Los días habían pasado sin mayores altercados, Sofía y Arturo cuidaban cada paso que daban en el rancho, se veían a escondidas, escapaban de vez en cuando a caballo fuera de los terrenos de los Mendoza evitando ser vistos, se reunían algunas noches en la casa de la playa para poder demostrarse lo que cada día iban sintiendo el uno por el otro, estaban felices a pesar de tener que mantener todo aquello en secreto, Arturo había intentado hablar alguna vez con su padre sobre el tema, pero le era casi imposible coincidir con él, y cuando lo hacía siempre había algo que se lo impedía, Amanda por su parte hacía como si nada pasara entre ambos, actuaba a ojos de todos como fueran la pareja más perfecta del mundo intentado quitarle la importancia real al asunto.
Arturo estaba mal por aquel tema, lo tenía en vilo, quería ponerle fin a aquella tortura, pero no se lo ponían fácil, quedaban apenas unos días para la fiesta que organizarían y si no ponía solución tendría que ir del brazo con Amanda fingiendo como en tantas otras ocasiones que era feliz a su lado, estaba sentado en la cocina por la zona donde desayunaban los trabajadores, cabizbajo agarrando el sombrero entre sus manos se hundía en sus pensamientos, pero una mano sobre su hombro hizo que girase la cabeza hacia atrás, entonces sonrió.
-Sofía...-Dijo casi en una voz ahogada levantándose en el mismo momento en el que la vio.
-No te vi por las cuadras esta mañana y pensé que estarías aquí, ¿ocurre algo Arturo? Te noto bien triste...-Le acarició el rostro suavemente viendo en sus ojos una extraña sensación de tristeza e impotencia. - ¿Qué tienes?
-No es nada, tan solo quiero ponerle fin a esto, pero no es nada fácil, me estoy consumiendo por dentro. -Se movió hacia un lado de la cocina viendo que Sofía le seguía justo detrás.
-Arturo mi amor, ambos deseamos esto, pero debes de ser paciente, todo llega, no estés mal por eso por favor. -Acarició de nuevo su cara mirándole fijamente a los ojos, le sonrió para intentar calmarle.
-Lo sé, pero la situación a veces me supera Sofía. -Comentó en un tono que solo ella podía oír.
-Te refieres a...Amanda ¿verdad? -No quiso ni decir aquel nombre, aquella mujer no le gustaba nada, y mucho menos desde que se enfrentó a ella por como trataba a Soledad.
-No es sólo por ella, también mi padre, parece que no quiere entender, y si lo entiende me evita, es muy frustrante todo esto. -Arturo se desesperaba un poco más por hablar del tema, tenía una fuerte presión en el pecho que le hacía temblar hasta la voz.
-Tranquilo mi amor, yo estoy aquí contigo, no te voy a dejar solo en esto. -Cuando le vio de aquella manera donde parecía que casi iba a llorar Sofía agarró su mano con fuerza para hacerle entender que estaba allí con él.
-Sofía...tú eres mi mayor fuerza en esto, sin ti no sería capaz de aguantar. -Le acarició la cara casi con los ojos vidriosos, tenía miedo a perderla por no ser capaz de finalmente enfrentar a su familia o mucho peor, que alguien le hiciera algo malo a ella. -Tú le das sentido a todo.
-Porque eso eres tú para mí, todo. Ven...-Sofía se acercó hasta Arturo abrazándolo con fuerza, él la estrechó entre sus brazos relajándose al sentirla ahí con él, tan cerca que podía casi escuchar sus pensamientos, Sofía entrelazó sus dedos en el pelo de el para calmarle, el mundo parecía haberse detenido para los dos en aquel abrazo.
- ¡Arturo! -Exclamó una voz ronca desde la puerta de la cocina.
Los dos se giraron sorprendidos mientras se separaban el uno del otro despacio, miraron hacia la puerta viendo a Don José Antonio, tenía el semblante serio, como si aquella escena le hubiese sorprendido más de la cuenta.
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Susurrame.
RomanceDesde hace unos seis años he estado en foros de rol, creando personajes, historias, tramas, uniones y demás, me gusta mucho este tipo de cosas, siempre me consideré muy novelera cuando creaba mis tramas, eso si siempre decidí hacerlo moderadamente...