Capítulo 28

367K 25.4K 25.2K
                                    




— ¡¿Que hiciste qué?! —La voz de Jeremiah se eleva y la gente sentada en las mesas a nuestro alrededor, lo mira con aire divertido y alarmado al mismo tiempo.

Siento como mi rostro se calienta debido a la vergüenza y clavo la vista en el tarro que descansa frente a mí. Entonces, sin saber qué decir, bebo un sorbo del líquido en él.

El sabor dulce y fresco de la bebida de piña sin alcohol, es casi tan reconfortante como el glorioso hecho de que no tendré que decir nada mientras tenga la boca llena. Siento los ojos de mi mejor amigo clavados en mí, pero me tomo mi tiempo antes de bajar el tarro y lamer mis labios con mi lengua helada.

Él no está dispuesto a ceder, sin embargo. Sé que no va a dejarme tranquila hasta que lo haya dicho todo. Lo sé por el gesto escandalizado, divertido y lascivo que hay en su rostro.


Una pequeña risa nerviosa brota de mi garganta y Jeremiah sacude la cabeza con incredulidad. A pesar de lucir como si quisiera golpearme y abrazarme al mismo tiempo, no deja de sonreír.

—Dime, por favor, que por lo menos se cuidaron —dice, en tono reprobatorio y divertido al mismo tiempo.

Me aclaro la garganta y mascullo—: Tomé la píldora.

—Eres consciente de que la píldora no es cien por ciento efectiva, ¿verdad?

Asiento, y me atrevo a mirarlo a los ojos.

—Descuida —digo, en tono tranquilizador—. Me llegó la menstruación ayer por la tarde.


El alivio en las facciones de Jeremiah casi refleja el que sentí yo al descubrir la mancha en mi ropa interior ayer en el trabajo. A decir verdad, he disfrutado cada segundo del dolor y de los malestares provocados por los cólicos. Jamás en mi vida había ansiado tanto que esta época del mes llegara.

— ¿Hace cuánto tiempo pasó... eso? —Mi amigo pregunta y le dedico una mirada irritada.

— ¿De verdad quieres saberlo?

Él rueda los ojos al cielo y esboza una mueca impaciente.

—La pregunta que quería hacer en realidad es: '¿Hace cuánto que no sabes de él?', pero no quería sonar cruel —dice, con irritación.

Un suspiro brota de mis labios.

—Hace más de una semana.

— ¿Lo abandonaste? —De pronto, suena entusiasmado—. Por favor, dime que le hiciste lo mismo que él a ti y que te marchaste en la mañana sin decirle una mierda.

Una risa irritada brota de mi garganta y niego con la cabeza.

—Técnicamente no lo abandoné —mascullo, antes de dar otro sorbo a mi bebida.

Los ojos de Jeremiah se entornan en mi dirección.

— ¿Lo hiciste o no, Maya?

—Tenía que irme temprano a trabajar —trato de sonar natural y casual cuando hablo, pero no lo consigo—, así que tomé una ducha y me marché. Dejé una nota, sin embargo.

—Entonces, lo abandonaste.

— ¡No!

— ¿Qué decía la nota?

—Que esperaba que todo mejorara para él y que se recuperara pronto.

—Lo abandonaste.

— ¡No!, ¡no lo abandoné!, ¡yo sólo...!

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora