Capítulo 7

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Un vaso de cristal aparece en mi campo de visión. Mi vista se clava en el agua cristalina que contiene un par de segundos antes de elevarla en dirección al hombre que lo sostiene delante de mí.

Mi corazón parece saltarse un latido en el instante en el que sus ojos y los míos se encuentran y, de pronto, lo único que quiero hacer, es sostener su mirada.

La horrible sensación de vacío que se apodera de mi estómago, es intensa y abrumadora. Hay angustia en sus facciones. Hay un brillo preocupado que soy incapaz de ignorar y, por un momento, me siento de vuelta en el pasado. He regresado a ese tiempo en el que él era la única persona en la que me permitía confiar; a ese lugar lleno de seguridad al que sólo él podía llevarme...


Las lágrimas que amenazan con abandonarme sólo hacen que la tortura sea insoportable. Estoy temblando. Mi cuerpo entero se estremece con violencia ante la avalancha de recuerdos que cae sobre mí y amenaza con aplastarme.

Lo odio. Lo odio por hacerme esto; por no salir de mi vida de una vez por todas.


— ¿Cómo te sientes? —La voz de Harry suena ronca y pastosa.

Su mandíbula angulosa está tan apretada, que parece estar a punto de quebrarla; la tormenta verde en sus pupilas luce más oscura que nunca y una vena salta en su frente debido a la preocupación. Se encuentra acuclillado frente a mí y me observa a detalle mientras que sostiene el vaso para mí.

El nudo en mi garganta está tan apretado, que no puedo hablar, pero me las arreglo para responder—: Mejor.


Él acerca un poco más el material entre sus manos y mis dedos temblorosos se cierran en el cristal. Sus dedos y los míos se rozan en el acto y mi pulso se dispara en latidos intensos e irregulares. No puedo evitar mirar su reacción. Él luce aturdido y temeroso y, de un movimiento brusco aparta su mano. El gesto me lastima.

Hace un poco más de un año, lo único que él quería hacer era tocarme y ahora parece que mi tacto le causa repulsa.


— ¿Estás segura de que estás bien? —La voz de Kim hace que mi atención se fije en ella. Se encuentra sentada en el sillón individual que se encuentra a pocos pasos de distancia, con la pequeña Hayley dormida entre sus brazos—. Maya, esto no fue normal y lo sabes. Debes ir al médico.

El ceño de Harry se frunce, en confusión, y noto cómo sus puños se aprietan un poco.

— ¿Ha ocurrido esto antes? —Pregunta, con alarma y le regalo una mirada reprobatoria a mi amiga.

—Estoy bien —le aseguro al chico frente a mí, pero mi voz suena como un jadeo cansado.

— Maya, tienes que cuidarte. El médico dijo que si algo fuera de lo usual ocurría, debías ir a verlo —su vista se posa fugazmente en Harry, quien luce más confundido que hace unos instantes. Mi amiga, sin embargo, no se detiene—: Te advirtió que las cosas ya no serían como antes para ti. No después de... —se aclara la garganta. Ésta vez, está insegura de continuar—. No después del disparo.


Mi vista se posa en Harry casi por inercia. No puedo evitarlo. Él, por su parte, luce como si hubiese sido golpeado con fuerza en el estómago. Ha palidecido por completo y, de pronto, luce como si estuviese a punto de vomitar. La culpabilidad se filtra en su expresión y, no puedo evitar sentirme miserable por ello.

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora