nueva colección
- Vaya ¿Y ella donde esta?- bajó el vestido y me miró por el espejo - Pues, no está y no creo que vuelva. Aunque bueno, realmente nunca estuvo.- su rostro se entristeció y comenzó a guardas los vestidos en las cajas. -Llamemos a telepizza hoy- me miró fingiendo una sonrisa y justo cuando fue a pasar por mi lado mi cuerpo se interpuso a que pasará -Ey- mis manos acunaron su rostro -No me gusta verte triste- una de mis manos puso un mechón de su pelo detrás de la oreja. De acercó a mi y depósito un pequeño beso en la mejilla, no era lo que esperaba así que me acerque a sus labios y dejé una pequeña picada.

NO
NO
NO
MIERDA
LA FIESTA DE INAUGURACIÓN ES EL MALDITO DÍA DE LA ENTREGA.

-¿Estas bien?- como Cojones no me he acordado antes -Si, creo que me he dejado un montón de papeles sin ordenar- ella frunció el ceño, imagino que mi cara en ese momento sería un maldito poema.-Mi padre te dijo que mientras que el no estaba no ordenaras- Deniss, no quiero enfadarme contigo -Son papeles retrasados. - cogió una goma roja de pelo de su muñeca y comenzó a unir su cabello todo hacia atrás - Pues ves a ordenarlo, porque no te voy a dejar ver el vestido hasta pasado mañana- y su sonrisa de amplio de oreja a oreja mientras liaba la goma alrededor de su pelo en una coleta. Mierda, le hacía ilusión, le gustan estas estupideces. Rodé los ojos y ella soltó una pequeña risita picoteo mis labios rodeando sus pequeños brazos al rededor de mi cuerpo, después los volvió a picotear por segunda vez y a la tercera me olvidé por un momento del maldito lío en el que me había metido y le devolví sus pequeños picoteos en un beso lento.
Ya no tendría que preocuparme en que pasaría después del beso, ahora podía besarla cuando quisiera. Mi lengua entró en su cavidad bucal recorriendo cada centímetro mientras que mis manos se depositaban en sus sonrojadas mejillas.

RESILIENCIA (Blanca Suárez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora