Capítulo 20

316K 24.2K 17.5K
                                    




—Dime, por favor, que esto es una broma, Maya —La voz de Kim rompe con el silencio tenso que se ha apoderado del ambiente.

Mi vista viaja de ella a Liam, un par de veces. No sé qué responder, así que me limito a quedarme aquí, mirándolos sin saber qué hacer o qué otra cosa decir.

—Sé que suena como una completa locura, pero... —comienzo, después de un largo momento.

—No, Maya —Kim me interrumpe y sacude la cabeza con incredulidad. Su mirada está teñida de genuino horror—. No suena como una locura. Es una jodida locura.

Aprieto mis puños sobre mis rodillas y reprimo el impulso de tomar mi teléfono y decirle a Jeremiah que su plan es un asco.


Hace un rato que me trajo al apartamento que comparto con Kim, no sin antes adaptar el plan conforme al acuerdo al que llegué con Tyler.

En teoría, Tyler se comprometió a entregarme a Hayley en uno de los centros comerciales más concurridos de la ciudad a las ocho de la noche. Yo me comprometí a llamar a la policía diez minutos antes de la hora señalada, para que él tenga tiempo de hacer que Harry le entregue todo lo que tiene gracias al tráfico de drogas.

De camino a aquí, Jeremiah y yo acordamos que no íbamos a llamar a Harry desde mi teléfono. Un carro color gris comenzó a seguirnos después de que finalicé la llamada con Tyler. Estoy segura de que ha sido él quien me ha mandado seguir. No me sorprendería ni un poco que también estuviese monitoreando mis llamadas.

No hay que ser un genio para saber que Tyler no confía en mi capacidad de mantener mi palabra. Lo único que espero, es que no sospeche acerca del fatídico plan que hemos ideado.


Kim se pone de pie. Sus manos temblorosas rastrillan su cabello hacia atrás. Camina de un lado a otro por toda la estancia, sin saber qué hacer y, entonces, clava sus ojos en mí. La forma en la que su mirada se entorna, acompañado del odio que ni siquiera es capaz de reprimir, hacen que un escalofrío me recorra de pies a cabeza.

— ¿Por qué demonios no dejas que ese estúpido hombre entregue a Harry y ya? —La ira se filtra en el tono de su voz—. ¿No es suficiente con lo que ha provocado? ¿No crees que es tiempo de que pague por toda la mierda que hace?

El peso que hay sobre mis hombros aumenta y, de pronto, se siente como si estuviese a punto de ahogarme. Entiendo su postura pero, a pesar de todo, no soy capaz de hacerle eso a Harry.

Me siento como una completa idiota. Estoy dividida entre lo que se supone que debo hacer y lo que mi corazón necio se niega a aceptar. Harry no merece ni siquiera un ápice de compasión. No merece que intentemos salvarlo de un destino que se ha empeñado en ganar.


—No puedo, Kim —susurro, con un hilo de voz.

La culpa se arraiga en mis venas. Debería estar entregando a Harry en bandeja de plata. Debería terminar con todo esto de una maldita vez por todas y dejar que pague por lo que ha hecho... Pero no puedo permitirlo. No tengo el corazón para hacerle algo así.

— ¡Oh, vete a la mierda! —Escupe—, ¡vete al maldito demonio, Maya!, ¡mi hija está en manos de un psicópata por tu puta culpa y, lamento decírtelo, pero si no si tú no entregas a ese bastardo, lo entregaré yo!

Trato de mantener el pesar, la tristeza y el coraje a raya, pero es imposible. Quiero estrellar mi palma en su mejilla por la forma en la que está hablándome. Quiero tomarla por los hombros y sacudirla hasta hacerle entender que esto no es algo que yo busqué.

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora