Capítulo 30

371K 23.9K 17K
                                    




Esta noche tengo una cita con Harry y estoy nerviosa hasta la mierda. He pasado el día entero recordándome que es Harry y que hemos hecho esto antes; sin embargo, no puedo evitar sentir como si estuviese a punto de estallar. No puedo evitar sentir como si esta fuese apenas nuestra primera cita.

Las cosas entre nosotros han ido extrañas desde aquella charla que tuvimos en el pasillo del edificio donde vive Jeremiah. No me trata como si fuese su novia, pero tampoco lo hace como si fuese cualquier persona. Su actitud hacia conmigo es un completo enigma, pero me agrada de alguna u otra manera.

No hemos vuelto a besarnos desde ese día. Ni siquiera hemos estado cerca de hacerlo, pero han habido otra clase de acercamientos. Las charlas hasta la madrugada no se han hecho esperar, las sonrisas tímidas en la mesa durante el desayuno, las miradas fugaces que ambos nos dedicamos cuando Anne no nos ve, los pequeños roces de manos... Todo ha hecho que nuestro ambiente se torne denso de una manera cómoda, dulce y agradable.

Estoy aterrorizada por eso.

Mi vida entera ha estado tan repleta de mierda desde que puedo recordar y, ahora que las cosas han comenzado a tomar un curso tranquilo, se siente extraño e incorrecto. Temo que en cualquier momento todo me sea arrebatado de nuevo y que me quede aquí, tan destrozada y rota como siempre. Tan desolada y triste como nunca...


— ¿Quieres conservar esto? —La voz de Jeremiah me saca de mi ensimismamiento, pero me toma unos segundos volver al aquí y al ahora.

Mi vista se aparta de la montaña de prendas que tengo enfrente y miro por encima del hombro sólo para encontrarme con la vista de él, con las manos recargadas sobre la cajonera que acabo de vaciar.

La contemplo durante unos instantes antes de asentir—: Sí. Para algo debe servirme.

Él llama a Rob y Niall -dos de sus amigos-, en ese momento, para que saquen el mueble de la habitación y, una vez que se lo han llevado, me mira con una expresión extraña pintada en el rostro.

— ¿Qué sucede? —Pregunto, en voz baja, mientras que doblo otra prenda para colocarla en uno de los montones ordenados que tengo desperdigados a mi alrededor.

—Nada —niega con la cabeza—, es sólo que no puedo creer que vayas a renunciar a este lugar.

Un suspiro brota de mis labios y trato de esbozar una sonrisa.

—Yo tampoco... —miro alrededor, a lo que solía ser mi habitación. Ya no hay muebles en este lugar, así que estamos dentro de cuatro paredes vacías que me saben a nostalgia.


Viví en este apartamento durante casi un año en compañía de Kim. Este reducido espacio fue mi morada y mi lugar seguro. Fue mi refugio y mi hogar. Ese que se me fue negado por las personas que más debieron amarme. Ese que nunca conocí por estar ocupada sintiéndome aterrada de los monstruos con los que vivía...

— ¿Harry está de acuerdo con que uses su antiguo apartamento para guardar todos tus muebles? —Dice, mientras que contempla el espacio. El lugar donde estuvieron mis pertenencias aún está marcado en el suelo, sobre el pelo corto de la alfombra, y eso me provoca una punzada de dolor.

—Él lo sugirió —digo, porque es cierto. Fue idea de Harry que llevásemos todos mis muebles al apartamento que dejó a mi nombre. Ese que yo planeaba vender y que él pensaba comprar—. De cualquier modo, no planeo convertir ese lugar en una bodega. Cuando todo esto acabe de una vez por todas, iré por ellas.

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora