Capítulo 15

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No puedo dejar de llorar. Soy vagamente consciente de que la mujer que se acercó hace un rato no se ha marchado, pero no puedo evitar sentirme ausente de la realidad. Estoy aquí, pero no puedo conectar mi cerebro con la realidad que me rodea.

Es como si todo pasara a través de un filtro, ya que no puedo concentrarme en otra cosa que no sea el ir y venir de los autos de la calle.

No puedo moverme. No puedo dejar de torturarme con lo ocurrido con Tyler y la forma en la que arrebató a Hayley de mis brazos. Tampoco puedo dejar de pensar en qué demonios voy a decirle a Kim cuando tenga que enfrentarla. No sé cómo diablos voy a verla a los ojos y decirle que permití que me quitaran a su hija. Va a odiarme. Yo me odiaría si fuera ella...


Las lágrimas no dejan de caer por mis mejillas y mi cuerpo entero se siente entumecido y aletargado, pero no tengo fuerza alguna para hacer algo que pueda espabilarme un poco.

La mujer a mi lado habla pero no la escucho realmente. Sé que trata de tranquilizarme, pero no puedo hacer otra cosa que no sea revolcarme en mi miseria. No puedo hacer nada más que revivir lo que acaba de pasar.


Lo único que soy capaz de hacer ahora mismo, es escuchar el tono suave y dulce que utiliza conmigo mientras me sumerjo en un mar de auto odio. Me siento como una completa idiota. Me siento como una buena para nada. ¿Cómo es posible que ni siquiera pude mantener a salvo a una pequeña?...


El sonido de la voz de la mujer se apaga abruptamente en un segundo, y una figura aparece en mi campo de visión. El torso enfundado en una camisa de botones color negra se desliza hacia abajo y, en cuestión de un instante, me encuentro mirando un par de familiares ojos color esmeralda.

Una mano grande y cálida se coloca sobre mi mejilla y los dedos largos se curvan en mi cuello hasta llegar a mi nuca.

Me toma unos instantes registrar en las cejas espesas fruncidas en un ceño profundo y la mandíbula apretada del hombre que se encuentra acuclillado frente a mí. Es hasta ese momento cuando me doy cuenta que me encuentro sentada en el suelo, con las rodillas flexionadas y los brazos agarrotados alrededor de un bulto. No sé en qué momento llegué al suelo y tampoco me interesa averiguarlo. Lo único que deseo ahora mismo es que todo esto sea una jodida pesadilla...


Mi vista viaja por el familiar rostro del chico frente a mí y no puedo evitar demorarme más de lo debido en las escandalosas cicatrices que ensucian el lado izquierdo de su rostro. No las miro por morbo, sin embargo. Las observo porque ahora más que nunca me parecen fascinantes. Hermosas a su manera.

Mis ojos viajan por el resto de su cara y me percato de cómo las largas hebras de cabello ondulado caen sobre su frente y sombrean su rostro de modos encantadores.

Harry Styles siempre ha sido una visión dolorosa y maravillosa.


—Maya —mi nombre sale de sus labios y suena como la más dulce de las plegarias. Como si estuviese agradeciéndole al cielo el hecho de tenerme frente a él sana y salva, pero yo no puedo responder. No puedo pronunciar su nombre porque si lo hago, voy a romperme. Voy a quebrarme en fragmentos diminutos.

Mi corazón se estruja con violencia en el instante en el que noto cómo la nuez de Adán del su cuello sube y baja cuando traga duro. La angustia que se filtra en sus facciones es tan intensa, que apenas puede mantener su expresión serena.

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora