Capítulo 42

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El silencio en el que se ha sumido el lugar donde me encuentro, es sólo interrumpido por el suave zumbido de los insectos que habitan en el bosque. Los pequeños ruidos provocados por los grillos, así como el sonido de mi respiración entrecortada y los suaves sollozos que brotan de mis labios por el llanto que no cesa, son lo único que puedo escuchar.

Hace unos minutos ya que Tyler volvió por su auto y se trepó en él para marcharse. Hace unos minutos ya que Harry me dejó aquí, en medio del bosque, para que escape mientras que él se sacrifica por mí una vez más.

Un extraño y poderoso dolor se ha apoderado de mi pecho y la sensación de que algo terrible está a punto de ocurrir, se ha instalado en mi sistema y ha hecho su hogar dentro de mí.


No sé qué hacer. No puedo dejar de llorar y tampoco puedo moverme. Aunque pudiese hacerlo, dudo mucho que alguna vez lo intentara. No puedo pensar en marcharme en busca de Jeremiah porque la sola idea de abandonar a Harry me parece inconcebible. Imperdonable...

Cierro los ojos con fuerza y recargo la cabeza contra el tronco a mis espaldas, mientras que un par de bocanadas profundas son inhaladas por mis labios. Entonces, limpio mis lágrimas con mis dedos fríos y temblorosos.

—Deja de llorar. Deja de llorar. Deja de llorar... —murmuro para mí misma, al tiempo que tomo el teléfono que Harry puso entre mis manos.

En el instante en el que presiono la tecla de desbloqueo, un teclado numérico aparece delante de mis ojos. Necesito insertar la contraseña.

Una maldición se escapa de mis labios en ese momento y niego con la cabeza, en un gesto cargado de frustración. ¿Cómo diablos se supone que voy a pedir ayuda cuando ni siquiera me sé la clave para desbloquear su teléfono?...


"Trata con alguna fecha." Digo para mis adentros y, a pesar de que sé que no voy a conseguirlo, lo hago.

Pruebo utilizando los dígitos de su fecha de cumpleaños, pero nada ocurre.

"Quizás el nombre de su madre. Son cuatro letras."

Y, sin esperar ni un segundo, tecleo los números que escriben la palabra 'Anne' en el teclado numérico. Nada ocurre.

—No puede ser... —susurro, al tiempo que presiono la palma de mi mano libre contra mi frente.

"Tu nombre también se escribe con cuatro letras..." Susurra la voz insidiosa de mi cabeza y un hueco se instala en mi estómago con la sola idea de que esa pueda ser la contraseña.

Niego con la cabeza.

Es imposible. Es ilógico pensar que Harry ha utilizado los dígitos que escriben mi nombre como clave para su teléfono... ¿o no?

Cierro los ojos con fuerza y otra palabrota se me escapa sólo porque me siento muy estúpida considerando el hecho de que quizás funcione.

—Qué demonios... —mascullo para mis adentros y, entonces, yendo en contra de todas las posibilidades, tecleo los números que digitan 'Maya'.


El menú del aparato se despliega delante de mis ojos en ese momento y un nuevo dolor sordo se apodera de mi pecho. El nudo que se había aflojado en mi garganta se aprieta una vez más, y tengo que tragar varias veces para deshacerlo.

Una nueva oleada de angustia me golpea, pero lucho contra el desasosiego que amenaza con destrozarme, antes de buscar el número de Jeremiah en la agenda de Harry. Entonces, presiono la tecla de llamada y coloco el aparato contra mi oreja.

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora