Capítulo 26

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—Pensé que no vendrías —la voz de Harry irrumpe el silencio tenso en el que se ha sumido la estancia.

Una sonrisa ansiosa tira de las comisuras de mis labios, pero me encojo de hombros, en lo que pretendo que sea un gesto despreocupado y relajado.

—Te dije que lo haría —digo y doy un paso dubitativo en dirección a la cama donde se encuentra recostado. Estamos en su habitación y no puedo evitar sentirme intimidada por eso.

Él no aparta la vista de mí, mientras que crispa sus dedos en puños.

—Mamá dijo que perdió de vista el coche de tu amiga —sus palabras me saben a reproche.

—En realidad es el coche de Jeremiah —puntualizo, aunque sé que no hay necesidad de hacerlo—. Le pedí que me llevara a casa a recoger un cambio de ropa, por eso demoré un poco.

Él asiente, pero no luce muy satisfecho con mi respuesta. Tengo la impresión de que cree que estaba acobardando. No está del todo equivocado. Consideré más de una vez la posibilidad de quedarme en la comodidad de la ducha caliente de mi apartamento, con los pensamientos tortuosos como compañía.


— ¿Cómo estás? —Pregunto, para desviar la conversación a un lugar más cálido y fácil de llevar.

Harry toma una inspiración profunda.

—He estado mejor —dice y una sonrisa irónica se dibuja en sus labios—. Por increíble que parezca.

Doy un paso para estar más cerca.

— ¿Piensas en Liam? —Mi voz es un susurro tembloroso, pero no se necesita ser un genio para saber qué lo atormenta.

—Todo el tiempo —admite y no me pasa inadvertida la manera en la que su voz se quiebra ligeramente.

Muerdo la parte interna de mi mejilla y me estrujo el cerebro para encontrar las palabras adecuadas para aliviar su dolor. Sé que nada de lo que diga va a hacerlo sentir mejor, pero no puedo evitar querer consolarlo. No puedo evitar buscar y rebuscar las palabras exactas y precisas para eliminar un poco del remordimiento que sé que siente.


—Nunca me di cuenta de cuán unidos eran —mi voz suena baja y suave, mientras que me atrevo a acercarme otro poco.

Estoy casi a punto de alcanzar el colchón, pero no me atrevo a sentarme. No cuando mi corazón late de este modo. No cuando todo mi cuerpo es plenamente consciente de la presencia de Harry a mi alrededor.

Una sonrisa débil se pinta en sus labios.

—Él era... —traga duro—. ¡Joder!, fue la única persona que conocía la verdad además de Louis. Era el único en quien pude confiar durante mucho tiempo y ahora él está... —se detiene en seco. Su mandíbula se aprieta con tanta fuerza, que un músculo sobresale en su sien.

—Protegió a su familia —apenas puedo hablar. La opresión en mi pecho hace que mi garganta se cierre casi por completo—. Protegió a Kim y a Hayley hasta el último momento.

—Él aún la amaba, ¿sabes? —Harry posa su vista en la mía y el dolor que reflejan sus ojos me cala en lo más profundo del cuerpo—. Liam aún amaba a Kim. Sólo pensaba y hablaba de ella y de su bebé. Vivía por y para ellas.

"Y murió por ellas..." Susurra la voz insidiosa de mi cabeza.


Una punzada de coraje e ira me recorre la espina dorsal en ese momento. La imagen de Kim viene a mi cabeza y un sentimiento oscuro y pesado se cuela en mis huesos. Los recuerdos del funeral pasan a toda velocidad frente a mis ojos y el resentimiento aflora. Kim ni siquiera se presentó. No puedo creer que no haya tenido el valor de ir a despedirse de él. No puedo creer que no haya sido capaz de agradecer lo que Liam hizo por ella.

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora