Capítulo 7

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Ese presentimiento se hizo mas fuerte cuando entre por el umbral de la puerta principal y no encontré en la cestita de la estradita la llaves de mi… ¿prometido? Dios, qué raro sonaba aquello. El caso es que instintivamente me dirigí a la habitación de invitados donde Mario se había hospedado y había guardado algunas de sus cosas, desesperada al no encontrar una habitación desordenada con ropa tirada como debía estar, abrí el armario con fuerza esperando que alguna empleada hubiera recogido todo, pero no, nada había dentro de ese gran oscuro armario que en estos momentos deseaba que me tragara y me llevara a otro mundo, en plan Narina, al menos eso significaría que estaba soñando… Corrí a mí cierto por si el idiota de Mario había decidido trasladarse a mi habitación y llevar nuestra relación mas allá… Nada, ni rastro de él, no tenía ni idea de donde estaban sus cosas, o el. Entonces decidí buscar a su tío, el sabría de él, quizás decidió volver a su casa… Pero nada, ni rastro de ellos. Me tumbe en la cama de Valerio y comencé a llorar,  esto era demasiado, Elena enferma y ahora Mario no estaba…Pero por la postura me estaba incomodando algo en mi bolsillo derecho… ¡Claro! ¡Mi móvil!

Decidí llamar a Mario infinidad de veces, así como a su tío y nadie contestaba, me saltaba el buzón de voz, llame a sus padres y nadie me contestaba, no entendía nada… Miré la hora eran las dos de la madrugada, no podía quedarme sola en una casa como esta, llorando y con mi prometido y su tío… ¿desaparecidos? Hice lo primero que se me ocurrió, llamar a mi hermano-

-       Isabel… son las dos de la mañana, ¿Qué mierdas quieres enana?- mi hermano, tan simpático como siempre y tan molesto por haberle despertado. Las palabras no salían de mi boca, no sabía que decirle, al no contestarle siguió hablando.- ¿Isabel? ¿Pasa algo? ¿estás ahí?-dijo preocupada y un poco más alto, yo solloce.

-       ¿Alex? ¿Cariño? ¿Qué pasa? ¿Es Isabel?- pregunto de fondo Raquel, con voz soñolienta.

-       Shh- le respondió mi hermano a su mujer.- Isabel dime qué pasa, me estas preocupando, me estoy vistiendo, voy a tu casa, esto… no sé si sabré ir, cuando llegue te llamo y bajas a la avenida principal, ¿si?

-       Gracias Alex, te espero.- y colgué, cogí mi móvil, las llaves, mi abrigo y Salí corriendo mientras lloraba hacia donde estaría mi hermano en unos minutos.

Llevaba diez minutos sentada en un banco cuando mi hermano apareció, se bajo del coche corriendo y vino a abrazarme, yo solo lloraba entre sus brazos. No sé cuánto tiempo estuvimos así, levante la cabeza me limpie las lagrimas con el abrigo, mi hermano me miro con cara triste y puso su mano en mi barbilla levantándome la cara y obligándome a mirarlo.

-       Oh Isabel mírate , te ves… horrible.- me dijo con una sonrisa triste, estaba intentando animarme, yo reí de una manera muy extraña, parecía entre un sollozo y una risa, menos mal q solo mi hermano la escucho…- no sé si vas a querer decirme que te pasa en algún momento, pero ahora mismo tienes todo mi apoyo , y un brazo mas con el que partirle la cara a quien te haya hecho esto, al menos que haya sido mama… - la mire extrañada, mama no tenía nada que ver con esto.- ¿ no fue ella cierto?- negué con la cabeza, me volvió a abrazar fuerte y meso mi cabeza.- te quiero enana, vámonos.- y eso hicimos.

A la mañana siguiente cuando amanecí y no estaba en mi habitación recordé todo lo que paso anoche, me siento idiota, debería madurar y dejar de comportarme como una niña, ¡voy a ser madre por el amor de dios! ¿Cada vez que tenga un problema voy a llamar a mi hermano mayor a recogerme a las dos de la mañana en mitad de la calle? No, tengo que comportarme como una adulta, aunque no lo sea. Mi adolescencia acabo en el instante en el que el test dio positivo, en el momento en el que algo crecía en mi vientre, algo que se que querría mas que a la vida misma.

Me duche y me puse algo de ropa que parecía ser de Raquel, baje a la cocina y ahí estaba mi pequeña sobrina y mi cuñada, dándola de comer.

-       Buenos días Isabel.- me saludo con una sonrisa Raquel, ¿Cómo podía sonreírme después de lo cretina que fui anoche?

-       Buenos tias Isael.- dijo mi pequeña sobrina imitando a su madre, yo sonreí ante el gento.

-       Buenos días chicas.- ambas me sonrieron, Lorena se parecía mucho a su madre, aunque también se parecía a mi hermano, tenía su pelo castaño y nuestros ojos claros.

-       ¿Qué tal dormiste? ¿Quieres comer algo?- me pregunto amablemente mi cuñada.

-       Ahora me preparare algo, siento lo de anoche de verdad, soy una niñata…

-       Isabel es normal que llamaras a tu hermano, no te disculpes- dijo cortándome.

-       Soy una egoísta debí pensar en vosotras, en Lorena, pudo haberse despertado…- seguí, ignorándola.

-       Isabel, estaba bien, agradezco que nos llamaras, pudimos ayudarte, tú y tu hermano me ayudaron mucho a mi hace tiempo, y lo sabes, no te disculpes más.- volvió a cortarme

-       Está bien, gracias.- le dedique una sonrisa de agradecimiento mientras me sentaba.- Mario y su tío han desaparecido, no hay nada de sus cosas, como si nunca hubieran estado, nadie de su familia coge el teléfono. Además de que a mi amiga Elena la encontraron leucemia, ayer no fue un día fácil…- lo solté sin más.

-       Oh Isabel, lo siento mucho, quizás…- notaba la tristeza en su voz.

-       No importa, habrán tenido que irse a algún viaje familiar, les llamare otra vez.- la interrumpí mientras me dirigía a la puerta, Raquel comprendió que necesitaba estar sola ahora.

Me dispuse a llamar como había dicho, primero llame a Mario, nadie contesto, pero había algo diferente, era un numero inexistente, y el de su tío también… 

Todos tenemos una historia que contarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora