Capítulo 14

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-¿Hija, quién era?

MI madre abrió la puerta al ver que no respondía, y ahí seguía Mario sentado en el banco blanco del jardín delantero de la casa.

-¿Mario?¿Qué haces aquí?- le preguntó mi madre, él se giró levemente, tenía una postura cansada, con los codos apoyados sobre los muslos.

-virginia...-dijo él, parecía devastado, triste... pero ya no me importaba, lo que había hecho no tenñia excusa.- Vengo a casarme, como prometí hace unos meses, y a cuidar de su hija y futuro nieto.

-Mario hijo, me alegra oírte decir eso, hay que hacerlo lo antes posible, porque mi hija engordará más y se verá horrible en un vestido de novia.- respondió mi madre con una pequeña sonrisa, como si hubiera y pudiera olvidar todo lo que aquel chico hizo a su pequeña hija solo por el que dirán. Incluso Mario se quedó asombrado ante aquella respuesta. Menuda madre, ha vivido como el me dejaba embarazada, tirada y sola. ¡A su propia hija! Y ahora le abría las puertas de su casa. Estaba aceptando que Rubén entrara en mi vida, pero ahora quiere que me case con el padre de mi hija, ¿por qué? Por la gente y el status, estoy segura. Segura si, pero harta de mi madre y de Mario.

-No, no mamá, de eso nada, eso no va a ocurrir, no ahora ni nunca. Ahora estoy con Rubén y no'pienso casarme con...este ser.

-Oh vamos , Isabel... Tenemos que estar juntos, por el bebé, él necesita un padre. Siento lo que hice, pero tenía que pensar. Ya me he aclarado y te quiero, quiero estar aquí y casarme contigo, ahora ve a por tus cosas y ven a casa.

-¿Un padre? ¿Para que le abandone? No gracias, he dicho que...

-Claro Mario ahora mismo viene con su equipaje.- me interrumpió mi madre, yo estaba simplemente flipando.- Ve, no tarde demasiado, coge lo necesario, ya enviaré yo el resto en unos días.- me dijo a mi para que no lo escuchara Mario.

-Claro mamá.- respondí con una sonrisa.

No podía hacer nada, solo me quedaba una opción, y tenía que ser fuerte. Llamé a Rubén y le dije que me esperará en la biblioteca a dos manzanas de mi casa y que le explicaría todo una vez allí. Hice una maleta cómo mi madre me había dicho, metí la poca ropa nueva y un par de chaquetas en una mochila grande que usaba para ir a casa de Bianca a dormir. Cogí algo de dinero de la caja fuerte, mí móvil, el cargador y unos cascos. Añadí un mochila mas pequeña y un neceser con todo lo que una mujer necesita. Me puse la mochila sobre el hombro izquierdo y me dirigí al patio trasero. Lo atravesé corriendo hasta que llegue al muro que había tras la piscina. Esto era lo mas difícil. Puse una escalera que había cerca para no tener que trepar, me coloque la mochila en los dos hombros y empecé a subir nerviosa. La escalera empezó a temblar, yo estaba temblando de nervios, tenia que calmarme. Sólo quedaban cuatro peldaños. Cuando llegue arriba puse mi pierna derecha al otro lado del muro, luego la izquierda, la escalera calló, debería de darme prisa antes de que alguien me viera por el ruido que hice, entonces salté.

Aterricé en el patio de la casa del vecino, sabía que no habría nadie. Hacía menos de un año una familia vivía con dos mellizas de ocho años y un perrito muy mono, Candy. La madre y una de ellas fallecieron en un accidente y el padre no se atrevió a volver. Demasiados recuerdos. Corrí hasta la puerta de la valla que daba a la calle, que para mi suerte se podía abrir desde dentro y no tuve que saltarla.

Llegué a la biblioteca y encontré rápidamente el coche de Rubén, y entré en el asiento del copiloto. Me miró con cara de preocupación al verme, y se me escaparon un par de lagrimas intentando asimilar lo que acababa de hacer.

-Y ahora cuéntame qué ha pasado amor.- dijo mientras acariciaba mi mejilla quitándome una lagrima.- No llores, pase lo que pase estaremos juntos en esto.

-Y por eso te quiero.- le conteste dándole un beso rápido.

Le conté todo lo que había pasado hace un rato y lo mucho que odiaba a Mario y a mama en estos momentos.

-Ay nena, para empezar, tú no eres su prometida, eres mía y solo mía. Como vuelva a decir que eres suya voy a ir y le voy a dejar claro que tu corazón me pertece al igual que a ti te pertenece al mío, y que no hace falta casarse para demostrarlo, que lo que yo siento por ti es mucho mas que un jodido papel con nuestras firmas. Eso no quiere decir que no quiera casarme contigo, claro que quiero, pero para que los demás sepan que eres mía y si hace falta casarme contigo para que ese capullo lo sepa, lo hare. Pero yo, yo se hace un tiempo que nos perteneceos y que hace falta algo muy fuerte para separarnos, pero prometo hacer todo lo posible para que eso no pase nunca. Y espero al menos que tu padre me tenga más aprecio que tu madre y que la haga recapacitar. Porque tú no te vas a casar con él, porque ese niño es casi mas mío que suyo. Y porque visto lo visto nos vamos a ir lejos de Madrid por un tiempo. Se que si te dejo volver quizás te pierda para siempre.- aparto mi mirada me la suya solo con pensarle.- Mírame.- me agarra del mentón y me obliga a mirarlo de una manera suave,. Créeme cuando te prometo que nunca voy ha hacer nada para perderte, jamás. Que te quiero- pone la mano en mi tripa- y a él más que a mi mismo.

Y le besé, le besé porque me había dejado sin palabras diciéndome todo lo que quería oír, y la única manera de que supiera lo agradecida que estaba y que le quería tanto como podía, porque no encontraría palabras mejores que un beso.

-Y después de eso, me toca regañarte por saltar un muro y correr, tienes que tener mas cuidado, aunque se que no tenías otra opción. Vámonos de aquí.

-¿Dónde iremos?

-Ad donde nos deparé el destino- y se echo a reír mientras yo cruzaba los brazos.- ah, a Salamanca, sabes que mi tía Angelines vive allí, nos dejará quedarnos unos días hasta que decidamos que hacer.

Y dicho esto arrancó en coche.


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