Capítulo 1

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El sonido de la madera siendo golpeada hace estragos en mis nervios alterados. Estar aquí me enferma como nunca nada lo ha hecho, se siente incorrecto, doloroso y tortuoso, y lo único que deseo es marcharme en este preciso instante.

Odio estar en este lugar. Odio los recuerdos. Odio sentirme como me siento ahora mismo. Es como si la chiquilla miedosa que he tratado de mantener encadenada en lo más profundo de mí ser, estuviese a punto de despertar de un sueño profundo.

Tomo una inspiración profunda y dejo escapar el aire con lentitud antes de girar sobre mi eje y encaminarme hacia la puerta de la entrada. El pasillo que da hacia la sala se siente más estrecho y largo que nunca. Las paredes de éste lugar me asfixian y me abruman tanto, que apenas puedo mantener el hilo de mis pensamientos.

Hundo los recuerdos en lo profundo de mi cabeza, mientras que mis pasos avanzan rápidos por la alfombra del apartamento en el que viví con él...


El olor a humedad está impregnado en todos lados y, por más que he pasado la mañana entera limpiando, no he podido deshacerme de las partículas de polvo que revolotean y son visibles gracias a la luz que se filtra por las ventanas. Hace un año me fui de este lugar y me prometí a mí misma que no iba a volver; sin embargo, estoy aquí una vez más; tratando de acabar con uno de los últimos lazos que tengo con mi pasado.


Mis dedos se cierran alrededor del metal de la perilla y dudo unos instantes. Estoy ansiosa hasta la mierda. No estoy lista para hacer esto, pero sé que si no lo hago, no seré capaz de seguir adelante. Necesito acabar con todo de una vez por todas. Cortar de tajo con todo aquello que lo trae de vuelta a mis días.

Inhalo profundamente y exhalo con lentitud, en un débil intento de aminorar el nerviosismo que retuerce el nudo en la boca de mi estómago.

La puerta vuelve a ser golpeada y me sobresalto un poco. Una maldición baja sale de mis labios, y cierro mis párpados con fuerza antes de obligarme a abrir.


Toda la sangre se drena de mi rostro en el instante en el que mis ojos se encuentran con él. No puedo creer que esté aquí. No cuando ha pasado tanto tiempo...

Ojos azules me miran con diversión y una sonrisa fácil y burlona está pintada en los labios del chico delante de mí.

Luce muy diferente a como lo recuerdo. Su cabello rubio oscuro está un poco más largo, y la palidez de su piel resalta el tono oscuro de las bolsas debajo de sus ojos.


—Pareciera que has visto un fantasma, Maya Bassi —en este momento, incluso su voz suena diferente a como la recuerdo.

— ¿Qué quieres? —Las palabras salen con más brusquedad de lo que pretendo, pero no puedo evitar sentirme vigilada. ¿Qué demonios está haciendo aquí?...

Una risita irónica brota de sus labios y niega con la cabeza mientras juguetea con el bastón entre sus dedos y recarga el peso de su cuerpo contra el marco de la puerta. No me atrevo a apostar, pero podría jurar que hay un atisbo de dolor en sus facciones en el proceso. Mi vista se posa en su cadera, la cual descansa contra la vieja madera, y no puedo evitar preguntarme cuánto le duele.


— ¿Así es como saludas a quien no has visto en mucho tiempo?, cariño; tienes un serio problema si es así —habla, con aire despreocupado, y mis ojos barren la extensión de su delgado cuerpo hasta llegar a su cara.

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora