Capítulo 19

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Cuando salí del hospital ya era de noche y decidí no llamar a mi padre y no ir a casa aún. Había algo pendiente que debía hacer. Llamé un taxi y me dirigí al lugar donde pensé que no volvería jamás. Aquí estaba casi 4 meses después, y ni siquiera se de donde iba a sacar el valor para salir del taxi y llamar al timbre. Pagué al taxista y me despedí de él. Caminé por el caminito de piedras que llevaba a la entrada y una vez allí pensé bien si quería hacer esto realmente. Mi móvil volvió a sonar y yo harta de él lo apagué, llamaría a Rubén mañana son falta para contarle todo, solo esperaba que me comprendiera y que no me juzgará demasiado. Una luz del interior de la casa se encendió, captando mi atención y fue entonces cuando alargué mi brazo pulsando el botón y haciendo sonar el timbre. Yo estaba muy nerviosa. Se escucharon unos pasos y segundos después sonó una cerradura, y la puerta se abrió dejándome ver al que era mi mejor amigo. Aunque dicen que los mejores amigos nunca te fallan como lo había hecho él, pero todo el mundo debe de tener la oportunidad, de al menos, excusarse.

-Hola Mario.- hacía mucho que no le veía, y eso también me impactó, estaba más mayor, su cara ya no era tan de niño. Llevaba un chándal rojo que recuerdo haberle visto alguna vez, iba descalzo. Su cara al verme no fue muy expresiva, pero intuyo que se sorprendió al verme.

-¿Isabel?¿ Qué haces aquí?

-Eso quisiera saber yo...- y no mentí, realmente no lo sabía, pero aún así sabía que no me arrepentiría nunca de haber venido.


Todos tenemos una historia que contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora