Capítulo 33

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Harry no ha hablado en lo absoluto desde que salimos de la comisaría. No luce molesto, sin embargo. Su semblante, en realidad, es más bien pensativo y un tanto ausente.

Cuando volvió a la oficina del comandante, lo único que hizo fue despedirse del hombre, darme las gracias por esperarlo y guiar nuestro camino hasta el estacionamiento del lugar.

A partir de ese momento, el ambiente ligero y dulce que se había instalado entre nosotros se esfumó. El Harry conversador, risueño y juguetón de hace un rato desapareció para abrirle paso a este chico serio y cerrado que suele ser la mayoría del tiempo. Este que es capaz de retraerse en sí mismo hasta que la tempestad de su cabeza se apacigüe.

No sé qué es lo que ha hablado con David Ferguson, pero no parece haber sido nada bueno. Lo sé por la manera en la que su ceño se frunce. Lo sé por la forma en la que sus dedos se crispan en el volante y lo aferran con mucha fuerza.


— ¿Está todo bien? —Pregunto, cuando quedan apenas unas calles para llegar al edificio donde vive.

Él asiente casi de inmediato.

—Sí —dice, pero su tono es grave y distante.

— ¿Por qué no lo intentas de nuevo?, si me lo dices de ese modo, es imposible creerte —digo, en voz baja y dulce. No pretendo que lo tome como una agresión, sino como una manera de aligerar su estado de ánimo alterado.

Un suspiro brota de su garganta en ese momento, y noto cómo sus facciones se relajan un poco mientras niega con la cabeza.

—No pasa nada, amor —dice y me dedica una mirada fugaz, pero tranquilizadora—. Es sólo que las cosas se han complicado con todo lo que ha ocurrido con Tyler y ahora debemos cambiar la estrategia a utilizar. Tengo que ser yo quien lo deje en mal delante de todos mis socios; hacerlos creer que Tyler trató de tenderme una trampa para entregarme y que no dudo ni un segundo que tratará de ensuciar mi nombre —hace una pequeña pausa—; pero no estoy seguro de que eso funcione con los hombres con los que trato —su mandíbula se aprieta antes de continuar—: Esos tipos no confían ni en su propia sombra. No creo que vayan a tragarse ese cuento —niega con la cabeza—. El comandante insiste en que debemos intentarlo, pero yo veo casi imposible que funcione.

El miedo se cuela en mis venas poco a poco, pero trato de mantener mi rostro sereno mientras que lo escucho hablar.

— ¿Y qué es lo que tú quieres hacer?, ¿cuál es tú plan? —Pregunto, con un hilo de voz.

Harry no dice nada durante un largo rato y, en el transcurso de ese lapso de tiempo, aparca frente a la acerca del complejo habitacional donde me ha dado alojamiento. Entonces, apaga el vehículo y me mira. Su expresión es incierta.


—Quiero acelerarlo todo —dice, finalmente—. Quiero que armemos un operativo para atrapar a Tyler lo antes posible. Quiero buscar la cabeza de Johan Lasserre, el distribuidor de todo California, y encerrarlo junto con sus socios minoritarios; pero...

—Pero el comandante no quiere hacerlo... —me aventuro a adivinar, cuando guarda silencio.

Asiente.

—Dice que es demasiado riesgoso y que aún no tenemos los suficientes medios para convencer a Lasserre de dejar su zona de confort para venir a nosotros —dice, con un dejo amargo en la voz—. Y sé que tiene razón, ¿sabes?, sé que no se equivoca pero es que estoy tan cansado... —niega con la cabeza—. Estoy harto de todo esto. Lo único que quiero es dejar de estar preocupado por esta mierda todo el tiempo. Lo único que deseo es olvidarme de todas las estupideces que hice en el pasado y ser una persona digna de todo lo que tengo —gira su rostro para mirarme con aprehensión—. Quiero ser digno de mi madre, de los pocos amigos que tengo... de ti. —Desvía la mirada y la clava en un punto en el volante—. Quiero dejar todo esto de lado y enfocarme en algo que no involucre perder a las personas que más me importan. Estoy harto de perderlas.

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora