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[Narra Dulce]

Todo salió según lo planeado, Deniss iba hacia la boca del lobo, dentro de veinte minutos Yavé seria solo mio. Marqué el numero de mi hermano -Va hacía allí- note un respiro de alivio-¿El coche y la casa están preparadas?- suspire, era una completa locura -si ¿como vas a conseguir que no salga corriendo en cuanto la sueltes en tu casa?- el chasqueo la lengua en señal de cansancio -Esta lleno de guardias, ya me las apañaré, era lo que queríamos ¿no?

[Narra Deniss]

Ya estaba jodidamente asustada cuando llegué aquí, llamé al Sr.Davis y solo saltaba el contestador así que Dulce me dijo donde estaba y no podía entrar de otra forma que colarme con un grupo de chicas que entraba y para mi suerte Raquel parecía la jefa de todo esto aunque no entendía para que querían a las chicas, pero me temblaba todo el cuerpo, pero en cuanto entró Yavé por la puerta mi cuerpo se relajó, incluso esbocé una pequeña sonrisa que el vio y frunció el ceño -¿Deniss?- el se acercó a mi y a Raquel -Cariño, te estaba esperando- Dijo Raquel avalanzandose hacia su cuello, pero el no apartaba la vista de mi, yo cambie de dirección de mi mirada rompiendo la concesión de nuestras miradas cuando ella lo besó en sus labios, esos labios que yo besé aquella noche, mi mirada se nubló cuando noté una lagrima caer rápidamente de uno de mis ojos, la limpie, ahora era mi oportunidad para colarme y buscar al señor Davis, fui caminando hacia unas escaleras que subían a una planta superior, comencé a andar mas rápido, cuando había conseguido subir el primer escalón comencé a correr, al llegar a la planta de arriba todo estaba completamente oscuro, habían pequeñas salas cubridas por una cortina totalmente negra, comencé a andar por la sala y estaba lleno de chicas elegantes, enjoyadas y con vestidos insinuantes, me paré en medio de la sala, ni siquiera sabia la cara del hombre al que buscaba, esto era una enorme estupidez, visualicé la cara de cada una de las personas que estaban tomando copas y ninguna me parecía sonar y traer algún recuerdo. Unas manos se posaron en mi cintura he intentó balancearla al compás de la música, por un momento pensé que iba a ser Yavé pero cuando retiró mi pelo hacia un lado y chupo mi cuello a la misma vez que me apretó fuerte hacia su miembro, yo me aparté sin armar escándalo -¿Que pasa preciosa? te gusta hacerte de rogar- dijo acercándose a mi, yo solo daba pasos hacia atrás-Vamos ¿Cuanto quieres? ¿500? ¿800?- me miraba de arriba a abajo como si fuera un trozo de carne, era un hombre mayor, de unos 40 años, completamente trajeado y repeinado con gomina, no era nada apuesto y la forma en la que me miraba me daba repulsión -Joyas¿te gustan las joyas? te puedo cubrir de diamantes, ese precioso cuello y esas delicadas manos recubiertas de pulseras, anillos, collares, pendientes....el paraíso ¿así lo llaman no?- en cuanto miré a mi alrededor lo comprendí, eran chicas de compañía de lujo y a mi me habían tomado como una de ellas, el seguía acercándose a mi y yo choqué con la barra quedando totalmente acorralada por su cuerpo, puso los brazos a cada lado de mi cuerpo y yo me curvaba con asco de pensar que esos labios podían tocar los míos, una mano se poso con delicadeza en el pecho de aquel hombre y este instintivamente quito las manos de al rededor de mi cuerpo, otra vez Yavé me había salvado. Se puso detrás mía  y rodeo con sus brazos mi cintura-Esta conmigo- dijo serio, yo solo sonreí y puse mis manos sobre sus brazos-Tienes buen gusto chico- dijo aquel hombre poniendo sus manos en su miembro para después abrocharse la chaqueta, estaba empalmado y me daba mas repulsión todavía -No lo dudes- dijo Yavé dándome un pico en los labios dejándome completamente sorprendida y cogiéndome de la cintura ligeramente para pegarme a su cuerpo y dirigirme hacia la puerta. Cuando estábamos en el pasillo el entrelazó su mano con la mía, al salir a la plata baja el seguía tirando de mi y Raquel miraba nuestras manos entrelazadas mientras bebía un vaso de algún liquido marrón con melancolía en su rostro. Yavé siguió tirando de mi hasta que salimos a la calle, no había conseguido lo que estaba buscando, me había metido en otro lió, no tenia ganas ni de andar, incluso me dio igual que ese hombre pudiera hacerme algo, mi vida era una completa mierda y las ganas de vivir se habían esfumado como arte de magia, me encontraba en un callejón sin salida y lo único que podía hacer para salir de toda esa mierda era hablar con el Sr. Davis pero solo había un problema, no me acordaba de su rostro y yo sólita me había metido en la boca del tiburón dos veces, estaba realmente jodida- PARA- le grite a Yavé, el paró en seco y se giró a mirarme, el estaba sin expresión alguna escaneando mi rostro con esos hermosos ojos azules, apretó la unión de nuestras manos mientras yo intentaba no llorar, el maquillaje se me iba a correr y iba a parecer un panda, dirigí mi mirada al cielo para aguantar las lagrimas que estaban apunto de resbalar por mis ojos, estaba tan sola y tan cansada psicologicamente...-Ey, ven aquí- dijo en un tono dulce estirando mi cuerpo hasta su pecho para fundirme en un abrazo, un abrazo que necesitaba, el empezó a pasar sus manos por mi espalda hacia arriba y hacia abajo delicadamente, intentaba unir todos mis pedazos pero...yo ya estaba perdida, irreparable, era una ciudad en ruinas, un papel arrugado que nunca volverá a estar plano y en perfectas condiciones, apreté los puños en su camiseta blanca y escondiendo mi cara en su camiseta comencé a llorar- Ey no...shhhhhh- el me apretaba mas fuerte entre sus brazos, y besaba mi cabellera, yo me derrumbé del todo, mi llanto era desesperado, mis puños estaban mas apretados cogiendo su camiseta, mis piernas fallaban y ya no sostenían mi cuerpo, Yavé intentaba sujetar mi cuerpo que ya no tenia fuerzas para mantenerse en pie, mi llanto no era ahogado, no podía serlo, estaba sofocada, me costaba respirar, ni siquiera escuchaba las palabras de Yavé solo escuchaba mis pensamientos y mi llanto, estaba sofocada y aunque quisiera parar de llorar no podía, volvía a caer con las fuerzas, cogía bocanadas de aire, ni siquiera podía respirar bien, empezó a dolerme la cabeza y me fui debilitando, perdí las fuerzas de mis puños en la camiseta de Yavé, mi cuerpo dejó de funcionar, solo podía escuchar la voz de Yavé diciendo mi nombre desesperadamente, mis ojos se cerraban, no tenia fuerzas, mi cuerpo estaba muerto y solo sentía las movimientos bruscos de Yavé balanceandose, mis parpados me pesaban y de repente todo se volvió oscuro.


RESILIENCIA (Blanca Suárez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora